Después de relegarlo a un segundo plano y someter su obra a una fuerte censura, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) anunció que acometerá la restauración de filmes de Nicolás Guillén Landrián, informa el Portal digital Cubacine citado por el oficialista diario Granma.
Apasionante resultará también, expone Granma, el reencuentro del público con los documentales restaurados del que ahora llama "uno de los mejores cineastas cubanos de todos los tiempos".
Pasar por alto el pasado sería un cínico y efectivo ejercicio de reescribir la historia si no fuera porque la memoria se construye también en las esferas alternativas: "hoy el público ocupa todas las sillas y no logra salir del asombro que le provoca encontrarse con un personaje de un filme y un director que fueron censurados y siguen prácticamente desaparecidos", escribió y publicó Francis Sánchez en 2017 en la revista Árbol Invertido.
Entretanto, el periódico del PCC dice que el propósito final es que se conozca mejor y se promueva a todos los niveles la obra de este importante documentalista, autor de clásicos como Ociel del Toa o Coffea Arábiga.
"En contra del mito de que la restauración es un proceso carísimo y que solo depende de la colaboración extranjera, el Icaic explora esta fórmula de restauración con recursos mayormente propios para rescatar obras erosionadas a lo largo de varias décadas, en un archivo que casi nunca contó con los recursos necesarios para la conservación óptima del patrimonio audiovisual", remarca.
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A Francis Sánchez, por su parte, la memoria no le falla cuando escribe que Nicolás Guillén Landrián (nacido Camagüey el 22 de julio de 1938), sobrino de Nicolás Guillén (proclamado Poeta Nacional de Cuba), fue castigado dos veces por “desviación ideológica”.
"Después de la primera vez, le dieron un chance, pero, cuando volvieron a dejarlo filmar, resultó peor. Era definitivamente un artista no solo genial, experimental, sino irreverente, que se apartaba del molde del hombre nuevo, no quería hacer loas al poder. Fue enviado a trabajar a una granja avícola en la Isla de la Juventud, lo ingresaron en hospitales psiquiátricos y le aplicaron electroshock, mientras su nombre dejaba de pronunciarse".
De ahí que su obra quedara trunca y, para restaurar, probablemente solo queden los filmes que pudo realizar aún joven, entre 1962 y 1972.
Si bien la pandemia ha interrumpido el proceso de búsqueda de los filmes de Landrián, la prensa oficialista precisa que se trabaja con una "parte importante de su obra".
"Daranas y sus colaboradores se proponen también buscar materiales de archivo (fotos, documentos, recortes de prensa, manuscritos, etc.) que ayuden a comprender el proceso creativo seguido por el realizador, así como su trayectoria dentro y fuera del ICAIC".
Trascendió igualmente que el equipo de restauración cuenta con el "apoyo inestimable" de la viuda del cineasta, Gretel Alonso, y de Livio Delgado, fotógrafo de varios de sus más importantes documentales. Colaboran los dos en la reconstrucción histórica y técnica, y en cuanto se pueda retomar el trabajo, se intentará sumar a otras personas que fueron próximas a Landrián.
Para Daranas, los Archivos Fílmicos del Icaic cuentan con especialistas con la capacidad y el deseo de hacer una parte importante de ese trabajo y el resto, aseguró, puede lograrse con otros expertos que trabajan de manera independiente y están preparados para rescatar todo ese material que se estaba perdiendo.
El autor de Conducta cree que el necesario acercamiento a la obra documental de Nicolás Guillén Landrián, y llegar a apreciarla tal y como él concibió, tiene que ver con un rescate cultural "impactante".
Exiliado en los años 80, Landrián murió en la ciudad de Miami en 2003, un día después de su cumpleaños. Su voluntad fue que lo enterraran en su patria y por eso sus restos descansan en el cementerio Colón de La Habana.