Cuba, el país de las monedas de cambio

Un técnico habanero y experto por cuenta propia comenta a ADN por qué el problema monetario en Cuba va más allá de la dualidad CUP-CUC. Desde su experiencia, el trueque es más fuerte y difícil de eliminar
Joven leyendo prensa en Cuba
 

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“En economía la dirección de este país está acéfala”, expresa Luis, técnico de electrodomésticos de un barrio de La Habana y experto en información por cuenta propia. “Las noticias del noticiero me reafirman que no saben nada, ni siquiera liquidar el tan cacareado cambio de moneda”.

Luis asegura que el cambio de moneda es un león de siete cabezas para el gobierno cubano.
“Fue recogido en los lineamientos del partido y anunciado hasta la saciedad, aunque ni ellos mismos saben cómo ni cuándo será. Pero si al final lo ejecutan, ¡prepárate!”.

La crítica a la dualidad monetaria ha sido profusa en los últimos años. Provoca disgustos al pueblo en su absurda diferencia del pago de salarios en CUP y la venta de productos en CUC, una moneda 24 veces mayor. También por el abismo que genera en la contabilidad entre las empresas que operan en CUC sobre las de CUP. Y es un gato encerrado para los extranjeros que visitan Cuba.

“Este es el país de las monedas de cambio”, explica Luis, mientras engrasa un ventilador de pared. “El maestro de eso es el estado, que cambia por dinero a médicos, ingenieros, entrenadores deportivos, culturales, su influencia política… la madre de los tomates. La población no se queda atrás y tuvo que inventar, para volver moneda cualquier cosa. Soy un ejemplo fiel: descubrí que puedo cobrar como en tiempos de la antigüedad, en especies. Si no tengo arroz, cuando el bodeguero me trae un equipo a reparar, le cobro en arroz. Al carnicero en picadillo. Al del agro en malangas. Ayer vino un individuo con un ventilador roto y llorando porque se lo estaban comiendo los mosquitos. No tenía dinero, pero mientras le arreglaba el tareco me limpió el patio”.

Para mantenerse informado, Luis rastrea la información y la decanta. 

“No confío en las noticias oficiales, porque te cambian la bola. Dicen solo lo malo del enemigo y lo bueno de sus amigos. Así no se puede. Por suerte, cuando sale una noticia caliente en el periódico o en la televisión, ya la conozco por Facebook, en su versión real”.

“Cuando no había Internet El Nuevo Herald me informaba, pero era difícil acceder al único ejemplar que circulaba en el pueblo, traído de la embajada de Estados Unidos por un disidente, que después de leerlo lo regalaba y comenzaba a circular de mano en mano, hasta llegar a “gente inescrupulosa”, que lo convertían en moneda de cambio”

Luis recuerda el círculo de lectura que existía en el pueblo alrededor del periódico, por aquellos días una especie de Internet de ocho páginas.

“La gente hacía cola para leerlo, gratis, hasta que caía en manos de ciertas personas, que lo cambalacheaban por artículos. Una vez que fui tras su pista lo hallé en la carnicería. Pero Walter, el matador de puercos, fanático al béisbol de Grandes Ligas, dio tres costillas de cerdo por él. Y cuando Obama ganó las elecciones y su foto salió en la primera plana, Willy dijo que era un momento histórico, que un negro fuera el presidente de los Estados Unidos. Y debía conservar aquella foto. Se lo cambió a José por seis huevos de la gallina del patio”.

“Ahora existe Facebook, que informa en tiempo real”, concluye Luis. “Han aparecido otros tipos de monedas de cambio, como las aplicaciones y las recargas telefónicas. Ayer le arreglé una lámpara al Yuri a cambio de que me instalara la Wikipedia. Hoy compuse la olla arrocera del Yaya por un pase de saldo para mi teléfono. El estado tiene una tarea muy grande por delante si quiere al fin cambiar la moneda, pero primero tiene que cambiar las condiciones sociales para eliminar el trueque, la actividad más común hoy del cubano”.

 

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