Un reciente mensaje de una cubana en Facebook sintetiza los sentimientos encontrados que muchas veces experimentan los naturales de la isla que se ven necesitados de abandonar a su país y su familia, en busca de sueños que no siempre se cumplen y de una mejor vida que, aunque puede lograrse, nunca sustituye la felicidad de estar en el lugar de donde se es y con la gente que de verdad es de uno.
“Con los títulos bajo el brazo y las maletas llenas de sueño. Así salimos de Cuba millones de cubanos, escribió en su perfil Esmircy Jiménez Centeno, quien, según la información recogida en el mismo, es una doctora o profesional de la salud cubana radicada en Sao Paulo, Brasil.
Jiménez Centeno comentó en su estado que entre esos millones de cubanos hay “muchos buenos profesionales médicos, enfermer@s, ingenieros, maestros, en fin, muchos, que al día de hoy siguen con los títulos enrollados y guardados y ellos en camiones, fábricas, sirviendo copas detrás de una barra, cocinas, cuidadores de ancianos”.
Ello, agregó, hace que en los lugares de destinos los sueños empiecen a “hacerse duros de concreto”. “Nos comienza a doler el alma, lo que ganamos apenas nos alcanza para pagar piso, carro, comida, luz y agua, después llegan los taxes, impuestos de coches, ahhhhh y el dinero que se envía para Cuba ese nunca falta a fin de mes, a esto se le agrega desde medicamentos, ropa y todo lo que necesiten”.
Para la profesional de la salud, en Cuba queda siempre el “pilar de la familia” de cada cual. “Cuando llega el fin de año como zombis celebramos y reímos, pero nuestra risa es amarga pensando en las arrugas en la piel de nuestra madre y en las caras de nuestros hermanos, aquí ha sido nuestra gran escuela, nuestra gran lucha, ya no somos cubanos ya no somos de ningún sitio, aunque tengamos la nacionalidad”.
Asimismo, lamenta que mueran los seres queridos y muchos no puedan viajar a dar “el último adiós”. “No podemos estar en casi ningún cumpleaños y se escucha a través del teléfono cumpleaños feliz, siempre en las llamadas, de allá llegan las quejas, no hay, no hay, no hay....... esto está malísimo, y desde esta parte solo se escucha, que les hace falta, que necesitan y nos callamos nuestro dolor, nuestras frustraciones, nuestros dolores, nuestras enfermedades y seguimos ahí, bastión de toda la familia”.
Jiménez Centeno concluyó su reflexión diciendo que “si tenemos lágrimas, nos la tragamos y siempre mostramos la mejor sonrisa, nos da felicidad hablar con ellos, ayudarles. Nos hacemos responsables de sus problemas y también de los nuestros. A todos nosotros que hemos sido guerreros, hemos sido estoicos en aguantar los golpes, aguantar un frío que se nos cala en los huesos, aguantar muchas veces racismo, e incomprensión, para todos nosotros un aplauso”.
Sin dudas, el comentario de la cubana residente en Brasil resume lo que muchos cubanos migrantes sienten. A veces algunos alegan que es mejor estar fuera, pero ello es así muchas veces sólo por la convicción y voluntad que se tiene de ser útil a la familia, y no porque necesariamente se vaya a ser más feliz.
Habrá más comida, ropa y un salario adecuado al trabajo que se realiza, no siempre el deseado, pero eso no tiene por qué traducirse necesariamente en felicidad plena, la cual sólo parece alcanzarse cuando se percibe que se ayuda a ese “pilar” que quedó atrás.