Imagínese que está a punto de llegar a su destino, le restan apenas minutos para aterrizar tras un vuelo tranquilo, y las máscaras de oxígeno caen del techo del avión frente a usted, mientras el pecho comienza a congestionarse a causa de la falta de aire.
Esa fue la experiencia de los cubanos que viajaban en el vuelo 2231, de Swift Air, que había despegado de Miami con destino a Holguín. A 15 minutos de tocar tierra, el Boeing 737 tuvo que virar hacia la Florida por despresurización súbita de la cabina.
“Íbamos en camino para Holguín cuando de repente me faltó el aire, bueno dije tengo asma ya que yo padezco de eso, cuando de repente caen las máscaras y el avión empezó a retumbarse”, relató el cubano Alian Barrera, quien iba en el vuelo.
Las imágenes compartidas por varios pasajeros en redes sociales no dan cuenta de todo el temor y nerviosismo que debieron experimentar al conocer las noticias y ver que también en la vida real podía ocurrir una escena típica del cine: máscaras de oxígeno colgando de sus mangueras y bamboleándose frente uno, síntoma de que la cosa no anda bien.
Por suerte, la tripulación del avión contuvo los brotes de pánico y aterrizó en Florida sin mayores contratiempos. La bomba de ira y nervios estalló en el aeropuerto. Los cubanos comenzaron a protestar porque no había médicos para atender al pasaje, conmocionado todavía a causa del accidente.
Una enfermera solitaria se las compuso para dar atención a todos, especialmente a una mujer que se ve a punto del desmayo, ayudada por su esposo.
“Tengo el corazón que se me quiere salir”, dijo otro pasajero ya en la terminal aérea.
Los pasajeros estaban realmente indignados por todo lo ocurrido. Hubo gritos, quejas, voces fuera de tono. Pero al final, como ocurre casi siempre entre cubanos, terminaron celebrando su buena suerte con ron y otras bebidas. El buen humor terminó imponiéndose sobre el nerviosismo.