Cansado de esperar por el futuro luminoso

Cansado de esperar por el futuro luminoso que tanto la revolución le prometió, Luis Fis se ha propuesto un ejercicio de autogestión como único modo de salvarse: Regresar al pasado, hasta antes de 1959 y del momento en que la revolución quitó el sustento a su familia
Cuba antes de 1959
 

Reproduce este artículo

Cansado de esperar por el futuro luminoso que tanto la revolución le prometió, Luis Fis se ha propuesto un ejercicio de autogestión como único modo de salvarse: Regresar al pasado.

“Hoy es 14 de enero, para mí es 24 de diciembre. Y mañana será 23, y así cada día que pasa voy para atrás. ¿Este país cada día no va para atrás?  Yo también, pero a la inversa, voy a regresar en el tiempo hasta llegar a 1959, al capitalismo, para volver a ser el niño feliz que fui”.

El padre de Luis tenía una bodega con la que sustentaba a la familia. Vivían bien, ayudaba a los más pobres fiándoles mercancías a pagar el día del cobro, pero después del triunfo de la revolución la vida se les fue convirtiendo en un calvario y, según cuenta Luis, su padre avejentó rápidamente, y enfermó. Murió cuando la bodega fue intervenida en la ofensiva revolucionara de 1968, y la perdieron.

“Sé que lo mío es como si me estuviera volviendo loco, pero no, sé muy bien lo que hago. Porque es la única manera de salvarme. Si continúo para alante me fundo. He pensado mucho en esto, ahora llegará el día de mi cumpleaños y en vez de 65 cumpliré 64, y así sucesivamente, 63, 62… hasta llegar de nuevo a mi niñez”.

“Trataré de no cometer los mismos errores. Estudiar otra carrera. Siempre quise ser periodista, para eso había que ser hijo de un pincho, al final me hice mecánico electricista. Me liberé del Estado hace poco y puse un taller en mi casa. Sobrevivo arreglando tarecos”.

Luis habla con convicción de su proyecto y describe los períodos por los que transitará en su regreso a los años que tanto sueña.

“Tendré que buscarme almanaques viejos, para ambientar el año que corresponda. Los colgaré en la sala. Por ahí tengo uno de 1986, buen año, ahí fue cuando me casé. También vendrá el del servicio militar y los de las escuelas al campo, sufriré, pero ¿qué más?”.

“También sé que tengo que quemar etapas, porque necesitaría vivir 120 años para conseguir cumplir mi plan, así que tendré que quemar etapas y vivir por quinquenios”.

“Me apoyaré en periódicos de la época para vivir a tono. Tengo guardado un Granma de 1970, dice lo mismo que el Granma de hoy: Promesas. Este ha sido el país de las promesas. Ese periódico del 70 muestra al comandante inmerso en convertir a Cuba en la Suecia de América. La más grande población de ganadería del mundo por kilómetros cuadrado. Diseñando las razas F1 y F2, cruce de Holstein con cebú, y luego su capricho por inventar la F4, que fue la que atrasó y diezmó el ganado vacuno en Cuba.

Lo que más me gusta de ese periódico del 70 es la sección de cine. Un camión de cines. Y yo y mi hermano discutiendo por escoger uno de los ciento y tantos cines de La Habana, que desparecieron como la espuma”.

“Por esos años también disfrutaré del cambio climático. ¡Aquellos fríos! Y podré disfrutar de los valores que aún les quedaban a los cubanos: la disciplina en el trabajo y en la palabra empeñada, la decencia, la amistad sincera. Será un gran alivio poder vivir todo eso otra vez”.

Relata Luis que hace poco se encontró un libro en el basurero. Le llamó la atención su carátula y lo recogió. Era un resumen de los discursos del Comandante en Jefe y sus planes de futuro.

“Ese libro debe estar prohibido hoy”, dice Luis, “porque en un discurso de 1963 dice que cada cubano tendrá una vaca y que habría tanta leche como para llenar la bahía de La Habana. Se lo regalé a un amigo, que es custodio, para que viera a que año yo iba. Me da lástima, el pobre, es militante del partido y dice que con lo que gana como custodio, más la jabita del mes, le alcanza, para él y su mujer. No sabe que hay otra vida que ni conoce”.

“Yo tengo suerte para los custodios. Cada vez que viene alguien para que le arregle un equipo y le pregunto en qué trabaja, me dice que es custodio. Este es el país de los custodios. Todo el mundo es custodio. Yo me pregunto: ¿Qué cuidan?”.

Luis asegura que llevará adelante su ejercicio hasta el fin. Sabe que ese mundo solo existe en su mente y a su alrededor la vida continúa. Y mientras regresa hasta niño, afuera su cuerpo sigue adelante rumbo a la ancianidad, esa que cada día tiene un peor futuro.

 

Relacionados