Hace unos cuatro años Mabel Hernández, de 23 años, estaba a punto de graduarse en la universidad cuando quedó embarazada. Pasado algo más de un año llegó el segundo hijo, algo que, si bien la sorprendió, también asumió junto a su pareja.
“En estos tiempos hay que pensarlo para tener más de un hijo, incluso para asumir el primero, aun cuando estás en la edad adecuada”, declaró Mabel al diario espirituano Escambray. Su primer hijo corrió con suerte, pues entró al círculo infantil bien pronto, pero la segunda tuvo que esperar dos años.
Yesenia Rodríguez, a pesar de sus 28 años no piensa en la maternidad: “es que vivo todavía con mis padres y hermanos y me he casado dos veces, ¿a quién le voy a parir y dónde voy a vivir?”.
La Cuba contemporánea tiene, a primera vista, las características demográficas de una sociedad desarrollada: maternidad tardía, pocos hijos en el matrimonio, lento crecimiento y envejecimiento poblacional, pero en el fondo estas características responden a varias causas, entre ellas algunas negativas.
Es cierto que los servicios de salud de relativa calidad, la extensión de métodos anticonceptivos y el aborto contribuyen a esta disminución de la natalidad, sin embargo, también se hace difícil hacer familia en un país donde no escasean los bienes básicos, los salarios son míseros y pocos pueden comprar una casa.
La provincia de Sancti Spíritus no está ajena a esta situación y no pocos se preguntan: ¿por qué somos menos?
Pero según Mariano Ramón Valle Castañeda, especialista en Demografía en la Dirección Provincial de Estadísticas, la fecundidad no puede verse solamente como un número, sino que debe vincularse con factores sociales, económicos y demográficos que influyen directamente en su estudio.
“Tengo 28 años y sí, estoy con mi pareja, pero hasta ahora esperé por realizarme profesionalmente, y sobre todo por tener las condiciones económicas que me permitan independencia”, explica Leila Pérez, una profesional de las letras que espera tener algún día techo propio.
Su colega Aida Hernández no lo ve como un problema que atañe únicamente a la mujer: “A diferencia de nosotras, los hombres tienen menos miedo a convertirse en padres, que no es lo mismo que asumir la paternidad, para muchos es solo una competencia: todos tienen y yo también quiero”.
La opinión de José Antonio Rodríguez no se aleja mucho de las anteriores. Ya pasados los 30, el joven asume que alguna vez actuó de forma irresponsable. “Cuando tuve mi primera hija no estaba preparado, tenía 21 años y era una relación inestable y no me protegí. Después tuve otra con otra pareja y por ahora no nos hemos planteado tener más por la difícil situación económica”.
El normal descenso y envejecimiento de la población en edad fértil es un fenómeno social que está ahí y, de no lograr un equilibrio en breve, los índices de fecundidad llegarán a cifras mínimas, en tanto serán los mayores de 60 años quienes conformen el mayor de los grupos etarios en Cuba.
Santi Spíritus es “una de las tres provincias más envejecidas de Cuba; tiene un índice de envejecimiento poblacional del 21.7 por ciento, superior al del país que es del 20.4 por ciento”. Más de 100 mil personas rebasan los 60 años y hay unas 110 personas centenarias, agregó el especialista.