Un guardián de la cultura china en Cuba

Roberto Vargas Lee, maestro de artes marciales chinas, mantiene viva la herencia de esa cultura milenaria en la isla.
Un guardián de la cultura china en Cuba
 

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Roberto Vargas Lee recorre cada mañana las calles del Barrio Chino de La Habana hasta llegar a la sede de la Escuela Cubana de Wushu y Qigong, el proyecto sociocultural que fundó y dirige desde hace más de dos décadas.

Este maestro de artes marciales chinas, de 53 años de edad, nunca imaginó que llegaría tan lejos, cuando siendo aún un niño de su madre, cultora de la ópera cantonesa, lo llevaba a sus actuaciones en el asilo Chung Wah de Cuba, institución donde vivían entonces chinos originarios.

"Ella aprendió de mi abuelo, natural de la ciudad Zhongshan, en la provincia de Guangdong (sur)", explicó Vargas Lee a la agencia china de noticias Xinhua tras una sesión de entrenamiento con sus discípulos.

La cultura china tuvo un atractivo particular para el maestro, como le llaman con cierta veneración sus alumnos.

Vargas Lee es responsable de que la milenaria disciplina marcial del Wushu se haya extendido por toda la isla, al ser una práctica que en la actualidad tiene más de 6.000 fieles cubanos.

El entrevistado fue en su juventud un seguidor de las películas de Bruce Lee, hasta que un día en 1994 resultó sorprendido al convertirse en el primer cubano enviado a estudiar artes marciales chinas al Instituto de Cultura Física de Beijing.

"Realmente la cultura china me enamoró mientras estudiaba en Beijing, y fue mucho más allá del deporte, a lo que se sumó la suerte de conocer a mi esposa, que es china de Shanghai", señaló mientras rememoraba su boda en La Habana, en 1996.

Desde que Vargas Lee regresó a Cuba se empeñó en divulgar lo aprendido, sobre todo como método de salud para las personas mayores y como deporte competitivo, lo que ha posibilitado a sus alumnos ganar múltiples galardones internacionales desde 2001.

El maestro de artes marciales, quien habla el idioma chino a la perfección, atesora un gran número de recuerdos, entre los que sobresalen sus encuentros con Fidel y Raúl Castro, así como con el actual presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.

Divide su jornada entre las clases y la administración del restaurante Tien Tan.

En cuanto a la Escuela Cubana de Wushu y Qigong, con sede en un viejo cine, se ha convertido en un centro que irradia la cultura china.

Instructores de todas las edades llegan al sitio martes y jueves a entrenarse con el maestro para actualizarse e impartir después clases en varios municipios habaneros.

La clase comienza cada día con las notas de los himnos nacionales de Cuba y China, a lo que sigue el himno de la escuela, composición que habla de las excelencias de la práctica del Wushu y de la herencia china en la cultura cubana.

"Siempre les doy las gracias a mis alumnos por haber abrazado la cultura china", dijo este hombre que posee sexto duan (grado) en Wushu, en Daoyin Yangsheng Gong y en Quanshen Qigong, además de quinto en karate Joshinmon.

Pero todos esos títulos deportivos no han nublado la humildad del maestro, quien se reconoce apenas como "un ser humano igual a todos", y trata con la misma afabilidad a un anciano que a un niño.

Discípulos mucho mayores del maestro, como Domingo Antonio de la Peña, de 75 años, tienen por ello palabras de elogio para Vargas Lee.

"Lo que más destaco en él es su pedagogía, porque sabe hacer sentir bien a las personas y les da confianza", dijo Peña, quien es practicante desde hace 12 años.

Una joven profesora, Margaret Espinosa, quien dirige un grupo de practicantes, realza a su vez la manera en que el maestro, desde sus conocimientos de la cultura china, ayuda a las personas a estar en armonía consigo mismas y con la naturaleza.

"De él hemos aprendido en general todos, y particularmente yo, esa disciplina basada en la armonía, en la paz, en relacionarnos más con la naturaleza y mover nuestro 'qi' (energía) vital", dijo Espinosa.

En su clase, Vargas Lee elogió a Eusebia García, una ex maestra de primaria que cumplió 79 años y es una practicante sistemática.

Los alumnos aplaudieron a la cumpleañera y por un instante la clase se convirtió en una fiesta, en un jolgorio que mezcló las culturas de Cuba y China, bajo la atenta mirada de Vargas Lee, el guardián cubano de la herencia china.

(Con información de Xinhua)

 

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