Para el sacerdote cubano Alberto Reyes, los cubanos esperan y quieren de este 2021 recién iniciado muchas cosas que son comunes con los anhelos del resto de la humanidad, pero también otras muy específicas, derivadas de su vivir bajo un régimen dictatorial.
Sobre estas últimas, afirmó que esperan tener unas calles llenas de gente feliz y no de agentes policiales, así como la posibilidad de expresarse libremente sin temor a represalias.
En una reflexión que compartió en su perfil de Facebook, y que tituló “Entre continuidad y discontinuidad”, Reyes partió de destacar que “hay una magia hermosa que se expande desde la Navidad hasta el inicio de un nuevo año”.
“Es una sensación de que es posible dejar atrás no sólo lo que nos ha hecho sufrir durante el año que termina, sino también lo que nos traba la vida en el presente. Es un tiempo de esperanza, de propósitos, de optimismo en la mirada y en lo mejor del alma.
Esperamos mucho del 2021. Esperamos, junto con el resto del planeta, la derrota del Covid, el fin de los confinamientos, encontrarnos con aquellos que queremos y abrazarnos sin miedo. Esperamos tiempos más serenos, con más salud, mejor economía y menos sobresaltos”, subrayó.
Sin embargo, agregó, los cubanos esperamos también otras cosas.
“Esperamos poder salir a las calles y decir en alta voz lo que pensamos sin el miedo que nos hace bajar la voz y actuar como el gorrión que ‘pica y mira para los lados’, esperamos unas calles llenas de gente feliz y no de agentes policiales listos para reprimir el menor ‘desliz’, esperamos disfrutar de esa sensación gratificante de pueblo adulto que lucha unido por construir un presente digno sin la tutela paternalista de un Estado que no acaba de entender que su función no es la de agente de control totalitario sino la de ayudar a los ciudadanos a ser cada vez más libres y capaces”, expuso el sacerdote católico, de la central provincia de Camagüey.
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En su análisis, que ha generado centenares de reacciones y comentarios, cuestionó que el gobierno de la isla aparente no entender su encargo, o interpretarlo de la manera en que lo hace. Para él, ello sucede no sólo por el gusto por el poder o el placer del protagonismo absoluto, sino también por la impunidad que da el poder absoluto, la posibilidad de actuar sin ser cuestionado.
“En cualquier parte del mundo donde haya una mínima democracia, el poder no es impune, porque las sociedades democráticas, sin ser perfectas, generan mecanismos para que el poderoso no pueda ejercer libremente el mal”. Sin embargo, añadió Reyes, en Cuba la impunidad de la que ha gozado el régimen es abismal.
Como argumentos expuso un conjunto de hechos y acciones vinculadas a los órganos represivos, así como características de la realidad cubana, demostrativas todas de la impunidad de los gobernantes en Cuba.
“Esto es impunidad. Y esto es más, mucho más que lo que pueden dar el dinero o el poder por sí solos, porque la impunidad no sólo es lo más parecido a la ilusión de ser Dios, sino que es la posibilidad de vivir por encima de los diez mandamientos, es el reino dorado de la arbitrariedad institucionalizada”, sentenció.
Reyes consideró que existen motivos para “pensar que los que disfrutan este paraíso van a renunciar a él espontáneamente”: los cubanos y el 2021.
“Tenemos el poder de actuar como hombres y mujeres libres, tenemos el poder de decir lo que pensamos, de usar el “sí” y el “no” desde nuestra conciencia y no desde lo oficialmente orientado, podemos denunciar en público y en privado lo que está mal y no responder “como si no pasara nada”, tenemos el poder de unirnos al que defiende la verdad y la justicia para no hacerlo vulnerable. Tal vez uniéndonos, diciendo lo que pensamos y reclamando nuestros derechos, uno a uno, la verdad y la libertad se abran paso. No hacer nada, no intentar romper la impunidad, es colaborar con ella”, concluyó.