Pan de pulpa de calabaza: para que lo pruebe usted

De los inventores de la mayonesa de plátano burro, llega ahora esta delicia, para chuparse los dedos, que hará felices a los pobladores de Pinar del Río, donde se inventó.
 

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La Revolución ha dado pasos tan grandes en la innovación tecnológica y culinaria, que ahora puede vender al cubano esta delicatessen comunista: pan de pulpa de calabaza.

En la provincia Pinar del Río, donde todo se perdió, desde el jabón hasta la harina de trigo, los más sesudos intelectos de la industria ligera local inventaron esta maravilla, que ahora compite en el hit parade de la culinaria castrista, junto a la mayonesa de plátano burro y el té de moringa.

Según dice la televisora local, la pulpa de calabaza tiene propiedades superiores a la de boniato y vende este adelanto como cosa que debería celebrarse, así como los cubanos deberían agradecer eternamente que Fidel los liberara del capitalismo y que la salud funcione tan bien.

El producto es un pan semi-dulce, de buena consistencia y que se conserva en buen estado por mucho tiempo… Nada de qué quejarse.

“Es una práctica culinaria mundial, la producción de dulces caseros a partir de un 80% de pulpa de calabaza y otros 20 de harina de trigo”, asegura la televisora provincial. Es decir, un manjar digno de los países del primer mundo.

Pero algo no funciona bien. De acuerdo con el citado medio, todo esto es el resultado de que el país no puede comprar trigo en Canadá o los puertos del Báltico, lo que supone que, al final, el trigo es una mejor opción.

En otras ocasiones ADN Cuba ha reportado casos como el de Pinar del Río. En el municipio Tercer Frente, de Santiago de Cuba, hay cubanos que merecen el título de emperadores o dioses de la inventiva, porque si de innovar se trata, llegaron al colmo de la imaginación: mayonesa de plátano burro.

El pasado  9 de octubre de 2020 el periódico Adelante, de Camagüey, que la máquina elaboradora de casabe ideada por el lugareño Alexis García contribuye a la sustitución del pan, escaso por la carencia de harina.

Y cosas peores se han visto: el caldo de gallina decrépita, los embutidos de tripa… Todo el repertorio de lo que va quedando, del reciclaje más descarado, para dar de comer a un pueblo hambriento que, de milagro, sigue moviéndose y respirando.

 

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