Eusebio Pereda Godoy es uno de esos casos que ponen en entredicho uno de los lemas que más le gusta repetir al régimen cubano, ese que dice que “la revolución no deja desamparado a nadie”.
Las condiciones en las que vive este exrecluso son verdaderamente lamentables. Apartado de todos, en una construcción sin techo completo o fuerza para resistir cualquier eventualidad meteorológica, por no hablar de las inexistentes facilidades para sobrellevar el día a día.
“Estuve preso en 1986 por estar en contra del sistema comunista. Intercambié golpes con un guardia y me acusaron de sabotaje y atentado”, declara Pereda Godoy ante la cámara de ADN, con una tranquilidad inquietante dada las características de su vivienda y vida diaria.
“No se me da trabajo. Vivo de lo que pueda hacer; un horno de carbón, vender un poco de cloro… El dinero que gano es para comer y malamente. Vivo pésimamente mal, nada más hay que ver el rancho en el que vivo. Estoy pasando veinte y mil trabajos, sin techo, sin nada”, detalla.
Según aclara, su “rancho” sí tiene electricidad, “pero no tiene más nada”. “No tengo dinero para arreglarla, me la dio mi sobrina. Llevo cinco años viviendo aquí, abandonado, sin atenciones de ningún tipo”.
Pereda Godoy se baña en el patio de la precaria construcción a jicarazos, dado que no hay instalación hidráulica de ningún tipo en el sitio que habita. Asimismo, las necesidades, dice, las hace “en el monte”.
“Mi situación la saben el partido y el gobierno de la provincia y el municipio. El que era delegado aquí me dijo que vivía así por contrarrevolucionario, que nosotros los contrarrevolucionarios no teníamos vida en este país”, comenta, para luego cuestionar cómo es posible que en Cuba “se llenen la boca para hablar de los problemas de Estados Unidos”, estando allí peores.
“Aquí hay personas en la calle, sin casa, sin nada”, afirma el exconvicto contrarrevolucionario, que está seguro de que su situación “no se va a resolver con este sistema comunista”.