Llanto de impotencia, solución para muchos cubanos que no cuentan con MLC

Circula por las redes una historia de un anciano jubilado que encontró en el llanto la única "solución" a su no tenencia de MLC para comprar arroz. La dura realidad de muchos cubanos ante la crisis de la isla y su creciente dolarización
Los ancianos y jubilados están entre quienes más sufren la dolarización en Cuba
 

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La dolarización de la economía cubana en un contexto de aguda escasez de alimentos y bienes de primera necesidad ha incrementado la situación crítica de los cubanos, sobre todo aquellos en situación de vulnerabilidad como ancianos, jubilados, discapacitados y personas sin posibilidad de acceder a divisas extranjeras o, como prefiere nombrarlas el régimen, moneda libremente convertible (MLC).

Como una pequeña pero triste muestra de ello circula en las redes la historia de un trabajador jubilado, a quien, ante la carencia de MLC, no le quedó otro remedio que llorar de impotencia.

Según el relato, compartido por el usuario de Facebook identificado como Rocaar Par en el grupo Acuartelados de San Isidro, el jubilado salió como de costumbre a comprar insumos para él y su mujer, pero un indignante y lamentable desenlace le esperaría.

Compré casi de todo, desde hortalizas, viandas, frutas y algo de proteínas... casi olvidando el arroz (plato preferido por todos los cubanos). Había consumido ya las 18 libras de la bodega en mis primeros 10 días del mes. Desesperado y con los 20 días restantes del mes me dirijo a solucionar el problema en algunas tiendas de mi ciudad porque lo necesito. Para cuando llego, me llevo la sorpresa de que solo podré comprar con tarjeta MLC, dólares americanos, y me hago la pregunta en ese mismo instante: no tengo tarjeta, no tengo familiares en el extranjero que puedan ayudarme. ¿Dónde puedo acceder a la MLC para por fin comprar mi arroz?...

No quiero llevar a mi casa nada ilegal, ni delinquir en algo que me pueda perjudicar. Me informo al instante con una amable dependienta de la tienda MLC y le hago saber que solo cuento con moneda nacional (cup), la que adquirí en el banco (BPA) con mi chequera, y me dijo francamente: ¡Hay mi abuelito, con todo el respeto de sus canas, tendría que comprar dólares a 50 cup por la calle, de su moneda nacional, y que alguien se apiade de usted sin costos adicionales para su compra de una bolsa de arroz mediante una tarjeta ajena para suplir su necesidad...

Con los ojos aguados y la presión alta, llegué a mi casa y conté a mi mujer lo sucedido. Sin respuestas para ella y con la mayor decepción para mí, la abracé muy fuerte y solo exclamé: ¡¡¡SI LA DECEPCIÓN TOMARA POR REHÉN A LA INCOMODIDAD DE CADA JUBILADO COMO YO EN ESTA SITUACIÓN!!!

Prometo sembrar arroz en el techo de mi casa y llorar hasta mis últimos días en espera del fruto deseado...

La historia, si bien no precisa nombre ni ofrece testimonio gráfico, describe a la perfección el via crucis que significan las tiendas MLC para muchos cubanos a los que, como consecuencia de su carencia de divisas extranjeras, no les queda otro remedio o solución que llorar de impotencia.

Algunos pueden permitirse la compra de alimentos y productos revendidos en la calle, pero otros, como el anciano jubilado del relato, sólo tiene el llanto hasta el fin de sus días. La esperanza, fe o creencia en que las cosas mejorarán pocos la mantienen ya. Escasea y es posible que hasta eso el régimen, incapaz de abrirse para que cambie la situación, lo termine ofertando también en divisas extranjeras.

 

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