La Habana reanudó este 2 de agosto la venta racionada de cigarros en las bodegas, debido a la escasez del producto en el mercado nacional, anunciaron medios de prensa oficiales.
Para este mes, se prevé la entrega de seis cajetillas de Criollos y dos de Popular —marcas de cigarro cubanas— a cada consumidor que haya cumplido los 18 años en las “bodegas”, establecimientos del Estado donde se vende productos subvencionados a los cubanos.
La venta de estas marcas de cigarros había sido liberada, pero volvió al sistema de racionamiento debido a los bajos índices de producción en las fábricas, reconocieron directivos de Comercio Interior.
Por su parte, Betsy Díaz Velázquez, ministra de Comercio Interior, insistió en declaraciones al diario oficialista Granma en que la venta “por la libreta” —la cartilla de racionamiento que utiliza el régimen cubano desde la década del 60— es para frenar “acaparadores y revendedores”.
En declaraciones un tanto contradictorias, Díaz afirmó a la vez que la razón de fondo era la escasez de producto: “este mes [julio], por ejemplo, hubo un incumplimiento significativo de la producción, lo cual agravó esa medida inicial de expender las cajetillas en la red de bodegas”.
El plan para julio era disponer de cerca de 37 millones de cajetillas, y las entregas tuvieron un déficit de 24 millones: solo se cumplió el 34 %, según datos ofrecidos por la funcionaria.
Francisco Silva Herrera, director general de ventas del Ministerio de Comercio Interior atribuyó la poca disponibilidad de cigarros en Cuba a “intermitencias en el arribo al país de las materias primas”.
Los cigarros no es lo único que falta a los fumadores porque se comercializa “a cuentagotas”. En La Habana se autorizó la venta de solo dos tabacos y una caja de fósforos por persona.
Cubanos han mostrado su molestia con la subida de los precios en el mercado informal de las marcas ahora racionadas, así como con la venta en tiendas en divisas extranjeras, y a mayor precio, de cigarrillos de mayor calidad también producidos en Cuba.