La cuarentena, el hambre y la carencia

La pandemia provocada por el nuevo coronavirus solo ha agravado la escasez, el hambre y la carencia de productos básicos en Cuba.
Cola en La Habana
 

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El COVID-19 ha puesto a la supervivencia del planeta en aviso. Su único antídoto conocido es aislarse, de manera que las redes sociales se han convertido en el centro de la vida.

Memes, videos personales, confesiones, rasgamientos de vestiduras, catarsis, un sinfín de maneras más de exteriorizar, exorcizar, diluir las vivencias personales en colectivas en Facebook, Instagram, y otros recursos tecnológicos para socializar, manifiestan la mentalidad del planeta en enclaustramiento.

"¿Pero de qué cuarentena hablan?", pregunta Marta Abreira, del reparto Maribel, en Palma Soriano. "En Cuba nadie puede hacer aislarse. La gente tiene que salir a la calle a buscar comida every day. Soy madre soltera con dos hijas pequeñas, la cuarentena la hice cuando nacieron mis hijas y ni siquiera la cumplí, porque tuve que salir a la calle a buscarme el sustento, y el de mis hijas. Ahora que la cosa se puso peor, menos puedo hacer cuarentena".

Mayra Coquitos, de 72 años y vecina de La Estrella en el municipio Playa, hizo una cola de seis horas para comprar dos paquetes de pollo en el mercado Flores. Mayra se siente satisfecha porque su nieto comerá bien, aunque preocupada porque estuvo todo el tiempo en la cola sin nasobuco, sentada en el piso por su problema de la artritis.

"Había extranjeros… y personas que se relacionan con extranjeros… y gente tosiendo. ¡Ojalá que en las seis horas que estuve en la cola no haya chocado con el virus!".

 

 

Los medios informativos oficiales hablan sobre una próxima distribución de pollo, por municipios, también picadillos y salchichas. Panchito Salcedo, funcionario del Gobierno que está en cuarentena en el reparto Barbosa, en La Lisa, afirma que eso no es nada nuevo.

"Es lo que siempre han hecho: distribuir por municipios. En Cuba tenemos un problema diferente al de otros países: el hambre de carencia. Un estilo de vida que la gente acotó por 60 años de socialismo y la incorporó a sus genes, al raciocinio. Pueden sacar pollos todos los días en los municipios, donde sea, que siempre habrá cola. Salchichas, picadillo, detergente, jabón, lo que sea que saquen, habrá cola. Y acaparamiento. Ese miedo del cubano a que no alcance el producto, a que se acabe, está arraigado en nuestro diario vivir". 

 

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