Te cuentan y ves por ti mismo que el coronavirus y la escasez crónica de Cuba han hecho que las colas sean espacios militarizados, incluso aquellas que se forman en tiendas donde la venta se produce en monedas que el régimen no paga a sus trabajadores, al menos no en una cuantía digna que haga que el trabajo en la isla sea la principal fuente de ingresos de todos.
Sin embargo, aun cuando ya asocias la presencia policial y militar con la venta minorista, algo poco común hasta para un país con un régimen dictatorial y disfuncional, no puede menos que sorprenderte que para esos menesteres el gobierno ya esté echando mano a sus primeros oficiales, entiéndase -en el sistema de jerarquías o grados militares vigente en el país- mayores, tenientes coroneles y coroneles.
Si bien el discurso oficialista siempre ha presumido que su ejército y organismos de orden interior y seguridad son conformados por hombres de pueblo (¿dónde no?), en la cotidianidad de la isla se ven muchas situaciones en las que civiles y militares transcurren por canales distintos, y en las que los segundos ven fundamentalmente a los primeros como potenciales objetivos a los que vigilar y, si se portan “mal”, denunciar o reprimir.
La distancia entre ambos grupos aumenta en grado proporcional al grado del militar que se trate, valga la repetición de la misma palabra. A un general, por mucho que se empeñe la propaganda, nunca se le verá como a un soldado raso o a un ciudadano común. Incluso, en Cuba, país militarista, tampoco se le verá como a un reconocido científico, artista o intelectual.
Por tanto, que un teniente coronel del Ministerio del Interior, no precisamente de la PNR a juzgar por el uniforme, organice una cola para comprar lo que quiera que haya ese día, como muestra un video compartido a ADN Cuba, sorprende, y mucho.
La escena colera, acaecida en el complejo El Cristo, en calle Villegas, entre Teniente Rey y Muralla, Habana Vieja, da a pensar muchas cosas, una de ellas que quizás el régimen no dispone de tantos adeptos como quisiera y no puede poner a cualquiera a torear, dizque organizar, a la masa necesitada y obligada a permanecer horas en un mismo lugar para comprar lo mínimo.
También que a lo mejor es que finalmente ha aceptado que muchos de sus suboficiales y oficiales subalternos, sobre todo de la policía, carecen de preparación, habilidades cognitivas, cultura y capacidad para el trato continuo y cotidiano de personas.
No es que el teniente coronel sea una joya. En un momento del video se le ve irritarse y vociferar un ‘OIGAN’ a esos indisciplinados que no le prestan la debida atención. No obstante, de que explica mejor que la mayoría de los policías y oficiales menores de los cuerpos represivos cubanos no queda lugar a dudas.
Incluso, fue inteligente, quién sabe si por indicación o iniciativa propia, y decidió que eso de hacer una cola por producto es una soberana estupidez.
“Es imposible que en una tienda comunitaria como ésta, bien pequeña -esto no es un supermercado-, vayamos a hacer varias colas para cada uno de los productos. Eso es imposible. Imagínense, una cola para el pollo, una para el desodorante, cuando haya, y otra para cualquier… No podemos”, explicó el teniente coronel a los aglomerados en la referida tienda.
“Como hay tantos productos de primera necesidad, usted cuando entra –saquen cuenta y retrátense- usted cuando entra a comprar pollo y cuando mira al lado ve el desodorante, cuando mira atrás ve la lata de leche condensada. ¿Quién les va a decir a ustedes que no pueden comprar eso?”, agregó, mostrando un reconocimiento oficial e indirecto del Minint, en tanto es oficial de ahí, que a veces las prohibiciones e indicaciones oficiales son estúpidas, inútiles y contraproducentes.
“No podemos hacer una cola para cada cosa. La experiencia nos ha demostrado que hay que hacer una sola cola y usted en la tienda compra lo que le dé la gana. Yo lo siento, yo soy igual que ustedes… La realidad y la vida cotidiana nos ha demostrado que cuando usted entra a la tienda a comprar un desodorante después quiere comprar más cosas”, sentenció, con la misma fuerza argumentativa de alguien que estuviera haciendo un análisis intelectual, y no una simple exposición de algo tan sencillo como una cola para comprar cualquier producto.
Pese a eso, siempre hay algún despistado y una señora que llegó tarde, no oye bien o no entendió, pero que seguramente es otra víctima más de la crisis y el desabastecimiento, preguntó que si la cola del teniente coronel era para el pollo.
“La cola del pollo no, la cola del mercado, para todo. Allá adentro compra lo que le dé la gana. Cuando se acabe el pollo seguimos la misma cola”, sentenció el oficial, que ojalá en otra entrega de su aventura con las colas arremeta también contra el sistema Portero, ese que escanea el carné de identidad de los habaneros para que no puedan comprar el mismo producto más de una vez por semana.