El presidente designado de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se ha vestido de vendedor “a domicilio” y no perdió la oportunidad este lunes de promocionar, ante los países del bloque regional ALBA, el negocio de los servicios médicos, acaso buscando sumar ganancias en el río revuelto del escenario post pandemia.
El elegido por el general Raúl Castro para administrar la miseria de la dictadura, abogó por coordinar “ideas y acciones” para fortalecer “la cooperación, la solidaridad, la unidad, la integración y la defensa”, durante la XVIII cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), realizada de manera virtual.
Durante su intervención, el dirigente castrista reiteró el interés del régimen de continuar ampliando “la cooperación en el área de la salud” con los países de la Alba y consideró que pudiera centrarse en el asesoramiento epidemiológico y en el intercambio de supuestas “experiencias adquiridas” en el combate a la COVID-19 en Cuba.
“En Cuba hemos podido lograr resultados favorables con un enfoque médico propio que incluye el uso de medicamentos biotecnológicos innovadores que tenemos la voluntad de compartir con los países de la Alianza”, señaló Díaz-Canel, como un auténtico mercader.
En ese sentido, aseguró que los científicos de la isla –donde su población no encuentra alimentos y suministros básicos– desarrollan de manera acelerada cuatro candidatos de vacuna contra la COVID-19 que podrían estar disponibles el próximo año, informó EFE.
Díaz-Canel, con el lenguaje demagógico inherente al castrismo, dijo que “el internacionalismo y la colaboración” resultan el remedio “más efectivo” para enfrentar la pandemia, pese al complejo escenario internacional que ha provocado. Pretende recetar él mismo soluciones y vender el “remedio”.
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Obvia, claro está, las denuncias de profesionales de la salud que escaparon de las esclavizantes “misiones médicas”, y los señalamientos de organismos internacionales que han catalogado tal esquema como “servidumbre”.
Asimismo, el presidente títere resaltó que durante la crisis sanitaria Cuba envió 53 brigadas sanitarias a 39 países para vender sus servicios, con más de 3000 profesionales y técnicos de la salud.
El mandatario de la dictadura castrista, reafirmó su lealtad “incondicional” con el gobierno autoritario de Nicaragua. También felicitó al régimen de Venezuela por los resultados en las dudosas elecciones legislativas y ratificó que respalda a Nicolás Maduro, el principal aliado político y económico de Cuba en la región.
En su comparecencia también arremetió la administración estadounidense por sus sanciones contra algunos de los países de la Alianza, como Venezuela y Nicaragua.
Repitió, además, la versión castrista de que Washington busca crear la inestabilidad social y política mediante “actos subversivos ilegales, campañas de mentiras y shows mediáticos”, desconociendo las legítimas aspiraciones democráticas de los cubanos.
El ALBA reúne, junto a Venezuela y Cuba, a Antigua y Barbuda, Dominica, Nicaragua, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Granada, San Cristóbal y Nieves y nuevamente a Bolivia que se había retirado del bloque a finales de 2019 por decisión del entonces Gobierno interino.
Este lunes la organización regional ha analizado la coyuntura política regional y los retos que impone la recuperación económica post pandemia y celebró su creación hace 16 años a través de un acuerdo suscrito en La Habana entre el entonces dictador de Cuba, Fidel Castro, y el gobernante de Venezuela, Hugo Chávez, ya fallecidos.
(Con información de EFE)