Las colas son un mal que acecha a la isla desde hace décadas, pero con la pandemia del nuevo coronavirus y la "situación coyuntural" anunciada desde septiembre pasado, estas empeoran.
Un equipo de ADN Cuba salió a las calles santiagueras para preguntar cómo se viven las colas al oriente del país, y por supuesto, no escaparon de la mención los llamados coleros, ahora satanizados por el régimen.
El pensionado, Alfredo Hernández, asegura que las enormes filas que recorren las calles de la isla actualmente tiene que ver con las necesidades que se pasan y que es un problema muy serio debido a las aglomeraciones, nada amigables con esta epidemia.
Por su parte, la joven Lisandra Cruz cree que en estos tiempos hay más colas que nunca."Antes que yo naciera ya se hacían colas", lo reconoce.
Sin embargo, no pudo dejar de señalar a los coleros, como personas "que se están aprovechando de la necesidad del pueblo y eso no está bien. Me parece correcto que los metan presos a todos y les quiten las mercancías".
Al parecer en ella ha calado el discurso oficial que coloca a estos cubanos como el mayor enemigo del pueblo, cuando la realidad es otra.
El anciano, Victor Coloso lamentó: "No puede ser que la misma gente estén en todas las tiendas y la policía no les vea la cara a los mismos. Siempre se han hecho colas pero en esta pandemia se han puesto de moda. Para todo hay cola, hasta para comprar el pan. Si los productos estuvieran todos los días en las tiendas el colero no tiene nada que hacer", reflexiona.
Una mujer señaló que el problema de la escasez en Cuba no es por los coleros.
"Es que no hay las cosas, hay muy pocas, pero cuando las sacan la mayoría la compran los coleros".
Asimismo dice que la policía tiene que "acabar con los coleros", pero también debe enfrentarse a los dependientes de las tiendas.
El gobierno cubano y los medios oficialistas llevan semanas recrudeciendo sus ataques contra los llamados coleros, que no son más que seres humanos que revenden artículos para sobrevivir; quien no quiera comprarles puede hacerlo, no es obligado.
A inicios de esta semana, un artículo del estatal Juventud Rebelde volvió a tildar a los coleros como un virus, comparándolos con la pandemia actual.
Bajo el título: El «colerovirus» sí tiene cura, el periodista Norland Rosendo intenta justificar los problemas actuales de desabastecimiento culpando a los coleros-acaparadores-revendedores, como él los llama.
El texto en cuestión comienza exhortando a los cubanos a odiarse entre ellos, a difamar unos de otros y a practicar eso que llamamos chivatazo.
"Los coleros-acaparadores-revendedores son un virus que muta según las circunstancias y las brechas que dejemos abiertas. Deben ser tratados como tal. ¿Qué haría usted si sabe que un vecino tiene síntomas de COVID-19 y los está disimulando? Seguro que toma dos medidas de urgencia: corta el vínculo con esa vivienda y alerta al personal de salud. Con la plaga que ronda los establecimientos comerciales hay que hacer lo mismo", añade.