Dentro del movimiento de lucha contra el maltrato animal en Cuba, una de las protectoras más mediáticas e influyentes es Grettel Montes de Oca.
Quien ve su labor como activista dentro del grupo Cubanos en Defensa de los Animales (CEDA), o la escucha criticar el desinterés del gobierno hacia estos seres, piensa que ha sido activista toda su vida. Pero no es así, pues de niña era alérgica y sus padres no le permitían tener mascotas dentro de la casa, más allá de un hámster.
Su amor por los animales nació a partir de Lama, una gata que rescató una noche veraniega del año 2007: “Recuerdo que visité a una persona en su casa, alrededor de la cual existía una colonia de gatos. Como le estaban robando, él pretendía poner una trampa para envenenarlos”.
“Aquello me chocó y, al salir, vi una gatica negra abandonada con la cual me conecté, porque supuse que era una posible víctima. Salvar a Lama fue el chip que despertó en mí el amor hacia estos seres, y a partir de entonces tengo en mi casa 50 felinos y cinco canes”, cuenta.
Refiere que ser protector en Cuba es una labor difícil y estresante porque no existe respeto por su quehacer y gran parte de la población le ve mal o los tilda de loco cuando atienden a un animal callejero o con sarna.
“También es frustrante porque no existen medicamentos, comida, clínicas veterinarias con condiciones para atender estos seres, y menos aún refugios, pues el Estado solo opera mediante Zoonosis, institución que aboga por la captura y el sacrificio indiscriminado”.
Para Grettel la Ley de Protección Animal es un asunto muy delicado: “Cuba es el país latinoamericano más atrasado en esta temática. Hace más de 30 años se está pidiendo y nada. Hemos recolectado cartas, firmas, mas nunca nos han respondido, lo cual es una falta de respeto.
“No sé si estamos preparados o no para afrontar la Ley dado que no es parte de nuestra cultura, pero sí tengo claro que resulta imprescindible y urgente, porque el maltrato ya está a todos los niveles en nuestra sociedad”.
Marina Álvarez –también protectora- comparte la idea de Grettel de que Cuba carece de estatutos de bienestar animal por el desinterés del Gobierno.
Aún se realizan peleas de perros y gallos, estas últimas de forma legal. “Esas prácticas son demasiado salvajes y no debe ser la ‘tradición’ una excusa para mantenerlas. Tenemos que evolucionar”, comenta Marina.
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Sin embargo, no es la ‘tradición’ lo que impulsa a mantener las peleas de gallos en Cuba, sino el hecho de que algunos dirigentes estén involucrados. “Lo tengo entendido así. Creo que nadie debe estar a favor o permitirlo siquiera porque en muchos de estos lugares se promueve el lucro, juegos ilícitos, apuestas, todo tipo de enajenación”, señala.
A Marina le preocupa mucho esa dejadez del gobierno, sobre todo porque muchos turistas vienen en busca de las peleas, quizás debido a que en sus países son penalizadas. Pero hay algo que le inquieta aún más:
“Últimamente están apareciendo en Cuba casos de zoofilia y zoosadismo, como el de Rubén Marrero Perna en la localidad Monterrey -del municipio capitalino de San Miguel del Padrón- quien pertenecía al Instituto de Neurociencias y utilizaba todos los medios informáticos para conectarse con redes extranjeras de zoofilia.
“Pese a la gravedad del asunto, a este señor sencillamente lo diagnosticaron de esquizofrenia y actualmente está libre en las calles y maltratando a los animales, lo que deja a las claras que contra él no ha habido ningún tipo de castigo.
“Y me pregunto: por qué el jefe de sector de esa área, enterado de lo que está sucediendo, no toma medidas coercitivas, al menos prohibirle la tenencia de animales. Las personas con ese tipo de conducta aumentan su umbral de excitación. Entonces, a qué están esperando, ¿a que el día de mañana viole a un niño o a un anciano?”, comentó la protectora a ADN CUBA.
Para Marina lo peor de este caso es que ese tipo de conducta está proliferando en el país porque los implicados están conscientes que las autoridades no toman medidas punitivas contra ellos, hecho que les motiva hasta a exhibir sus actos bárbaros en las redes.
En respuesta a ese fenómeno, cuenta Grettel que los miembros del grupo CEDA fueron a un parque e hicieron una labor de desparasitación masiva y gratuita, para contrarrestar con una obra buena y despertar en las autoridades la importancia de una Ley de Protección de Animal, única forma de detener semejantes actos.
Grettel entiende que los dirigentes que tienen autoridad en Cuba para aprobar al menos un estatuto que prohíba el maltrato animal, se limitan de hacerlo porque no lo ven como una prioridad, pero alberga una mínima esperanza durante el mandato de Díaz Canel. “Espero que este año haya algún cambio con el nuevo presidente, porque es un tema muy sensible en la población y él sabe esa necesidad y preocupación.
“Hay un murmullo, una bola de que se está trabajando en una norma a favor del bienestar animal. Ojalá y se concrete, pues es el sueño de todos los protectores”.