Por su imagen quijotesca (alto y cuasi anoréxico), y por sobre lo que escribe (libretas de abastecimiento, comida, hambruna en Cuba, etc.), a Javier Mora (Santiago de Cuba, 1983) algunos le llaman el poeta del Hambre.
-El oficio del poeta es el camino del hambre –rectifica Javier Mora.
–Debe escribir como si fuera lo único que hay en la vida, y olvidarse de la paga. Es que el tiempo que uno debe dedicarle a buscar dinero es tiempo que estás perdiendo para hacer tu trabajo personal.
Javier pertenece a la generación de jóvenes cubanos que cuando llegó el año 2000 estaba en el preuniversitario Rafael María de Mendive. Se iba a la escuela al campo a recoger café, se jugaba ajedrez, se bebía alcohol, aunque Javier no. En esa época quería ser cura católico. Se pasaba hambre en los cafetales y se veían las películas en VHS en casa de algunos pocos afortunados que poseían estos equipos electrodomésticos.
A esa edad, en aquel entonces, los jóvenes comenzaban a tomar conciencia sobre lo que querían: irse del país a lo como fuese o estudiar primero una carrera gratis en el “Sistema de Fidel”, y luego pirarse con el título, o ser negociante. “La universidad no deja ná. Es mejor ser motorista, se pegan jevitas”, ser músico, ser jinetera, “ser médico para cuidar a mi familia”. Pero muy pocos soñaban con ser poetas y mucho menos con ser cura y vivir en celibato. Javier era de los que andaba por estos raros pensamientos.
En el año 2001 coger carrera universitaria se hizo muy difícil. Javier Mora tenía un solo pensamiento al respecto: “sólo quería pasar un año de ejército”, así que en su boleta de aspirante a carreras las 10 opciones que seleccionó fue PEDAGÓGICO. Quería estar seguro y le llegó. Su año de Servicio Militar lo pasó en la EJT (Ejército Juvenil del Trabajo), un año en el campo, en el Municipio III Frente Oriental, recogiendo café y sembrando alimentos. Aunque él no podía imaginarse esto, estaba labrando su camino del Poeta del Hambre, el Poeta de “La Jama”.
De: Examen de los institutos civiles (Ediciones Unión, 2012)
La medida prestada:
Lezama: Conviene distinguir entre ley del cansancio de las formas y ley de decadencias.
Dante: Oh beati quelli pochi che siedono a quella mensa dove il pane degli angeli si mangia! e miseri quelli che con le pecore hanno comune cibo!
En este poema Javier emplea un elemento recurrente en su obra y su vida, el humor negro.
Un amigo en común, Alex Corria, una vez en el año 2001, en su casa, le brindó pan con mayonesa y el joven Javier expresó: “Coño, ¿pan con mayonesa? esto está contraindicado”.
-En aquella época Alex y yo pasábamos tiempo juntos escuchando música, y hablando de política. Su abuelo era muy jaranero y sabio, y picaresco a la hora de hablar sobre política cubana. Te metía un repasón de la historia de la jama en Cuba después de la Revolución, pero era ameno. En ese entonces fue cuando yo empecé a pensar “la política” con todo lo que lleva –recuerda Mora. –Y empecé a garabatear mis ideas.
Luego del año del Servicio Militar Javier comienza a estudiar teología en la Ciudad de la Habana. Al cabo de un año se arrepiente y regresa a Santiago. Matricula en la Carrera de Filología y en el año 2012, exactamente para cuando se gradúa, gana el concurso de Poesía David, convocado por la UNEAC, con su primer cuaderno de poemas “Examen de los institutos civiles”.
Javier decide que ese es su camino. Se siente confiado y lee sus poemas en tertulias literarias y otros eventos. Y entonces el poema de la libreta de abastecimientos se vuelve viral.
-Lo que yo quiero decir con ese poema es sobre el tema de la libreta de abastecimiento. Se suponía que era una medida temporal, por un problema del racionamiento de alimentos que se necesitaba hacer en esa época del país. El mismo Fidel Castro en persona dijo que era una medida drástica, pero necesaria. Y hasta el día de hoy la tenemos todos los cubanos honrosamente –explica Javier.
- ¿Estudiar Filología ayuda para ser escritor? –le pregunto.
-Mis amigos Julio Jiménez, Rayner Martínez y otros, al igual que yo, opinan que la Academia de Letras en la Universidad de Oriente no te da ni un sólo porciento para lo que pudiera servirte después a tu carrera como escritor. En primer lugar, por el nivel de mediocridad de la academia, en segundo, porque los planes de estudio son realmente decimonónicos, y, en tercer lugar, porque la enseñanza real de la academia no es la práctica real de la escritura –advierte Javier.
- ¿Cuánto de su fe católica, sus estudios, su pasado teológico, hay en su vida diaria y en su obra publicada?
- En mi obra publicada no se habla mucho, tal vez algún registro por aquí y allá. Lo que queda es mi esfuerzo diario en tratar de ser buen ser humano, que es el máximo del humanismo cristiano. En mi obra yo hablo más sobre la realidad cubana socio-política-económica, que es lo que me molesta tanto a diario.
Javier Mora acaba de ganar la primera edición del certamen “Premio de Poesía de la Editorial Hypermedia”, Hypermedia Magazine, una editorial con mucho seguimiento en las redes sociales y plataformas online. Este cuaderno de poemas, “Ablandar una lengua”, es el Segundo Volumen de la “Serie de la República”, una serie que Javier está construyendo sobre Cuba.
Aunque en las noticias planas y otras redes sociales los actores y músicos del género popular se roban las atenciones mediáticas, también los poetas son artistas y son bohemios, aunque no sean reconocidos ni identificados por la masa popular.
- ¿Qué usted cree de la bohemia cubana actual?
-Para mí la bohemia es un café rodeado por los amigos hablando del mismo tema de siempre durante horas interminables, pero nunca aburriéndome –dice tajante Javier.
- ¿Influencias literarias directas? –le pregunto.
-Todo y nada –responde el Poeta del Hambre.
- ¿De qué vive un poeta cubano cuando está empezando, cuando aún no vive de su literatura?
- El que no tiene apoyo en casa, o sea una mujer que realmente hace más que tú y te apuntala en tu trabajo, que te permita hacer una carrera como escritor, que es mi caso, el que no tiene eso tiene un centro de trabajo en alguna institución cultural, las peñas literarias, y ahora están las plataformas digitales, donde muchos colaboramos. De eso vivo yo y algunos de mis colegas –apunta Javier Mora.
A Javier siempre lo vemos por la ciudad de Santiago de Cuba de buen ánimo. Contrasta con la imagen del poeta sufrido y atormentado que siempre ha vendido Occidente. Hace chistes de la situación más descabellada que pueda estar ocurriendo ahora mismo en la Ciudad Héroe o en el país, reinventándose una realidad aparte para vivir con humor bajo el absurdo cubano, algo que ha aprendido de su mentor y amigo más viejo en el oficio, “El Pachi”, Julio Jiménez. Tal vez, con uno más como ellos dos, ya se pudiera armar todo un Grupo o Movimiento Literario: “Los Jadicos Cínicos”. ¿Quién se les suma?
Javier L. Mora (Bayamo, Cuba, 1983). Poeta, crítico y traductor. Tiene publicados Matar al gato ruso y otros ensayos (Premio Pinos Nuevos, Letras Cubanas, 2018), la selección personal Manejos del ojo (Casa Vacía, 2019), y la antología Long Playing Poetry. Cuba: Generación Años Cero (Casa Vacía, 2017), en coautoría con Ángel Pérez. Ha traducido textos de Eugenio Montale, Nanni Balestrini y Matteo Fantuzzi, entre otros. Obtuvo la Beca Dador de ensayo (2014), y el Premio Ilse Erythropel de La Gaceta de Cuba (2018). En 2019 fue ganador del Premio de Poesía Editorial Hypermedia, por el cuaderno “Ablandar una lengua”, segundo volumen de su Serie de la Repúblik, integrada además por Examen de los institutos civiles (Premio David de Poesía, Ediciones Unión, 2012) y “El Gran Bluff”. Ediciones Matanzas tiene en proceso de edición su nueva versión del Wirrwarr de Edoardo Sanguineti. Textos suyos aparecen en diversas publicaciones de Cuba y el extranjero, y han sido traducidos a varias lenguas. Vive en Santiago de Cuba.