La ley 522, instaurada el 1 de julio de 2019, modificó el sistema de pago a los choferes y trabajadores de las empresas de ómnibus urbanos, con un aumento en la tasa de recaudación diaria de un astronómico 25 por ciento.
Esta disposición legal desde el principio tuvo desavenencias con los choferes de los ómnibus, con los mecánicos y con el personal de oficina, todos afectados por la nueva ley que, alegaban, iba en detrimento de las condiciones de trabajo y sus derechos laborales.
A seis meses de instaurada la 522, visitamos el paradero de Playa para recoger opiniones con choferes y trabajadores de oficina sobre su cumplimiento.
Funcionarios de la empresa pusieron trabas, aduciendo que debía solicitarse autorización al Comunicador social de la empresa provincial, que a la vez debía solicitar autorización al gobierno y al partido. Por tal motivo, las opiniones que se recogieron para este trabajo fueron directamente de choferes en los ómnibus, mientras conducían por las calles de La Habana. Casi todos dijeron que la 522 no servía.
“Para poder salir a trabajar con la guagua, debemos depositar la recaudación del viaje. Recuperamos por el trayecto la inversión y lo que venga después es nuestra ganancia. Pero si el ómnibus se rompe perdemos el dinero. La 522 nos exige también a los choferes depositar un fondo de 700 pesos para reparaciones y así el carro sale rápido”, cuenta Asdrúbal, chofer de un ómnibus articulado que hace el recorrido San Agustín-Habana Vieja.
Otro chofer, de la ruta 191, manifestó estar igualmente en contra de la 522.
“Es una porquería. ¿Dónde se ha visto que para trabajar tengas primero que depositar dinero? Además, la tasa de recaudación es muy alta, hay que llenar el carro al tope y cobrar un peso al pasajero, porque con los cuarenta centavos que cuesta el pasaje no se llega a cumplir el plan exigido por viajes. La 522 es una trampa, si se te rompe el carro por el camino no te devuelven el dinero del depósito y si no cumplen se afectan todos los trabajadores del paradero”.
Margara Vilches, expedidora del paradero, reconoce la complejidad de la ley 522, que regula el pago a los obreros por recaudación.
“Hay una necesidad de revisión de esa ley, hay que modificarle algunos aspectos. Si los choferes no cumplen el plan, entonces se afectan también nuestros salarios. Los únicos que dicen que la 522 es buena son los directivos de la empresa, porque no se acogen a ella. Pero los choferes, que son los más afectados, y son los responsables de cumplir o no el plan de recaudación, dicen todo lo contrario”.
“También el problema de la coyuntura nos afectó grandemente en estos seis meses”, alega la expedidora Margara. “Más la cantidad de carros inservibles en el paradero y la falta de piezas de repuesto en los almacenes. A los mecánicos les exigen que saquen los carros a la circulación y a los choferes que cumplan con los viajes, sin darles las mínimas condiciones de trabajo, esa es en esencia la 522”.
De la docena de opiniones recogidas en los ómnibus urbanos que circulaban por La Habana, solo un testimonio estuvo a favor de la 522. Fue el de un chofer de un P1, que cubre la ruta La Rosita-Paradero de Playa. Mientras conducía a toda velocidad por la avenida dijo:
“La 522 es una ley hecha para los choferes con necesidad, como yo, que tengo dos niños pequeños y mi mujer embarazada otra vez. Estoy obligado a quemar el timón. Hoy, por ejemplo, voy a tirar de la mañana a la noche sin descanso, sin tomarme un minuto ni para tomar agua. Le voy a sacar el zumo a la guagua, que soltará las ruedas. Así será toda la semana, y el mes, hasta que mi mujer salga del hospital. Sé que eso va en contra de mi salud y del estado técnico del carro, pero, ¿qué voy a hacer? Si me paro, me come el león”.