Estadísticas recientes ofrecidas por Jorge Luis León Linares, subdirector técnico logístico de la Empresa Provincial de Transporte en La Habana, el movimiento diario de pasajeros en la capital es de 1 100 000 personas en transporte público, y otras 100 000 en transportes de centros de trabajo o escolares.
Sin embargo la demanda es mucho mayor: entre 1,8 y 2 millones de pasajeros necesitan moverse a diario por la ciudad.
La alternativa de los llamados taxis ruteros, implementada desde mayo del 2017 por el Ministerio de Transporte, no termina de resolver el problema: cada mañana miles de personas se acumulan en aceras y paradas de ómnibus con la esperanza de llegar a tiempo a sus destinos.
Estos taxis, que trasladan más de 200 mil pasajeros mensualmente, no alcanzan para satisfacer la demanda en los horarios picos, cuando la mayoría de la población trabajadora o estudiantil van a cumplir sus deberes sociales o regresan a sus casas.
Antes de las 10 de la mañana y luego de las tres de la tarde hasta comenzada la noche, excluyendo los fines de semana, los habaneros tienen que seguir esperando por un ómnibus que provoca angustia. Compactados unos contra otros, haciendo malabares por encima de los demás para alcanzar la puerta de salida, sometidos muchas veces a la música alta del chofer o de bocinas portátiles de moda, hacen su trayecto diario.
Pero la disponibilidad de medios de transporte es solo una parte del problema. Ante el deterioro de la situación económica en Venezuela y la inestabilidad política que vive el país, la disponibilidad de combustible se ha visto afectada en Cuba.
En Ciego de Ávila, por ejemplo, y atendiendo a esta misma razón, se anunció que a partir de junio volverían los llamados “amarillos” (inspectores estatales) a controlar la circulación de pasajeros en las ciudades.
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Se restablecerán “los puntos de embarque dentro del perímetro urbano”, “los que se irán incrementando en dependencia de la demanda ciudadana y el flujo vehicular”, puede leerse en una nota oficial de la Dirección Provincial de Transporte.
No queda de otra, la nueva alternativa de taxis asociados en cooperativas, que tanto se ha agradecido porque son más baratos que los taxis libres o privados, cuestan 5 CUP (0.25 CUC) por tramo, cuando un cubano promedio gana entre 15 y 25 CUC (13 y 20 USD) mensuales.
Las rutas están delimitadas por tramos, por tanto, un alto porcentaje de los pasajeros deben hacer dos tramos por viaje debido al tamaño de la ciudad, es decir, invertir 10 CUP (0.50 CUC) cada vez. De hacerlo cada día, invertirían la mitad del salario para llegar, por ejemplo, al centro de trabajo.
Es insostenible para un cubano de ingresos promedio transportarse siempre en taxis, y muy desgastante someterse a la insuficiencia de los ómnibus del transporte público.
Otra cara del problema, prácticamente asumido como normal por los habaneros, acostumbrados a “acostumbrarse”, es el precio de la guaguas. Su precio real es 40 centavos, pero desde hace unos años el conductor o chofer te cobra personalmente y no tiene la obligación de dar vuelto en caso de que se le pague más de lo necesario.
Por tanto, queda tácitamente acordado que cada ciudadano debe ir al banco, cambiar en centavos los billetes en que se les paga, para no sentirse estafado cada vez que un ómnibus le cueste un peso.
Parece que habrá que seguir pensando otras alternativas. La movilidad es un factor fundamental en la productividad y eficiencia de cualquier sistema, y en el gran rompecabezas por componer que tiene Cuba hoy, esa parte es una de las más necesarias.