La sociedad cubana se sigue desangrando con la partida de su gente: solo en enero de 2020, un total de 510 personas de la isla solicitaron refugio en Costa Rica.
Para hacernos una idea de lo histórico de esta cifra, en el mismo período del año anterior, apenas 17 cubanos habían solicitado esta condición migratoria, según datos proporcionados a esta revista por la Dirección General de Migración de Costa Rica.
En una investigación previa publicada por ADN, las personas provenientes de Cuba constituían el tercer grupo que más refugio pedía en ese país centroamericano; pues bien, con este nuevo dato pasaron al segundo lugar, desplazando incluso a los venezolanos, que también atraviesan una grave crisis.
Nicaragua se mantiene en primer lugar como el país de donde más migrantes llegan, con 3289 personas que alegan persecución solo el mes pasado.
“La característica especial de esta ocasión es que ya se han mantenido en el tiempo por varios meses y ya suman dos mil. Lo que se ha vivido en este tiempo es algo histórico que no veíamos desde hace mucho. Teníamos ya bastante en que no había una oleada en que tantas personas de nacionalidad cubana activaran el sistema de protección”, explicó en el reportaje anterior el encargado de la Unidad de Refugio en Costa Rica, Allan Rodríguez.
Los días 7 y 8 de febrero, Kelly Clements, alta Comisionada Adjunta de las Naciones Unidas para los Refugiados, visitó Costa Rica para seguir de cerca el aumento de personas solicitantes de asilo, particularmente de Nicaragua y Venezuela, y las oportunidades de cooperación internacional.
Junto a otros cinco países de Centroamérica y México, Costa Rica forma parte del Marco Integral Regional para la Protección y Soluciones (MIRPS) que busca darle respuesta integral al desplazamiento forzado en la región.
Un médico cubano que huyó hace diez años
El doctor Rigoberto López Álvarez, al frente durante años del Centro Nacional de Atención a Personas con VIH/Sida, decidió quedarse en Costa Rica en febrero de 2010 cuando participaba en un congreso centroamericano sobre esta enfermedad.
Tuvo que trabajar en una floristería al inicio y actualmente se desempeña como profesor en la Universidad Latina de ese país.
"Yo no puedo morirme con la misma tristeza que murió mi padre. No puedo hacer eso. Y decidí irme".
"A veces se habla mucho de que si somos migrantes económicos o dejamos de serlo. En mi caso no fue una migración económica pues yo vivía bastante cómodo en Cuba: tenía carro y casa. No me gustaban las cosas que veía y es real que uno tiene su manera de pensar. Me considero un emigrado político", comentó.
ADN: ¿Cuál fue el detonante de tu salida de la isla?
Rigoberto López: "Tuve una discusión fuerte sobre un reporte de enfermedades infecciosas. Yo no estuve de acuerdo con modificar cifras. Eso en mi país es frecuente. Se buscaban siempre cifras de impacto: como la mortalidad infantil por ejemplo y el resto no las decían. Hoy las cosas que pasan están mucho más a la vista pues con un teléfono inteligente puedes tomar un video, entrevistar a alguien y eso es bueno".
ADN: ¿En qué te desempeñas actualmente?
Rigoberto López: "Soy coordinador académico de la escuela de medicina de la Universidad Latina. Trabajo en la rama que más me gusta, la enseñanza. Tengo una familia costarricense. Me encontré un ángel aquí y hasta ahora llevo siete años casado. Lo que nunca le perdonaré al gobierno cubano es la desarticulación de la familia. Brutal".