Es Primero de Mayo y Cuba baila, Cuba ríe, Cuba desfila. Para que el enemigo, el imperialismo, vea que Cuba no come miedo. No come nada tampoco, pero nadie teme.
El pueblo ha salido a desfilar sin importarle delante de quién, ni para qué. Solamente sabe por dónde. A beber y a gozar con la conga nacional. Ahí viene el Hospital Psiquiátrico con su alegría. “Esto es locura”, grita uno. Y la gente se da un buche de ron, o de aguardiente o de lo que sea, porque el pueblo no tendrá pollos, pero tiene aliento. Sobre todo aliento etílico.
Total, dice una cederista y federada, si en la casa no pintamos nada. Ahí, en la plaza, por lo menos se baila y se coge aire y sol, y la vida parece distinta, y no se está en peligro de que te caiga el techo encima.
El gobierno ha botado la casa por la ventana: carteles, transporte, televisión, policías, que es Primero de Mayo, un día en el que los que no trabajan, desfilan. Uno no sabe si desfilan porque es un día festivo o porque lo festivo es no trabajar autorizados.
Para ahorrar, que ahorre el presidente Díaz-Canel, el emergente, el puesto ahí, quien, para no gastar palabras hasta copió un twit del ministro de Defensa de Venezuela.
Y después dicen que en Cuba no hay mafia y se relacionan con el Padrino.
Somos “feluces” y comeremos avestruces. Que Cuba ría aunque se coma jutía.
Total, dice uno del interior, esto es como los velorios de Cascorro, a los que iba la gente porque no había otro lugar a donde ir. Viva el Primero de Mayo, viva la alegría cubana.
Y si los yanquis se tiran…que traigan whisky.