“Este problema lleva ya 20 años”, dice Luis Fis, vecino de calle Primera, uno de los afectados por las aguas negras producto de la tupición del viejo desagüe de Jaimanitas. “He visto casi una decena de reparaciones y no se resuelve el problema”.
Como Luis, muchas familias sufren la falta de drenaje en esa zona baja, azotada también por las penetraciones de mar y las inundaciones.
“Para aliviar las aguas negras de las viviendas de la zona, se construyó a principio del siglo XX un desagüe, que aliviaba el agua fluvial y los detritos de las viviendas y recibía mantenimiento constante por parte del Estado”, cuenta la historiadora del pueblo, doctora Miriam Noa.
“Pero después del triunfo de la Revolución se olvidó, no se le prestó atención, hasta que la tormenta del siglo terminó por tupirlo completamente, entonces vinieron las tupiciones de las cañerías y el desbordamiento de fosas en las casas”, agregó.
Las quejas de los vecinos en las rendiciones de cuentas del delegado a los electores obligaron a reparaciones sucesivas que incurrieron en gastos de recursos, equipos y personal, pero continúan las tupiciones por el pésimo drenaje.
“En varias ocasiones han venido los ingenieros y siempre sucede lo mismo: llegan al sitio, calibran el problema y diseñan la solución, tubos plásticos, desechando el desagüe original, que era de cajones de concretos de un metro de alto”, cuenta Ata, vecino de calle Primera, también afectado por la tupición del desagüe.
"La última vez se lo dije a los ingenieros: hay que destupir el viejo desagüe y poner los cajones de concretos que faltan, es la única solución al problema. Además hay que aprovechar el disipador de energía construido para ese fin y poner una reja como trampa de sólidos. No hicieron caso, retiraron los tubos plástico tupidos y colocaron tubos nuevos, resultado: con la primera penetración del mar se tupieron de nuevo y las casas se inundaron otra vez de aguas negras".
Ata conoce bien la historia del viejo desagüe, porque era hijo del antiguo encargado de mantener el desagüe limpio antes de la Revolución. Recuerda que el vejo se metía por el desagüe cuando estaba la marea baja y avanzaba por debajo de las viviendas sacando todo objeto que pudiera acumular basura.
“La Revolución desapareció ese trabajo”, dice Ata, “el desagüe comenzó a tupirse, sobre todo en los tramos en que las nuevas construcciones fueron rompiéndolo. En esas partes quedó sellado. La situación se volvió crónica. Desde entonces lo han arreglado muchas veces, y continúa tupido".
René Ayala, otro de los afectados por la tupición y el desborde de su fosa sanitaria, vecino de Primera y 240, agrega:
“He vivido la historia que cuenta Ata. Estuve presente la última vez, cuando los ejecutores de una empresa de proyectos vinieron al sitio y planificaron una nueva inversión. Le recordamos lo del disipador de energía y como antes de la Revolución había una zanja que avanzaba dentro del agua unos 20 metros, construida para ayudar a la salida del agua negra al mar. Los ingenieros elogiaron nuestros conocimientos sobre drenaje, aprendido por décadas lidiando con el problema, pero al final hicieron otra cosa, pusieron de nuevo tubos plásticos”.
René recuerda que trajeron una retroexcavadora y rompieron la calle, después se fueron y pasaron tres meses con la calle dividida a la mitad sin volver a aparecerse en el lugar. Se obstaculizó el tránsito y era un peligro porque de noche, sin alumbrado público, cualquiera en la oscuridad podía caer en la zanja.
"Después de varios meses y muchas quejas aparecieron de nuevo, colocaron tubos plásticos nuevos y para justificar que estaban haciendo una innovación hicieron un respiradero, que fue lo primero que se tupió con la primera penetración del mar. Ahora seguimos en las mismas. El Estado ha realizado gastos de inversión para nada. Queremos que alguien nos escuche. Son muchos años viviendo con el sobresalto de ver como de repente la casa se te llena de fosa".