El periodista independiente Abraham Jiménez Enoa, director del medio digital El Estornudo, publicó ayer una columna de opinión en la edición en español de The New York Times, en la que acusa al gobierno cubano de criminalizar el periodismo independiente.
Jiménez Enoa relata los detalles de la represión de la Seguridad del Estado contra activistas, periodistas independientes y opositores en el Día de los Derechos Humanos.
"Me asomé al balcón y comprobé que me habían incluido en la redada: una patrulla policial con dos oficiales y un agente vestido de civil en una moto me observaban desde abajo del edificio. Hace solo unas horas me liberaron, pero esta es la segunda vez, en los últimos cinco meses, que las autoridades de Cuba me impiden salir de casa y me dejan bajo arresto domiciliario", cuenta el periodista.
Tras explicar las condiciones legales precarias en las que sobreviven los reporteros independientes en la isla ("el artículo 55 de la constitución cubana establece que “los medios fundamentales de comunicación social, en cualquiera de sus manifestaciones y soportes, son de propiedad socialista de todo el pueblo o de las organizaciones políticas, sociales y de masas; y no pueden ser objeto de otro tipo de propiedad”. Por tanto, toda la prensa no estatal es ilegítima y el régimen la demoniza"), el director de El Estornudo asegura que "hacer periodismo independiente en Cuba significa rebelarse al totalitarismo. Una vez tomada la decisión, el sistema, que se siente ofendido con el agravio, te atrapa, te clasifica y te coloca en su lista de enemigos. No hay diferencias en Cuba entre un periodista independiente y un delincuente común. Y eso es cada vez más evidente. Las detenciones y hostigamiento a mis colegas y a mí en los últimos meses muestran un recrudecimiento de las políticas cubanas contra la libertad de prensa y acceso a la información".
Cita luego el caso de Roberto Quiñones, quien cumple una condena de un año en prisión por supuestos delitos de resistencia y desacato, y asegura que "el propio gobierno cubano destapó su caja de pandora al abrir el acceso de internet a los ciudadanos, quienes están hambrientos de información. Aunque la represión contra quienes informamos continúa impune, gracias a las redes sociales han quedado al desnudo las evidencias de un sistema autoritario que, con sus arranques de violencia, delata sus falencias democráticas."
"Ayer, el Día Internacional de los Derechos Humanos, no pude acompañar a mi madre a visitar a mi abuelo, quien está enfermo de cáncer; no pude comprar comida ni trabajar. No iba a salir a la calle a manifestarme —no soy un activista político—, pero sí saldría a hacer mi trabajo: contar cómo se vive en la Cuba de hoy. Por esa sencilla razón me arrestaron. Así que solo quiero dejar algo en claro: mi única posición política es escribir con honestidad sin rendirle cuenta a nadie. Soy periodista y tengo la responsabilidad de decirle la verdad al poder y ayudar a las personas a entender nuestra realidad. La represión a la prensa independiente por parte del gobierno cubano ya no se puede ocultar. El nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel, y la policía política deben dejar de hostigar a los periodistas y permitirnos cumplir con nuestra misión social.
"Informar y contar no son un delito", concluye.