Jorge Olivera Castillo (La Habana, 1961), presidente del Club de Escritores de Cuba, narrador, poeta y periodista, miembro de honor del PEN Inglés y el PEN Checo, ha publicado los libros Confesiones antes del crepúsculo (poesía, Miami, 2005), Huésped del Infierno (cuento, Cádiz, 2007), En cuerpo y alma (poesía, Praga, 2008), Antes que amanezca y otros relatos (cuentos, Buenos Aires, 2010), Cenizas alumbradas (Varsovia, 2010) y Sobrevivir en la boca del lobo (poesía, Madrid, 2012), Quemar las Naves (poesía, Miami,2015).
Víctima de los sucesos conocidos como la Primavera Negra, el 18 de marzo de 2003, fue condenado a 18 años de privación de libertad por ejercer el periodismo en Cuba. El 6 de diciembre de 2004, gracias a una licencia extrapenal por motivos de salud, fue excarcelado.
Para nuestra generación tú eres un ejemplo de valentía y resistencia; me gustaría que les dieras un consejo a los jóvenes cubanos que creen que es posible lograr la libertad para Cuba, como si se tratara de un padre hablando a sus hijos.
“Pues me gustaría compartir las experiencias reunidas en casi tres décadas de activismo frente a la dictadura, pero como es imposible, por razones de tiempo y espacio, pues no tengo más remedio que recurrir a la síntesis.
Les diría que no desmayen en sus propósitos. Ciertamente es una lucha muy difícil, pero justa y necesaria. El país necesita de las nuevas generaciones comprometidas de alguna o muchas maneras con la amarga realidad que enfrentamos a diario. Obviamente, hay un costo a enfrentar y esto requiere esfuerzos y disposición a mantenerse firmes a pesar de los riesgos y amenazas. En ti y en todos los jóvenes que han dado el paso adelante está la esperanza de que las condiciones existenciales mejoren en un futuro, por supuesto, a posteriori de la hegemonía exclusivista del partido único”.
Periodismo independiente. ¿Por qué una profesión tan peligrosa?
“No fue una elección fortuita. Siempre he tenido habilidades para trabajar con la palabra escrita. He sido toda mi vida un apasionado a la lectura. Aunque vengo de la televisión, donde trabajé como editor durante una década, siempre tuve el deseo de convertirme en el cronista de una realidad llena de contradicciones y complejas circunstancias.
Quise ser un intérprete del día a día que nos ha tocado vivir, primero delante de una vieja máquina de escribir y ahora de una computadora.
Cuando escribo no pienso en el peligro, sino en hacerlo lo mejor posible. Además, es una manera de liberarse de los agobios y de sentirme un hombre libre. Eso, para mí, no es cualquier cosa. La libertad es una condición que he conseguido con mucho dolor y por eso la defenderé hasta el final de mis días”.
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¿Por qué la poesía? ¿Cómo fue el proceso de creación de Confesiones antes del crepúsculo?
“La estética de un poema es insuperable. La sublimidad que encierra un texto, más allá de la forma, es algo que no resiste comparación, sin menospreciar los otros géneros literarios. En mi caso, no solo se trata de un gran placer la escritura en versos, también fue un recurso para soportar la soledad del cautiverio. Estuve casi dos años tras las rejas en el 2003 por ejercer el derecho a la libertad de expresión.
Confesiones del Crepúsculo fue mi primer cuaderno de poemas publicado. La mayor parte de los textos los escribí en una celda de aislamiento de la prisión de Guantánamo. En ese rectángulo de sombras y soledades estuve cerca de 8 meses”.
Club de Escritores y Artistas de Cuba (CEAC) ¿Qué representa para la sociedad civil en Cuba? ¿Qué requisitos deben cumplir aquellos escritores cubanos que son marginados del sistema y sus instituciones culturales?
“El CEAC es una de las organizaciones de la sociedad civil independiente que intenta desarrollar un trabajo de superación, protección y visibilidad de ese sector que ha sido objeto de la censura y la marginación. No es fácil el reto, pero queda la voluntad de avanzar, aunque no sea en la medida que deseamos. La represión constante e implacable es una realidad que obliga a centrarse en agendas minimalistas. Lo importante es mantenerse en pie, no desmayar ni perder las esperanzas. Todo esfuerzo bien dirigido y sincero tiene su recompensa, sobre todo de índole ética y moral”.
En entrevista con Rolando Cartaya dijiste: “me parece una idea peregrina que los cubanos apostemos por que un gobierno americano vaya a convertirse en el libertador de Cuba”. ¿Qué les hace falta a los cubanos para lograr la libertad?
“Hay algo que debe quedar claro y es que sin una participación activa del pueblo no se puede esperar mucho. El nivel de descontento es alto, pero el asunto es que se materialice en acciones y eso no lo veo muy claro, a corto plazo.
Abundan los miedos, la desidia y la resignación. Tres elementos de una parálisis social que facilita la permanencia de la dictadura en el poder.
Tenemos que superar esas barreras y dejar de mirar la libertad como un adolescente a una pintura abstracta.
Repito, que nadie nos va a sacar las castañas del fuego. La responsabilidad de que Cuba sea libre, es totalmente nuestra”.