Cuba ha recibido al cierre de junio del año en curso 987.008 viajeros, entre ellos 682.411 turistas internacionales, cifras que representan un incremento respecto a lo registrado en el primer semestre de 2021, pero que se mantienen alejadas del objetivo de recibir 2,5 millones de visitantes internacionales en 2022.
De acuerdo con un reciente informe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Cuba, el número de viajeros durante los primeros seis meses del año representa un incremento de 557,3 por ciento en comparación con igual período de 2021, lo que equivale a 809.898 viajeros más.
De igual forma, el número de visitantes internacionales hasta el mes de junio representa el 596,3 por ciento, 567.972 turistas más que los recibidos en el mismo intervalo de 2021.
Las cifras de la ONEI revelan que Canadá continúa siendo el mayor emisor de turistas hacia Cuba. Durante el período en cuestión se ha registrado la llegada de 214.122 visitantes de ese país, muy por encima de las cantidades de otras nacionalidades.
El segundo mayor grupo de viajeros a Cuba son los cubanos residentes o procedentes del exterior, los cuales sumaron 151.008, pero no impactan de la misma manera los indicadores de eficiencia del sector turístico de la isla porque sus estadías se enmarcan fundamentalmente en visitas familiares.
Una nota del portal oficialista Cubadebate refiere que, aunque los visitantes internacionales no llegan a la mitad del objetivo anual, la meta del sector turístico en Cuba sigue siendo alcanzar los 2,5 millones de turistas en el año.
El ministro de Economía y Planificación del régimen, Alejandro Gil, ha destacado públicamente que se observa una recuperación del turismo, uno de los principales motores de la frágil economía cubana junto a la venta de servicios médicos y profesionales, y la industria biotecnológica, de capa caída ante la escasez de insumos para mantener sus producciones habituales.
Si embargo, el funcionario ha reconocido también que el objetivo de alcanzar los 2,5 millones de turistas “no deja de ser una meta compleja” para la que se tiene “una infraestructura en condiciones”.
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Cuba reabrió sus fronteras al turismo internacional el pasado noviembre, tras un año y medio de cierres por la pandemia de COVID-19 que supuso un duro golpe a la esfera turística, de por sí golpeada a nivel mundial por la contingencia sanitaria.
Pese al notorio bajón y las estimaciones de que llevará tiempo para la recuperación del turismo internacional, el régimen cubano le sigue apostando a la llamada industria sin chimeneas por encima de otras actividades económicas para salir a flote de la aguda crisis económica que le embarga y ha depauperado aun más las condiciones de vida en la isla.
En tal sentido, continúa levantando lujosos hoteles para incrementar el número de habitaciones, las cuales superan los números de visitantes habitualmente recibidos, mientras el déficit de viviendas para la población nacional continúa siendo elevado y los derrumbes se suceden unos a otros, en un contexto de creciente inflación y escasez de alimentos y otros bienes de primera necesidad.