La historiadora de arte cubana, Carolina Barrero, miembro del grupo 27N, refirió a través de sus redes sociales detalles del último arresto arbitrario que sufrió, cuando intentaba salir en solidaridad con los manifestantes de Obispo y en apoyo a Luis Manuel Otero Alcántara.
Barrero, lleva más de un mes con vigilancia policial permanente y la policía política la ha amenazado en varias ocasiones con fabricarle un caso y acusarla en los tribunales.
“Bajé con los brazos alzados. Para estar presa en casa era mejor que me llevaran, que acabaran con el simulacro indocumentado que llevaba un mes parqueado en la esquina y me impedía salir. A esa hora, otros permanecían en las cárceles, a merced de procesos penales manoseados por quienes utilizan la ley no para hacer valer la justicia, sino para sepultar la verdad”, inició relatando la joven una publicación en su perfil de Facebook.
Barrero, subrayó que los activistas que participaron en la protesta pacífica en la habanera calle Obispo, salieron “hartos ya de un mundo sin la dignidad del peligro el 30 de abril”. “No temieron la infamia de la represión y su valor fue castigado por la trampa. Desorden público, resistencia, desacato, propagación de epidemias, propaganda enemiga, le llaman. Son las figuras jurídicas de las que se disfraza el poder para reprimir la conciencia”, acotó.
“Hace unos días, en un pasillo de la unidad policial de la Lisa escuché a un agente de la Seguridad del Estado y a un Instructor Penal barajar con sorna la medida legal que me impondrían. Se mofaban y fumaban hinchados de impunidad; era la tarde que me detuvieron cuando salí a comprar agua. Este 5 de mayo, a medida que pasaban las horas hicieron lo mismo, barajaron la figura legal que me impondrían como quien escoge el traje que mejor conviene a la ocasión; de propagación de epidemias pasaron a desorden público, para finalmente construir el desacato”, advirtió la historiadora de arte.
Explicó Barrero que “en el calabozo de San Miguel del Padrón, tres mujeres me entraron a la fuerza en una celda. Dos oficiales de la policía me aguantaron de los brazos mientras una tercera, vestida de civil, me desnudaba con violencia. Afuera de la celda un policía hombre miraba en silencio como quitaban la ropa de mi cuerpo. Fue tal la brutalidad que me tumbaron al piso para arrancarme el pantalón. Cuando terminaron me erguí desnuda y las miré. Se encogieron, les sobrevino un aspecto confuso, incapaz de sostener un bemol. Se fueron. De lo que pude decir en defensa propia ante el abuso de la autoridad me acusan de desacato”.
“Si la Seguridad del Estado cree que me humilla se equivoca, se humillan a sí mismos. Se muestran”, subrayó.
La joven activista denunció que “los cuerpos y fuerzas de la Seguridad del Estado se ufanan de decir que sus golpes no dejan marcas, se jactan de ello como si de un ardid astuto se tratara. Los entrenan así, para que la violencia no deje rastro, para que tampoco quede rastro de lo humano por encima de lo instrumental. Son piezas de una maquinaria totalitaria que se sirve de ellos a discreción. En ese engranaje algunos ven la ilusión de la protección, el refugio obsceno de la impunidad, más son ellos los verdaderos presos del mal”.
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“Somos un país oprimido y tenaz. Una fuga en la contención del relato, que desesperado busca el líquido derramado, que ya se escurre incontrolable por las fisuras de los años. Nota bene: SE, no tengo pudor en la desnudez. Es en la aspiración a desembarazarnos de lo accesorio donde se comienza a mostrar la libertad”, afirmó Barrero.
Activistas cubanos y la consultoría legal por los derechos humanos en Cuba, Cubalex, han denunciado el acoso y la violencia de agentes del régimen contra Carolina Barrero. Por su parte, el abogado Eloy Viera Cañive, señaló en su perfil de Facebook:
“Hay gente que tortura. Pero hay torturados capaces de torturar y dejar huella en los torturadores. Carolina Barrero es una de esas. Todavía hoy recuerdo una escena de Jacqueline Arenal desnuda en una serie sobre la lucha clandestina (…) Aquella escena intentaba rememorar lo más bajo de una tiranía: la reducción de la persona, en especial de la mujer, a un pedazo de carne. Eso es lo mismo que quieren demostrarle a Carolina y otras tantas mujeres. Que para esta nueva tiranía solo son eso: un pedazo de carne u objeto desprotegido ante su poder”.
“La exposición involuntaria del cuerpo de Carolina Barrero es en el fondo dignificante. Dignificante para todos los que no tenemos su entereza y para aquellos que no quieren reconocer que no hay humanidad en la tortura, que no hay dignidad en solaparla”, concluyó Viera Cañive.