El exteniente coronel Omar Ruiz Matoses afirma que la idea de redactar un manifiesto, firmado el pasado 24 de febrero por militares de alta graduación que estuvieron al servicio del régimen cubano y que, por una u otra razón se encuentran ahora en el exilio, surgió al calor del impacto provocado por la canción "Patria y Vida", según explicó en una larga entrevista con la reportera de Radio Martí, Ivette Pacheco.
“A raíz de los acontecimientos de San Isidro”
Cuenta Ruiz Matoses, que la actividad de los jóvenes artistas de San Isidro fue como un detonante para la conciencia de muchos. “Nuestros inquietos jóvenes han decidido enarbolar Patria y Vida en vez de Patria o Muerte. Con eso, creo que le resumo la idea que hizo que nos reuniéramos algunos militares y tomáramos esta decisión”.
De acuerdo con lo dicho por el exmilitar, existe “un gran sector de las Fuerzas Armadas cubanas que no comulgan con el estado de cosas reinante en nuestra tierra, y estos jóvenes de San Isidro nos han dado el golpe inicial”.
Ruiz Matoses confiesa que, en realidad, el artífice de que se gestara ese documento, sin precedentes en la historia cubana en los últimos 62 años, es su hija, la exprofesora universitaria Omara Ruiz Urquiola, quien, junto a su hermano, el biólogo Ariel Ruiz Urquiola, se encuentran entre los activistas cubanos más reconocidos dentro y fuera de la isla.
Desde el punto de vista de Ruiz Matoses, no basta con saber lo que sucede. Para actuar es necesario un choque, “algo que te saque del letargo”, explica. “Siempre hemos tenido a Cuba presente, ahora en el exilio y allá también”.
La historia de disensión del teniente coronel, padre de los hermanos Ruiz Urquiola, es mucho más antigua de lo que podamos imaginar.
“Yo estuve preso 20 años por pedir la salida del gobierno Fidel y de Raúl en un pleno del Partido antes de un Congreso”, dice, “eso fue en el año 90, yo estuve preso desde 1990 hasta 2009, y ya en 2012 tuve que salir al exilio".
Acostumbrado a moverse entre las altas esferas del poder, Ruiz Matoses ocupó posiciones de cabecera durante su vida militar activa. “Yo era el asesor de la técnica operativa de la Contra Inteligencia y fui miembro de la Comisión de Protección del Comandante en Jefe”, señaló, en referencia al fallecido dictador Fidel Castro.
El detonante que impulsó al militar a tomar una decisión drástica, que daría al traste con su estándar de vida y la de sus familiares, fue el proceso llevado a cabo contra el General de Ejército Arnaldo Ochoa Sánchez, héroe nacional condecorado con las más altas distinciones y que terminaría sus días ante el pelotón de fusilamiento, junto a otros conocidos militares.
“En lo personal, éramos amigos”, narra el exmilitar. “Yo dirigí el embrión del Instituto de Investigaciones Científico-Técnicas de las Fuerzas Armadas y Ochoa me apoyó mucho, y me dolió mucho, primero, cuando lo tomaron preso, porque yo, una semana antes, había conversado con él y ya él estaba malhumorado, no estaba bien, porque él inclusive me lo dijo, a mí y a mi hermano”.
El general Arnaldo Ochoa, recuerda Ruiz Matoses, decía estar “cansado, arrepentido de tantas guerras si, de todas maneras, mira cómo hemos guerreado y ¿qué hemos obtenido? Porque, era cierto, a la postre, nada”, señala.
“El General ya se había pronunciado sobre Fidel muchas veces en Angola, diciendo: “¿Qué se ha creído el viejo ‘chocho’ este? Y por ahí, muchas manifestaciones”.
Para Ruiz Matoses, el hecho real es que Fidel y Raúl Castro le temían al General Ochoa. “Primero, porque era el General más prestigioso de las Fuerzas Armadas y, segundo, porque iba a tener, cuando asumiera la jefatura del Ejército Occidental, un poder tremendo”, añadió.
Lea también
“Eso no se lo perdono a ninguno de ellos”
“Yo nunca pensé, lo digo sinceramente, que lo fueran a fusilar. Eso, para mí, fue uno de los días más duros de mi vida”, afirma. “Cuando, en la mañana, me enteré de que lo habían fusilado, eso no se lo perdonaré a ninguno de ellos. Porque usted puede matar por obra, por algo que hayan hecho, pero ¿por palabras? Por palabras no se puede matar a nadie. Eso es un crimen”, subrayó.
En esa época, recuerda el exteniente coronel, trabajaba en el Ministerio del Interior como asesor del jefe de la Técnica Operativa de la Contrainteligencia y decidió pedir su retiro y pasar a la vida civil.
“Estaba muy disgustado y comentaba a cada paso sobre la inmoralidad de haber asesinado al General y a otros tres compañeros de infortunio que, aunque hayan traficado con drogas, que no fue el caso de Ochoa, que sí fue el caso del Coronel De la Guardia y del Mayor Padrón y del otro infeliz, el Capitán Martínez, que eso fue un crimen, un muchacho con cuatro hijos, que lo sacaron de la reserva, y que Ochoa lo tenía consigo allá, en Angola”.
Al reunirse con los “gerifaltes”, para tratar las razones de su retiro, al preguntarle por qué quería pasar a la vida civil, Ruiz Matoses dice haber contestado: “Es que el uniforme ya me quema, me parece que tengo sangre en el uniforme, y la única manera de que yo me quede, es que revivan a Ochoa”.
Como aún no tenía edad suficiente para jubilarse, la medida tomada por los superiores del teniente coronel fue sacarle de sus funciones, y enviarle a un destacamento de Guardafronteras "a esperar mi cumpleaños para poder optar por el retiro".
“Mentira”, apunta el oficial. “Hasta mi madre, que en paz descanse, me lo dijo. Ya después, en las Asambleas para los postulados del 4tº Congreso del Partido […] estaban analizando lo mismo de siempre, el ‘Tía Tata Cuenta Cuentos’ […] y allí estaba la ‘mandancia’ del MININT y algunos generales de las FAR y yo me paré, parece que se me pegaron los platinos […] y dije: miren, los problemas no son del Plan Alimentario, los problemas de Cuba tienen nombres”.
Cuando le preguntaron si se refería al Comandante, narra Ruiz Matoses, dijo, “Sí, al Comandante y al hermano, a los dos. Esto es igual que un juego de pelota, cuando el ‘pitcher’ no ve la goma, que le están bateando, ¿qué es lo que se hace? Y el mismo político dijo: No, se le pide la pelota y se pone a otro ‘pitcher’".
“Eso es lo que hay que hacerle a Cuba, poner un gobierno de tecnócratas y Fidel y Raúl, para sus casas, y que no den ni una entrevista a la prensa”, dijo. Según asevera Ruiz Matoses, nadie lo atacó y él está seguro de que muchos, la mayoría pensaban lo mismo que él, porque todos padecen las mismas necesidades y confrontan la misma situación.
“Si nosotros dimos este paso ahora…”
“En el año 86 y 87, la plantilla de las Fuerzas Armadas era de 204 mil oficiales y suboficiales, casi un cuarto de millón de hombres y mujeres, de aquella fecha hasta ahora […] es una fuerza muy superior a la media poblacional y hay que tenerla en cuenta y, si nosotros dimos este paso ahora, es teniendo en cuenta todos estos factores”.
El gobierno, de acuerdo con lo expresado por el exoficial, no se da cuenta de que “no lo quieren, por tanto, hemos decidido publicar este comunicado ayudado por algunos compatriotas del exilio, como Juan Antonio Blanco (director de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba) de mi hija, Omara Ruiz Urquiola, y nosotros queremos poner nuestro granito de arena en presentar nuestro respeto y solidaridad a la juventud esta de San Isidro y del 27N”.
“Lo que queremos todos los cubanos”
Ante la duda de si el manifiesto sólo lo apoyan exmilitares en el exilio, Ruiz Matoses afirmó que “hay otros (militares) que viven en Cuba y nosotros no podemos publicar sus nombres, son oficiales de alta graduación en activo que nos apoyan irrestrictamente”.
“Yo no quiero estar aquí donde vivo, yo quiero estar en Cuba, en Marianao. […] Espero que los jóvenes de San Isidro, los del 27N y, en general, nuestra juventud, se solidarice con nosotros, que es nuestro deseo más ferviente y que, como decía José Martí: “La puerta está abierta y la alfombra está a la entrada, para que dejen en ella las sandalias los que anduvieron en el fango”, concluyó.
(A partir de una entrevista de Ivette Pacheco para Radio Martí)