Eso de que la revolución no deja desamparado a nadie parece ser cosa de marcos temporales extensos. Es decir, usted puede ser un adulto mayor o minusválido, sin familiares que le apoyen económica y materialmente, y con una pensión simbólica que agota en medicamentos, servicios básicos y la escasa cuota normada, y quizás la revolución, entiéndase régimen o gobierno dictatorial, sólo le ampare al final de sus días con un ataúd y servicios necrológicos que el erario asumirá.
Ojalá y no sea ese el fin de Teresa Fiallo González, cubana de 62 años residente en Güira de Melena, Artemisa, quien apenas tiene para comprar las medicinas que necesita y aun así las autoridades del régimen le niegan un subsidio para reparar su dañada vivienda desde 2017.
Según refirió Fiallo en misiva a la sección “Acuse de recibo” del oficialista Juventud Rebelde, “vive sola y no tiene hijos que puedan ayudarle”. Además, padece de una enfermedad respiratoria crónica y tuvo un paro respiratorio en 2004, “que le dejó secuelas irreversibles y la obligó a ser atendida durante años en el Hospital Neumológico Benéfico Jurídico”.
Su pensión de jubilada es de 320 pesos cubanos (cerca de 13 dólares), monto que sólo le permite cubrir algunas de las “necesidades más elementales”. “Depende de medicamentos de por vida, algo costosos: Montelukast, Salbutamol, antihistamínicos y otros; además de presentar problemas óseos debido a ellos. Y se suman los gastos de electricidad, agua y teléfono”, precisa la nota de la referida sección, a cargo del periodista José Alejandro Rodríguez.
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Fiallo no puede permitirse la reparación de la vivienda por sus propios medios. El estado constructivo de ésta se deteriora progresivamente y así es descrito:
“Cubierta de tejas y madera en muy malas condiciones, ahora toda llena de comején esa madera, que se ha diseminado por toda la casa, hasta invadir el escaparate. Filtraciones en todas las habitaciones, con agravamientos en la cocina y baño, casi a punto de derrumbe. Las paredes reventadas y con mucha humedad. La meseta con retazos de mosaicos antiguos y filtraciones en su totalidad. El baño con problemas de tuberías y desagüe”.
Por esto, la anciana solicita un subsidio para reparar desde enero de 2017. Sus esfuerzos han sido infructuosos. A pesar de las visitas que ha recibido de funcionarios de las direcciones de la Vivienda y de Trabajo municipales, y de Trabajadores Sociales, sigue estando en lista de espera y sin apoyo.
“Cada vez que realizan un otorgamiento me dicen que mi caso fue analizado, pero que quedé pendiente para el próximo, alegándome la existencia de casos ¿más críticos?, en lo que no estoy totalmente de acuerdo. Y así llevo casi cuatro años”, escribió la afectada al medio oficialista, que afortunadamente se hizo eco de su caso para ver si las autoridades competentes finalmente lo atienden de verdad, más allá de eslóganes vacíos y promesas no cumplidas.