Se ha pasado la noche llorando, está desesperada, no sabe qué hacer. Es una mujer sola, con tres hijos, con sospecha de Covid-19, aislada desde el viernes 8 de agosto después de dar vueltas en una ambulancia por varias instituciones y no aceptarla en ninguna de ellas.
Su nombre es Noraima Brito Pérez, con más de una semana encerrada en su casa, en aislamiento, y confiesa que no ha venido nadie del gobierno a prestarle ayuda. Esa ayuda que en la televisión los periodistas y dirigentes aseguran que le brindan al pueblo.
“Solo ha venido de visita rápida la doctora del consultorio, a preguntarme cómo me siento. No nos dan ningún tipo de medicamento. La delegada dice que ese no es su problema, que no tiene nada que ver con eso. Me lo gritó en los bajos del edificio. Nadie se acerca a nosotros por miedo del contagio”, lamenta.
Asegura Noraima que nada es más parecido a la vida de los perros abandonados. Así es la de ella con sus tres niños. Sin alimentos. Sin un pronóstico de la enfermedad.
“Se me agotó la comida. No puedo salir a la calle a buscarla porque la dirección del policlínico me lo prohíbe. Si salgo soy acusada de propagación de pandemia”, dice.
Esta madre desesperada pide ayuda a Dios, al gobierno, y a quien quiera oír su clamor y que abogue por ella y por sus hijos, que tienen hambre y "no puedo darles de comer".
Cuenta que está sin poder moverse de la casa. "Sin ayuda de nadie. Yo sola no puedo. A veces me asaltan pensamientos malos, pero me sobrepongo y pienso en mis hijos y en el deber que tengo de salvarlo. Su padre nos abandonó. Tengo 24 años y de verdad estoy al borde de la locura”.
Tampoco la policía nacional revolucionaria, a la que se ha dirigido Noraima, puede hacer nada. Ni la dirección del policlínico, dice que es la delegada la que debe encargarse de ese problema y la delegada alega que no es su trabajo.
“Es un peloteo muy grande. Resido en un edificio del barrio Mantilla, en Arroyo Naranjo. Mi madre se encuentra en el hospital Julito Díaz, esperando los resultados del PCR. Si doy positivo, seguro que me ingresan, con mis hijos, una tragedia. Quiero recalcar que en estos ochos días nadie ha pasado por aquí a preguntarme qué me hace falta. Mi hijo mayor es asmático crónico y el más pequeño esta recién operado de un tumor en una pierna, ¿puede haber mayor tragedia para una madre que una situación como la mía?”, cuestiona.
La clemencia es la única posibilidad que puede salvar a Noraima Brito Pérez, encerrada con sus hijos en un apartamento de Mantilla; la clemencia del estado y sus instituciones, donde la solidaridad y el no dejar desamparado a los más débiles, lo anuncian como paradigmas de su política revolucionaria.