El matrimonio compuesto por Ileana Álvarez y Francis Sánchez -exiliados en España desde finales del 2018-, contrajo el coronavirus y se encuentra en fase de tratamiento hospitalario en un sitio que no ha sido revelado.
El conocido escritor cubano, oriundo de Ceballos, en Ciego de Ávila, Félix Sánchez Rodríguez, liberó en su página de Facebook el 5 de abril este estremecedor comentario al respecto: “Amigos, me llegan noticias terribles desde España, mi cuñada Ileana Álvarez ha sido ingresada con los síntomas del coronavirus. Mi hermano Francis está muy cerca de ella. A sus amigos, que sé que son muchos, les ruego pongan sus buenos pensamientos para que se recupere pronto y queden lejos estos días de incertidumbre”.
La escritora, filóloga y editora Ileana Álvarez González (Ciego de Ávila, 1966), quien junto a su esposo, Francis Sánchez Rodríguez, comparte muchos años de aunar idénticos presupuestos creativos y que hoy lideran la editorial Deslinde, fue responsable de otras editoriales, entre ellas, Ediciones Ávila y la Revista Vivencia.
Con la reacción suscitada en su momento por su obra Alas Tensas, un magacín periodístico pro feminista, acusado de constituirse en el nuevo “enemigo de la revolución”, Ileana sufrió acoso y persecución dentro de Cuba. Finalmente consiguió emigrar junto con su familia, también tratada con saña durante aquel mismo año.
El hijo mayor, que estudiaba la carrera de medicina, terminó dejando la Universidad bajo amenazas de ser instruido de cargos por “tráfico de equipos tecnológicos”, ardid concebido entre probables candidatos a agentes policiales, azuzados desde el Ministerio del Interior.
Hizo este 6 abril exactamente dos años de que a este redactor le fuera imposibilitado -junto a la escritora- el asistir a una beca profesional que sobre el candente tema de los géneros y su empoderamiento ciudadano tuviera lugar en Ciudad Panamá, bajo los auspicios de la Sociedad Interamericana de Periodismo.
Luego de bloquearnos sin explicación los boletos para el viaje en la aduana del aeropuerto internacional José Martí de la Habana, Ileana y yo decidimos que denunciaríamos de inmediato aquel atropello, ya que luego se convertiría en norma opresiva de la “Seguridad” contra cualquier disensión.
La actual enfermedad adquirida por Ileana y su familia, desgraciadamente, debería pesar en la lista de atrocidades inspiradas contra el exilio forzoso a que han sometido a miríadas de cubanos honestos, por razones políticas muchas veces inventadas, a falta de una real conciencia histórica.