Todos los días, a las 11: 00 AM, el Dr. Francisco Durán, director de epidermiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap), irrumpe en la pantalla chica para informarnos sobre el comportamiento de la COVID-19 en Cuba. Tras una breve exposición, responde a las inquietudes de la prensa nacional y extranjera.
La pasada semana, el Dr. Durán se molestó cuando le formularon algunas preguntas “mal intencionadas” sobre los hospitales reservados para dirigentes y extranjeros. Al día siguiente, cambiaron al moderador, y, desde entonces, las preguntas y respuestas, resuenan muy agradablemente en las orejas de los comisarios políticos.
¿Cuántas camas en UCI tiene Cuba? ¿Cuántos respiradores tiene la isla para enfrentar la pandemia del coronavirus? ¿Qué nivel de confiabilidad tienen los kits rápidos de detección importados desde China? ¿Y, cuándo comenzarán las pruebas masivas?, son, entre otras, las inquietudes ignoradas por la prensa oficialista, más interesada, en indagar sobre el desempeño de la brigada Henry Reeve en Lombardía y Andorra.
Pero los doctores Francisco Durán y José Raúl de Armas, ambos funcionarios del MINSAP, comisionados para informar a la población sobre el impacto de la pandemia han propiciado un clima de falsa seguridad en la población.
Nuestros personajes de marras desaconsejaron el cierre de las fronteras, incluso, Durán, lo reiteró el pasado viernes 20 de marzo, cuando siete horas después el mandante Miguel Díaz-Canel, presionado por el estado de opinión en las redes sociales, ordenaba la salida de unos 30 mil turistas extranjeros y el aislamiento internacional de la isla.
El Dr. Durán, aún no ha mostrado un cálculo a priori de cuál sería el impacto del coronavirus en Cuba. La tarea, según él, fue encomendada a los matemáticos, “quienes han manifestado no tener los elementos suficientes para trazar la curva, su pico y su posterior aplanamiento”.
Lo paradójico del caso cubano es que, acorde a las cifras oficiales, el contagio crece linealmente y, no de forma exponencial como ocurre en el resto del mundo. Tampoco se han hecho los suficientes test para aportar cifras más creíbles. Según las experiencias de Europa y China, el 80% de los contagiados supuestamente son portadores asintomáticos.
Utilizando un seudónimo, comenté en la página del medio oficialista Cubadebate para indagar sobre algunos datos omitidos, pero mis preguntas no fueron publicadas. En una nota de BBC, solo pude averiguar que en los hospitales cubanos hay 52 camas por cada 10 mil habitantes (57 200 en total), también existen 91 unidades de cuidados intensivos (UCI) pero no revelaron sus capacidades.
A pesar de los datos omitidos, un modelo de cálculo aportado por especialistas anónimos—vía telefónica— estima conservadoramente que en el peor de los casos se producirá un pico de 110 mil contagiados sintomáticos; 17 mil de ellos desarrollarán neumonía; entre 5 mil y 8 mil ingresarán en UCI; entre 3 mil y 5 mil morirán, mientras otros 2 mil sobrevivirán con secuelas.
La principal inquietud radica en que el MINSAP esté preparado para afrontar un reto de tal magnitud. De dispararse las cifras... ¿estaríamos ante el Chernóbil del sistema de salud cubano?
Manipulación de datos y descoordinación
A ciencia cierta, el MINSAP no tiene suficientes argumentos para aseverar que Cuba se encuentra en “la etapa pre-epidemiológica”. Según experiencias europeas, las cifras reales de contagiados son hasta diez veces superiores a los números oficiales. Lo preocupante es que los ministros, los asesores y los dirigentes políticos no hablan el mismo idioma y, a pesar de la verticalidad del régimen, se respira cierta anarquía en las decisiones.
El pasado 2 de abril el noticiero estelar de Cubavisión y el portal Cubadebate, nos hicieron saber que por acuerdo del Consejo de Defensa Provincial, a partir de las 8:00 PM del pasado 3 de abril se procedería al aislamiento del Consejo Popular Carmelo en el Vedado capitalino, tras detectarse en esta región ocho casos de la COVID-19.
Se dispuso la obligatoriedad de los salvoconductos para entrar o salir de un territorio demarcado por las calles 6 hasta 28 y desde 21 hasta el Malecón. También prohibirían el tránsito de los ómnibus por la zona y, “se garantizaría” el abastecimiento de víveres y artículos de aseo para evitar la movilidad de los vecinos.
Al día siguiente pudimos apreciar que los ómnibus metropolitanos, taxis “Gacelas” y almendrones seguían circulando por la calle Línea montando y desmontando pasajeros. Por igual los vecinos continuaban haciendo colas, sin guardar la distancia social, en panaderías, bodegas, tiendas que venden en divisas y agromercados.
Por recomendación del MINSAP, ante la avalancha de peticiones de salvoconductos, la emisora Radio Reloj informó a la población el levantamiento parcial del cierre total, exhortándose a los vecinos “a autoprotegerse a conciencia”.
Por qué la alarma en el Carmelo
Según las fuentes, durante el 1º de abril se personaron, por sus propios pies, en el policlínico de 15 y 18, seis personas aquejadas con los síntomas. Al practicarse el examen rápido fueron diagnosticados positivos.
Al día siguiente se convocó una reunión en el citado policlínico para alertar a los trabajadores sobre el brote. Luego se procedió al aislamiento y vigilancia de los más de 30 familiares y personas que tuvieron contactos con los enfermos. También fueron detectados otros focos en inmuebles de la misma barriada, sitos en 5ª y 10 y Calzada y 8. Un día después el Dr. Durán reportó 10 casos de coronavirus en el municipio Plaza, según fuentes, todos proceden del Consejo Popular Carmelo.
Aunque en la actualidad hay más de 1400 extranjeros alojados en casas particulares de La Habana, los municipios Plaza, Habana Vieja y Playa ofertan las mayores capacidades de arrendamientos en la capital y cualquiera de ellos, puede convertirse en foco de la pandemia. El de mayor preocupación es el municipio Plaza, al agrupar la población más envejecida del país: más del 27% de los residentes superan los 60 años de edad.
Por infortunio, en el Carmelo, aunque mantengas la distancia social, la policía expulsa de las zonas Wi-Fi a las personas que tratan de informarse de la manera más barata. Sin embargo, mientras el asesino invisible flota en el aire, los extranjeros ruedan sus equipajes por las calles y los abuelos se apiñan en las colas para comprar el mísero condumio que expenden.