La Habana, 13 mar (EFE).- Su mezcla de ritmos cubanos con funk causa furor en Cuba, donde multitudes colapsan cada sala en que se presenta y se repiten a coro sus letras, integradas ya a la jerga popular. Ahora, Cimafunk, el fenómeno musical del 2018 en la isla, quiere poner a bailar también al público de Estados Unidos y Europa.
Incluido por la revista Billboard entre los diez artistas latinos a seguir en 2019, el cantante y productor cubano debuta esta semana junto a su banda en el festival SxSW de Austin (Texas, EE.UU), para luego seguir una gira que lo llevará a más de diez ciudades del país, entre ellas Boston, New Orleans, San Francisco y Miami.
Para julio próximo, Cimafunk planea cruzar el Atlántico y llegar al Viejo Continente, en el que ya se bailan sus sencillos "Me voy", "Paciente", "Parar el tiempo" y "Ponte pa' lo tuyo", los temas más populares de su primer álbum "Terapia".
Hecho en un estudio improvisado, "Terapia" rompió la monotonía de la escena musical cubana, dominada casi exclusivamente por la salsa y un reguetón considerado de segunda categoría, y sorprendió con un sonido fusión novedoso y a la vez familiar, que mezcla el son y la rumba cubanos con el funk estadounidense.
En la isla, el intérprete casi no puede dar un paso sin que alguien le pida una foto o le grite el !Me voy! de su sencillo más popular.
Dentro del mundo de la música es visto como "una súper estrella en ascenso" y "una de las luces del futuro del continente", como lo definiera el argentino Fito Páez, tras verlo actuar en Cuba.
"Mi sonido es muy cubano, tanto lo musical, como el texto. Yo canto como se habla en Cuba", dijo a Efe Erik Iglesias (Pinar del Río, 1989), la "persona real" detrás del alter ego Cimafunk, seudónimo que une el género setentero con el adjetivo "cimarrón" dado a esclavos africanos huidos de las plantaciones.
El apelativo, que también nombra a "lo que crece libre", califica muy bien a la música del exestudiante de Medicina, que logró presentar un nuevo sonido mestizo cuando parecía que ya todo estaba inventado.
Su trabajo sigue la estela de grandes artistas de la isla que también fusionaron ritmos propios y ajenos para lograr una sonoridad muy particular, entre ellos Benny Moré, Bola de Nieve y más recientemente Orishas.
"El proceso creativo para dar con este sonido no fue premeditado. Yo estaba haciendo música en otras bandas ('Interactivo' y la desaparecida 'Los Boys') hasta que decidí hacer lo mío aparte. Me relajé y salió", recuerda Cimafunk, que creció escuchando a Los Van Van, los Funkadelic, Lionel Richie, James Brown y Prince.
Como sus letras, los videos que acompañan los sencillos de "Terapia" muestran a La Habana como es, sin maquillaje excesivo ni regodeo en imágenes de paredes desconchadas y sucias, sino en la capacidad de los cubanos de hacer más con menos y su capacidad de resistencia.
El uso de un "lenguaje muy propio del cubano" en sus canciones, cargadas de códigos internos y vocablos que sólo se entienden en la isla, no son un impedimento para que la "música llegue", advierte el artista, que da más importancia a la manera en que se "transmite", porque "si el artista lo pasa bien, el público también".
"Yo pienso que el espectáculo es lo más importante. Es a lo que le pongo siempre el mayor peso. Creo que si yo gozo el momento, la gente también va a gozar. Al menos yo sí que voy a gozar", asegura.
Su imagen setentera y su magnetismo en el escenario le han ganado las etiquetas del "Bruno Mars o el James Brown cubano", comparaciones que el artista desecha mientras ríe incrédulo.
Cimafunk tampoco se cree un "antídoto" al reguetón, ni una "alternativa".
"Yo no tengo nada que ver con el antídoto, ni con la solución al reguetón ni nada de eso. (...) Yo ando en mi cuerda. Los reguetoneros son artistas y trabajan, y es música, no puedes suprimir un género. Si no te gusta, no lo escuches", insistió el artista, que cumplirá 30 años en medio de su gira estadounidense.
Sobre su cumpleaños el próximo abril adelanta que será "un fiestón", pero advierte que no todo será diversión en el recorrido, que ve como una oportunidad para "retroalimentarse y lanzar nuevos temas al público a ver como los recibe".
"Uno siempre está tratando de proyectar un poco más hacia arriba, de llegar a más lugares, pero sobre todo de lograr esa retroalimentación que me permite mejorar lo que estoy haciendo", señaló.