Revolución a gritos y golpes: reactivan en Cuba las Brigadas de Respuesta Rápida

Vuelven los perros a la calle, como si en la calle no hubiera ya suficientes perros de uniforme y de civil, vigilando, amenazando, advirtiendo, acosando.
Revolución a gritos y golpes: reactivan en Cuba las Brigadas de Respuesta Rápida
 

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Nunca desaparecieron. Simplemente las sacaron del foco público. Les cambiaron la fachada, como hacen siempre en Cuba con los edificios de las calles por donde pasará el turismo, o un visitante más o menos ilustre.

Las tristemente célebres Brigadas de Respuesta Rápida, remedo insular de aquellas Camisas Pardas de los fascistas alemanes y los Camisas Negras creadas por Benito Mussolini, han vuelto a ser “activadas”, eufemismo que se usa para indicar que han despertado nuevamente a la bestia y que esta vez no va a perdonar, no tendrá conmiseración ni perdón con los que los que mandan consideran “enemigos del estado”, “mercenarios al servicio del imperialismo”, y una larga lista de términos insultantes para calificar a todo cubano que no esté de acuerdo, que tenga hambre, que se pregunte ¿hasta cuándo será este sufrimiento?

Lo han vuelto a hacer, lo están haciendo, despacito, calladitos para no alterar más a la alterada población. Y han comenzado por las universidades cubanas, para comprometer (léase chantajear) a profesores y directivos, según el diario independiente cubano 14 y medio.

Esta organización parapolicial, es la punta de lanza de la represión de un gobierno que ya no sabe cómo ni dónde ocultar sus fracasos, ni a quién culpar, y mucho menos a quiénes acudir para que les sigan creyendo el gastado cuento de que el enemigo y los brujos negros se aliaron con las fuerzas del mal, y con esos cubanos malagradecidos por la miseria cotidiana y la falta de futuro de un sistema que pretende disfrazar la dolorosa realidad con viejas consignas, y la idea de que son el relevo de unos grandes logros que nadie ha visto ni sentido.

Son civiles, gente del pueblo, a quienes de alguna manera les dan la posibilidad de entrenar al asesino que llevan por dentro. Ahí están como ejemplo los llamados Colectivos chavistas, un ejército paralelo de delincuentes comunes que aterroriza las ciudades y mata sin recibir castigo. 

 

Los amargados, los mediocres, los envidiosos de siempre tienen en estas hordas represivas la vía perfecta para ofender, empujar, pegar y amedrentar con absoluta impunidad. Para sentirse superiores y vengarse. Para creer que son algo en esta vida. Una patente de corso para asesinos natos que piensan que son soldados gloriosos de la revolución mundial.

Lo mismo dan un acto de repudio que participan en la quema pública de la Declaración de los Derechos Humanos, lo que los hace doblemente inhumanos.

Pero ahora será peor, ahora les comienzan a meter en los huesos el miedo a una crisis mayor, que nadie sabe en qué pudiera terminar. Ahora tienen un instrumento legal en la recién aprobada Constitución, en cuyo artículo 3 les extienden un salvoconducto para castigar a los opositores hasta la muerte si fuera preciso: “los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución”.

Vuelven los perros a la calle, como si en la calle no hubiera ya suficientes perros de uniforme y de civil, vigilando, amenazando, advirtiendo, acosando. Pero el gobierno sabe que ahora es distinto. Cualquier teléfono celular grabará los desmanes de los uniformados, y en menos de lo que demora una oficial del MININT en asfixiar a una Dama de Blanco, esas imágenes recorrerán el mundo. Por eso quieren disfrazar de pueblo al “pueblo”, o a lo que ellos quieren considerar “su pueblo”, que ya no es quien les aplaude, sino el que muerde a sus semejantes.

El gobierno cubano cree que se fortalece de esa manera, y  lo que hace con esto es simplemente demostrar miedo, el miedo a que se les está yendo de las manos el país que ayudaron a asfixiar y a hundir, y que ahora, Dios no lo quiera, están dispuestos a llenar de sangre.

Como los de la dictadura anterior, vaya. Igualitos. Lobos de la misma camada.

 

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