El presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha dicho una verdad como un templo: “Amamos el amor y odiamos el odio”.
Ah, no, no era eso. El mandatario (que significa “al que siempre mandan”), preocupado por los altos niveles que está tomando la situación sanitaria con el dengue hemorrágico en Cuba ha dicho que cada cubano tiene una sagrada misión en estos tiempos: “No dejarse picar por el mosquito”.
También ha declarado otras boberías ahí, como que Cuba está salada, a lo mejor pensando en ir a Varadero, aunque realmente el pueblo sospecha que se refería a la debacle económica. Y a la moral, espiritual y todo lo demás. Como que a la isla le había caído un yuyo. Y ese yuyo se lo había echado el enemigo. Un bilongo cocinado en Langley, Virginia.
Pero esa parte no la puede resolver él, al menos de inmediato. Ni en los siglos venideros, así que concentrémonos en lo más urgente, que es también lo más fácil, lo más a mano. Lo práctico y médico: la previsión. Claro que esto de la previsión del dengue tiene su peligro, porque un viejo refrán reza que “hombre precavido vale por dos”, y si se duplica la población cubana, sin comida, sin luz y sin medicinas, será el acabose.
De modo y manera que la presidencia del partido y el secretariado de la república (si fuera una república como están las cosas) ha determinado que el 97 por ciento de la responsabilidad de la creciente epidemia es de los mismos cubanos que no se saben cuidar, que han fomentado los criaderos de ratas, segurosos, chivatos, clarias y otros insectos, y que se suman al número de enfermos para acusar a la revolución, en contubernio con el enemigo.
Por tanto, lo primero sería evitar todo contacto inoculante con el vector, es decir, no dejarse picar. Que no te piquen ni un cigarro, que tampoco hay. Así que algunos expertos reunidos y aplaudiendo constantemente para espantar la posible incursión de esos insectos mercenarios han escrito, a lo loco, al bulto, como zumbando, este manual un poco zumbado con algunos consejos y aconsejaciones, sugerencias e ideas para que el piquito del mosquito no pruebe la hiel de la piel.
Una de las instrucciones que han sido probadas en la práctica ha sido esta: Estar en constante movimiento. No se ha reportado ningún caso de enfermos de dengue que hayan sido picados por un mosquito mientras caminaban rápido, bailaban, corrían, saltaban en la cola del pollo o intentando robar algo de una tendedera. Parecerse a la materia, que se mueve y se transforma. Estar moviéndose sin descanso, lo mismo corriendo delante de la policía que pintando en los muros letreros que digan Díaz-Canel s....
Envolverse en algún material protector y flexible como aluminio, plástico o polietileno. Algunos expertos dicen que la mejor envoltura sería enyesarse el cuerpo desde la cabeza hasta los pies, pero esa opción no es viable por la escasez del producto, es decir, del yeso, a pesar de que es lo que suele preguntar primero la policía cuando detiene a alguien con una bolsa: Eh, ¿Y eso?
Por otra parte, las personas enyesadas pierden movilidad, y no podrían desfilar en las fechas patrias, ni acudir a sus empleos, cosa que, en definitiva, no es muy importante, porque van y no hacen ná de ná. Y si no van, tampoco pasa ná.
Otro consejo útil sería proteger la piel con gruesas capas de chapapote, teniendo cuidado no caer en un bache de la calle porque las autoridades pudieran pensar que ya lo arreglaron.
Algunas otras recomendaciones son:
-Permanecer dentro de un círculo de fuego.
-Pasar la noche sumergidos casi completamente en un líquido.
-Protegerse dentro de espacios cerrados, lo mismo en el interior de un armario que en un refrigerador.
-Que esté en alerta la masa chivatiente de los Comités de Defensa de la Revolución, para que los de vigilancia informen a los presidentes de cada zumbido y los de materia prima y salud pública corran a prevenir para que el estado movilice a la policía, boinas negras y boinas rojas con el objetivo de que salgan a las calles a aplastar mosquitos en vez de pegarle a la gente del pueblo.
-Descubrir algo muy revolucionario, en la línea del pensamiento de Fidel que coadyuve a la eliminación de eso y de lo otro, porque somos continuidad.
-Leer discursos del delirante en jefe, que te vuelven a helar la sangre en las venas y el Aedes Aegypti se alimenta de sangre caliente.
-Que la familia en pleno pase la noche soplando en todas direcciones.
Dormir por turnos de dos o cuatro horas. Uno tendido bocarriba y otro vigilándolo, listo para matar los mosquitos que se acerquen. Pero esta solución tiene a su vez un ligero inconveniente: se necesita otra persona que cuide las espaldas del que está vigilando al que duerme, y otro para el que vigila al que vigila.
Otra propuesta desesperada es pasar las noches en las casas de dirigentes del partido o gobierno, y de militares de alto rango, fundamentalmente miembros de GAESA porque en ellas no falta la electricidad, no se sufren las altas temperaturas y la alimentación es pasable.
Algunos descerebrados aconsejan que no importa sufrir alguna picada del mosquito mientras vivas en Marianao. Pero sucede que, a pesar de ser un municipio grande y próspero, no resistiría albergar a tanta gente. Sería como meter “La Habana en Guanabacoa”, y eso es imposible porque las dos se están cayendo. Además de que los mosquitos tienen una gran intuición y pudieran invadir Marianao de improviso. Serían la tropa letal del río Quibú.
Y una de las soluciones más efectivas es esta: Irse de Cuba. Está demostrado que el Aedes Aegypti es incapaz de recorrer largas distancias.