Informe secreto sobre el Caracol Africano en Cuba

Mi amigo y la babosa, que tampoco quiso ser identificada conversaron sobre el mayor problema que padece Cuba: el gobierno.
Informe secreto sobre el Caracol Africano en Cuba
 

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Un amigo de mi pueblo, que no quiere ser identificado, pudo conversar en el jardín de su casa con una babosa común, una babosa normal de esas que todos los días recorren las paredes y la hierba de nuestra patria buscando agua o un sitio húmedo. Mi amigo y la babosa, que tampoco quiso ser identificada (porque “yo sé cómo son estas cosas en Cuba, la gente se entera y luego dicen que yo”…etc.), sobre el mayor problema que padece la isla: el gobierno.

Perdón, el gobierno y todas las instituciones, incluso instituciones que nada tienen que ver con este problema, han alertado sobre el gran peligro que representa el más reciente invasor: el Caracol Gigante Africano.

A continuación, comparto la reseña que pudo hacer mi amigo no identificado sobre la conversación con la babosa, que tampoco quiso ser identificada, pero que es un molusco gasterópodo del orden Pulmonata, así que ya con este dato estamos más tranquilos.

Mi encuentro con la babosa

“Eran exactamente las 7 y pico de la mañana cuando la vi, parecía disfrutar del rocío mañanero, pero avanzaba rápido y mirando a los lados, como quien temiera algo. Era como alguna gente que conozco. No andaba, se arrastraba. Sus antenas se alargaban y se encogían, y sobre la humedad del cemento del patio la babosa iba dejando su trazo tenue. No pude resistir la tentación y le hablé. Sé que parece algo de locos que un cubano le hable a una babosa a las 7 y pico de la mañana, pero en este país se han visto peores cosas…

Creo haberle dicho algo así como “¿A dónde vas con tanta prisa, babosa?”. Por supuesto, no esperaba respuesta, y ya me estaba riendo de mi ocurrencia cuando sentí una voz ronca y profunda. Pensé que era mi madre que ya había comenzado a beber a esa hora temprana, como muchos de mis vecinos, pero no, era la babosa.

Puede que haya olvidado algo, pues no todos los días un humano conversa con un molusco, y yo estaba bajo esa fuerte impresión.

 

¿Has visto al enemigo?” – fue lo primero que me dijo— “No se te ocurra tocarlo, ni comerlo, ni usarlo para esas cosas de santería que hacen ustedes. Bastante brujería nos han echado ya. Mírame a mí, inventando, luchando, y al final vas a ver que tendré que irme de este país pegada a una balsa o a un bote, porque nos han invadido. Este gobierno que habla tanta cáscara de los americanos, que un día van a llegar y a apropiarse de todo, cuando a esa gente no le interesa un país hecho trizas por los que mandan, que están todos locos, y mira quién nos invade de verdad”.

No tuve más remedio que preguntarle si hablaba de los chinos. La babosa alzó la voz, colérica: “¿Qué chinos ni qué niño muerto, compadre? El caracol africano, que ya está que da al pecho. Ahí tú lo ves expandiéndose por toda la isla, comiendo nuestra comida, baboseándolo todo. Ah, pero seguro tiene enchufe o se hace el revolucionario, y se hace el que está con el gobierno. Así lo dejan tranquilo que goce. Pero a una, que es crítica y que a veces se opone a las políticas desastrosas de esta gente, que nos parta un rayo”.

Quise ayudarla y acercarla a un charco pero reculó como sólo saben hacer las babosas y me gritó que no, que en un charco, jamás. Que en este bendito país uno no sabe dónde espera agazapara una claria para comerse lo mismo un gato que una bicicleta. “Esas son otras”- me dijo ya más calmada— Es extranjera y enemiga, y la idea de traerla fue del mismo loco que quiso hacerlo todo más grande que nosotros mismos y ahora ni los tiburones están a salvo con las clarias. He oído que han asaltado pescaderías, círculos infantiles, almacenes. Porque le da lo mismo un pez vivo que en lata”.

Bajó los ojos y la voz y continuó: “Son como los policías. Los cazaron a lazo allá en las selvas del Mayarí y los soltaron aquí en La Habana. Imagina el encabronamiento que tienen, sin casa, sin familia, sin mujer”.

Bajó las antenas y creí que me hacía un gesto de esperarla más adelante. La obedecí y cuando llegó, media hora más tarde continuó con sus confidencias: “Pero hablemos del caracol. Ahora han “orientado” que puede ser peligroso, porque está acabando con el hábitat de otras especies. A lo mejor lo que el gobierno quiere es que una se vaya de aquí. Yo tengo paciencia, pero en cuanto me empate con un caracolito vacío, lo pinto de colores, me hago pasar por polymita a ver si me compra un turista y le vendo el cajetín a esta isla”.

Yo miré asustado en derredor, porque hay confesiones a las que no se acostumbra uno. Entonces la babosa comenzó a sollozar y confesó: “Yo no quisiera dejar esto, porque vengo de una familia mambisa y muy cubana. Pero no sé qué otra cosa hacer. Y me insulta que el gobierno no haga nada ni con el mosquito, ni con las clarias, ni con los monos verdes que trajeron del África y ahora mucho menos con el Caracol africano. Le metieron caña a los estudiantes de medicina porque protestaron, y este caracol, que sí hace daño, hace lo que le sale… ¿Tú has escuchado que el pueblo va a atrincherarse, a cavar trincheras, a abrirle más huecos a la ciudad para combatir al enemigo que es el Caracol africano? ¿No, verdad? Eso me hace pensar que todos esos discursos de guapería son una mentira. A lo mejor ya los mayimbes están hasta usándolos para hacerse un ebbó o una limpieza. Yo no confío en estos tipos”.

Ya me tenía que marchar, pero ella me hizo un último gesto con sus antenas y me susurró al oído: “Fíjate bien en Machado Ventura. Mira qué lento anda. Y está dondequiera metiendo baba. No es Gigante ni Africano, pero pa´mí que él es un caracol de esos”.

Después de eso fui a mi casa, cerré puertas y ventanas y escribí esto que ahora te mando, antes de que se me olvidara. Compártelo, porque el enemigo hace rato que está entre nosotros. Son “ellos”…

Escrito por Ramón Fernández Larrea

Ramón Fernández-Larrea (Bayamo, Cuba,1958) es guionista de radio y televisión. Ha publicado, entre otros, los poemarios: El pasado del cielo, Poemas para ponerse en la cabeza, Manual de pasión, El libro de las instrucciones, El libro de los salmos feroces, Terneros que nunca mueran de rodillas, Cantar del tigre ciego, Yo no bailo con Juana y Todos los cielos del cielo, con el que obtuvo en 2014 el premio internacional Gastón Baquero. Ha sido guionista de los programas de televisión Seguro Que Yes y Esta Noche Tu Night, conducidos por Alexis Valdés en la televisión hispana de Miami.

 

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