El chiste del pueblo uniformado

"En Cuba el gobierno es una fachada; los que mandan de verdad son los militares de GAESA (...) el ejército es el ejército, no el pueblo uniformado. Es el pueblo desinformado"
El chiste del pueblo uniformado. Ilustración: Armando Tejuca
 

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Ilustración de Portada: Armando Tejuca


 

Me he sentado esta mañana frente a mi abuelo, que ya estaba sentado, y sintiéndome orgulloso de mí, he podido explicarle que aquella frase de que “el ejército era el pueblo uniformado”, era una absoluta mentira. Que los militares son los militares y el pueblo es el pueblo, es decir, la gente que vive como gente, sean trabajadores, negociantes, oficinistas o de la Nueva Trova. Aunque los militares los ven siempre como soldados subalternos, siete pesos, reclutas, olivitos y verdolagas.

No se lo dije así, de golpe, sino enunciando los titulares y luego explicando, de manera contundente, cada acápite (y estas eran dos palabras, contundente y acápite, que siempre quise utilizar en una disertación aunque fuera con el abuelo). Así que al principio fue el verbo, y cuando le dije “Abuelo, en Cuba el gobierno es una fachada; los que mandan de verdad son los militares de GAESA”, mi abuelo miró en derredor y luego dijo “Anjá”. Mi abuelo siempre dice “Anjá” cuando algo le importa un pito, y cuando no tiene puesta la dentadura postiza.

Así que, contento y seguro, por haber recibido la aprobación a mi conclusión por parte del viejo, comencé mi demostración teórica.

Le dije: “Abuelo, ¿A qué organismo pertenecen las oficinas del carné de identidad? ¿Quiénes te dan los documentos para ser dentro de esta isla quien tú debes ser o que te crees que eres?”. El abuelo calló y aproveché el silencio para responderme yo mismo: “Al Ministerio del Interior”. ¿Y quiénes son esos tipos? Militares, viejo, pero militares con grados y uniforme, nada de pueblo uniformado.

Creí escuchar un “Anjá” bastante velado y por eso continué: “Y para salir o para entrar de Cuba ¿qué hace falta, abuelo? Un pasaporte, y antes, un permiso de salida, que era un papelito con un cuño”. Y como ya estaba impulsado, entusiasmado, confiado en mis argumentos, me levanté un poco y rematé la pregunta yo mismo: “Todo eso lo da el Ministerio del Interior, que es un misterio en el interior y en el exterior, aunque siempre la Seguridad del Estado te revisa de la cabeza a los pies: antecedentes penales, currículo, parásitos intestinales, manchas en la piel, quién eres, dónde naciste, con quién jugabas en la primaria. Si eres estreñido o defecas fácil. Todo eso lo manejan en este país los verdes, los militares, abuelo. ¿Viste?

“Claro”, seguí diciendo. “Hubo un momento en que el Fifo y Raúl soltaban los uniformes empercudidos esos, aburridos y verdes, con cositas doradas, y se disfrazaban con guayaberas y trajes. Y después que Raúl soltó el muerto, o sea el gobierno, entraron a primer plano una pila de gordos vestidos de civil, negritos y blanquitos, más blanquitos que negritos, pero casi todos entraditos en carnes, nunca mejor dicho”. Miré a ver si mi abuelo me seguía, pero estaba durmiendo, así que le sacudí un hombro y cuando volvió a abrir los ojos le leí: “Los militares cubanos controlan el multimillonario negocio de las remesas que envían los exiliados a la isla, y se quedan con hasta el 74 por ciento de cada dólar enviado”, como dijo en conferencia de prensa el economista Emilio Morales, director del Havana Consulting Group.

Creí que mi abuelo me iba a objetar con que ya esos inventos mafiosos estaban bloqueados, pero lo crucé con un gancho de derecha que decía: “Morales cree que, aunque Western Union saliera del negocio, las remesas continuarán fluyendo a través de agencias y canales informales”.

Entonces me puse de pie y caminé, como un conferencista o un profesor universitario, o un fiscal exponiendo un delito ante el jurado, y le dije: “Quiénes son los dueños del Grupo de Turismo Gaviota S.A. y la inmobiliaria Almest S.A.”. “¿Quiénes manejan el petróleo, la aduana, las agencias de envíos y de pasajes, abuelo?” “¿Y las cárceles, los almacenes, el transporte de mercancías? Los verdes del ejército. Los militares, abuelo, la mafia de GAESA. Los gordos de civil solamente son la fachada para que la gente crea que esto es normal. Sal y tira una trompetilla en la calle para que veas cómo todo se llena de segurosos, avispas, tropas especiales, guardias civiles, policías montados de Canadá Dry y policías. Es decir, el power lo tienen ellos. El Power Ranger. Los verdes los manejan los verdes, abuelo”.

Entonces, con gesto teatral, fui a la carga final diciendo: “Y cucha esto, abue: Cuando surgió en 1988, el Grupo de Turismo Gaviota S.A. apenas manejaba las 164 habitaciones del Kurhotel, centro de descanso para oficiales de las FAR ubicado en Topes de Collantes. Sin embargo, para 2001 ya contaba con 27 instalaciones y el 10 % del mercado (poco más de 3 600 habitaciones), y en 2018 lideraba el mercado cubano con 106 hoteles a su cargo y 31 907 cuartos (44 %). Pero no se detiene. Para octubre de 2019 Gaviota ya ha puesto en funcionamiento 12 de los 121 hoteles previstos inicialmente en el Plan de Desarrollo”.

“¿Tú sabes qué significa eso, abuelo? Que en La Habana van a quedar a lo mejor La Rampa y el Cementerio de Colón. Todo lo demás serán hoteles de los militares”. En Cuba el ejército es el ejército, no el pueblo uniformado. Es el pueblo desinformado. ¿Qué te parece?”.

Esperé que el abuelo me soltara otro “Anjá, porque ya les dije que él solamente dice anjá cuando algo le importa un pito o cuando no tiene puesta la dentadura, pero despertó, me miró muy serio y me dijo: -Escucha esto, zoquete:

Uno: eso siempre lo supe, porque a mí, un hombre que habla mucho no es un hombre, y el barbudo ese no se callaba.

Dos: los de arriba siempre han mirado a los de abajo como si fueran parte de una tropa. Y todos los segurosos esos, aunque los veas con pulovitos y camisitas, tienen grados militares. ¿Entendiste?-

Abuelo calló y yo me puse nervioso. No pude más y le pregunté: “¿Y la tercera cosa qué es, abuelo?” Él miró el reloj de pared y me contestó en voz baja:

-Que por estar comiendo de lo que pica el pollo se te hizo tarde para el trabajo-. Y tenía razón, así que salí volando de allí pensando que había perdido el tiempo inventando el agua tibia. Aunque no garantizo que mucha gente se haya preguntado quién manda en Cuba de verdad.

Porque ellos lo saben y ese es el tupe. El comegofio y el mascachapa están que dan al pecho. ¿O cómo creen que han durado tanto, esos del pueblo uniformado, agarrados al jamón?

Escrito por Ramón Fernández Larrea

Ramón Fernández-Larrea (Bayamo, Cuba,1958) es guionista de radio y televisión. Ha publicado, entre otros, los poemarios: El pasado del cielo, Poemas para ponerse en la cabeza, Manual de pasión, El libro de las instrucciones, El libro de los salmos feroces, Terneros que nunca mueran de rodillas, Cantar del tigre ciego, Yo no bailo con Juana y Todos los cielos del cielo, con el que obtuvo en 2014 el premio internacional Gastón Baquero. Ha sido guionista de los programas de televisión Seguro Que Yes y Esta Noche Tu Night, conducidos por Alexis Valdés en la televisión hispana de Miami.

 

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