Liarner Guemer de 19 años, residente en Baire, Contramaestre, Santiago de Cuba sueña con ser libre y tener una vida digna con el sudor de su frente pero no ve el futuro en su país.
El santiaguero solo pudo estudiar hasta onceno grado, según contó, ya que tenía que trabajar para ayudar a su familia.
"Aquí la vida es dura. No había zapatos para ir a la escuela, no había nada y tuve que trabajar en la calle", recuerda.
Actualmente, el joven trabaja como cuentapropista en una sorbetera y le va bien. Sin embargo, debe estar pendiente a la persecución policial contra negocios privados.
"El Estado te vende los productos, entonces si tú los compras en cantidad, el Estado te lo quita por acaparamiento. Él mismo te lo vende y después dice que es acaparamiento. Con ellos tú nunca ganas. La policía siempre está arriba de uno, hay que vivir escondido. No se puede levantar en nada", añadió.
Guemer, quien vive en una humilde casa de Baire, también se queja del alto costo de la vida.
"Los precios de los productos están por los cielos: todo muy caro. Aquí prácticamente el dinero no alcanza ni para vestirse ni para comer. Tengo que inventar duro para comer", explicó a ADN Cuba.
Dice que su sueño es ser libre y espera que sean personas de su generación quien tomen las riendas de la isla y le den un vuelco.
Si en La Habana la situación ya es crítica, mientras nos vamos alejando, hacia el Oriente del país, la pobreza se hace cada vez más cotidiana.
Miles de personas con viviendas destruidas por huracanes, adultos mayores abandonados viviendo de pensiones miserables, jóvenes como Liarner que no han podido prosperar.
Precisamente en Baire se le unieron al patriota cubano, Donato Mármol 100 hombres más, distinguiéndose los bairenses Florencio Salcedo, Mariano Torres, Carlos Suárez y Donato Infante. Se convertía así Baire en el segundo pueblo libre de Cuba durante la guerra de 1868.
¿Qué queda de eso tras 60 años de "revolución"?