El tema de las personas “deambulantes” siempre ha sido, de una manera u otra, esquivado por el régimen cubano. Reconocer y tratar la existencia de mendigos y personas sin ningún vínculo familiar o social no es algo que resulte muy grato al pretendido “paraíso socialista”, ya que, según el discurso oficial, “la revolución no deja desamparado a nadie”.
Sin embargo, que hay mendigos y personas necesitadas de pedir limosnas en las calles de Cuba es una realidad que no pasa desapercibida para nadie. Afortunadamente, parece que así será también para la clase gobernante en la isla y los medios oficiales.
A juzgar por un reciente reporte de Granma, ya el gobierno reconoce como problema a las personas deambulantes y los trata en algunas de sus reuniones. Según la nota, la pasada semana, en el Palacio de la Revolución, hubo “una reunión de chequeo al Programa de Prevención, Asistencia y Trabajo Social, que puso especial énfasis en el funcionamiento de los Centros de Protección Social para la Atención a las Personas con Conducta Deambulante”.
En dicho encuentro, en el que participaron el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y el primer ministro, Manuel Marrero, la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Martha Elena Feitó, detalló que ese tipo de instituciones sociales existen en seis provincias.
Son centros que “se dedican a la atención integral a las personas con conducta deambulante, que se encuentran en situación de vulnerabilidad, en estado de abandono o carecen de familiares obligados a prestar ayuda”, dijo la ministra, citada por el órgano oficial del único partido permitido en Cuba.
Feitó explicó que estos centros “tienen un carácter temporal” y que en ellos “se hace una caracterización social de las personas”, además de garantizárseles “protección, asistencia médica y rehabilitación, e incluso aseo y ropa”.
Entre sus misiones, agregó la ministra, siempre según Granma, “está garantizar la reinserción al medio social y familiar”, por lo que no pueden ser instituciones que devengan en albergues. “Cada caso tiene que llevar una solución, que puede ser el traslado a un hogar de ancianos, a un hospital siquiátrico o al seno de la familia obligada a la protección”.
En el reporte de la reunión no se especifica si los altos cargos participantes abordaron en profundidad las causas que conllevan a que haya más menesterosos o personas deambulantes que antaño.
Si bien no es un fenómeno exclusivo de la isla, lo cierto es que la escasez y las limitantes económicas de las que adolece son caldo de cultivo para que cada vez más ancianos o personas sin vínculos sociales y familiares fuertes sean vistos viviendo en la calle.
Ojalá y los referidos centros no decaigan, al tiempo que se hagan extensivos a todas las provincias. Asimismo, ojalá y la voluntad política para la resolución de esta problemática se mantenga en el tiempo, con resultados reales y no retóricos, perceptibles por todos los cubanos.