Tras la supuesta homofobia en Martí

​​​​​​​En varios sitios web y artículos se ha estado reproduciendo una frase de José Martí, supuestamente proveniente de su famoso texto Nuestra América, con el objetivo de mostrar al Héroe Nacional de Cuba como un hombre homófobo
Obra del pintor gay cubano Raúl Martínez
 

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En varios sitios web y artículos de autores de izquierda o derecha, se ha estado reproduciendo una frase de José Martí, supuestamente proveniente de su famoso texto Nuestra América. La cita en cuestión reza: «El homosexual es un ser afeminado incapaz de construir una nación. Es un inservible detritus del materialismo moderno».

Ya sabemos que Internet aguanta lo que pongan, y nada debiera asombrarnos a estas alturas.

Sin embargo, por más que me considere una persona iconoclasta, estoy en contra de cualquier tipo de tergiversación histórica. Si alguien desea argumentar la homofobia en Martí, adelante. Toda mirada crítica nos hace crecer. 

No he leído la obra completa de José Martí, pero Nuestra América lo leía como si fuera poesía. Esas palabras no están ahí. He buscado otras versiones, y tampoco.

He sentido entonces la necesidad de adentrarme un poco es este caso particular por varias razones.

La primera es mi admiración por la obra de Martí, la cual proviene, de inicio, de un fuerte adoctrinamiento estatal en Cuba, pero después cobró sus propios matices personales y críticos que la hicieron más auténtica.

La segunda es percatarme que la mayoría de quienes reproducen tan falaz cita, nunca leyeron el texto original, de apenas 7 cuartillas.

Y tercera, comprender que no todos los casos el móvil para usar la fallida cita es el mismo, yendo desde la ingenuidad intelectual, hasta la obvia intención manipuladora.

 

 

LA CITA

Donde primero encontré la falsa cita fue en un artículo de Alfredo Serra publicado en Infobae este 6 de octubre, titulado El Che Guevara y su odio implacable contra los homosexuales, a los que condenó a trabajos forzados “para curarlos”.

El texto no aporta ningún elemento que permita verificar la homofobia en el Che, más allá de las derivaciones que puedan hacerse de su concepto machista de “hombre nuevo”, y que yo comparto como una “opinión” razonable. Pero hasta ahí.

En ese texto se inserta la frase de Martí como “dato sorprendente”.

Por otra parte, encontré que también aparecía en un interesante artículo: Homosexualidad. Mitos, prejuicios y la izquierda dogmática, de Rodolfo Daniel Sánchez, un investigador socialista argentino.

Al cuestionarle el asunto en Facebook, donde publicó el texto, Sánchez acepta la crítica y me responde “Sí, está mal y es un error. Trataré de ser más cuidadoso la próxima vez”. A partir de ahí, modificó la introducción del texto original, lo cual es de agradecer.

Así, la cita se repite indiscriminadamente, en varios sitios en Internet.

LA FUENTE DEL ERROR

Sigo buscando y encuentro que Inmaculada Álvarez, en su artículo de 2003, El discurso sexual como valor de identidad nacional de lo cubano, publicado en la Revista de Humanidades (Tecnológico de Monterrey, 14, 13-36), nos dice lo siguiente:

“En su ensayo Nuestra América (1891) (Martí) elabora también su concepto de ‘hombre natural’ como modelo de ideal masculino nuevamente en oposición al hombre afeminado, a quien considera consecuencia del materialismo moderno. De esta forma, Martí establece un modelo ideal de cubano rechazando toda orientación sexual considerada como ‘no natural’”.

Basta leer el texto y el concepto de “hombre natural” de Martí para entender que no hay por ninguna parte referencia alguna a la sexualidad de las personas, sin dejar de decir, como advirtió la colega Hilda Landrove, que allí “no hay contexto ninguno donde pudiera caber un comentario sobre los homosexuales”.

En otra parte, Inmaculada Álvarez escribe:

“Considerado como símbolo de formación de lo nacional cubano, Martí (1853-1895) escribe la mayor parte de sus textos desde el exilio en Nueva York, donde señala su admiración por la modernidad del país norteamericano. En diversos artículos periodísticos como Do WeWant Cuba? (1889) aparece el concepto de hombre afeminado asociado a inferioridad social y debilidad, mientras lo fuerte y ‘viril’ se considera símbolo de las naciones modernas y desarrolladas”.

 

 

Vuelve a errar Inmaculada, dado que el texto Do WeWant Cuba? (donde sí se hace referencias al supuesto “afeminamiento” de los cubanos) no es de Martí. Todo lo contrario.

Según nos cuenta John M. Kirk en su artículo José Martí, Mentor of the Cuban Nation (Tampa: University Presses of Florida, 1983), el texto Do We Want Cuba? apareció en el Philadelphia Manufacturer, y después fue republicado en el New York Evening Post; y es un artículo que concluye que los EEUU no debían apoderarse de Cuba porque, entre otras cosas, los cubanos eran vagos, afeminados, y no merecían honor.

Lo que hace Martí entonces es responder duramente a ese texto con el ensayo Vindicación de Cuba. Allí Martí llega a decir:

“(…) porque nuestros mestizos y nuestros jóvenes de ciudad son generalmente de cuerpo delicado, locuaces y corteses, ocultando bajo el guante que pule el verso, la mano que derriba al enemigo ¿se nos ha de llamar, como The Manufacturer nos llama, un ‘pueblo afeminado’? Esos jóvenes de ciudad y mestizos de poco cuerpo supieron levantarse en un día contra un gobierno cruel (…)”

Y más adelante:

Estos cubanos ‘afeminados’ tuvieron valor suficiente, frente a un gobierno despótico, de portar en su brazo izquierdo durante una semana, la señal de luto por Lincoln”.

(La versión original del texto en idioma inglés del texto de Martí, se puede leer aquí)

Como se ve, el apelativo de “afeminado” fue expresado inicialmente como una ofensa en el artículo del Philadelphia Manufacturer, y Martí responde airado no solo a esa parte, sino a todo el injurioso texto que busca denigrar a los cubanos.

Jorge Martín, quien participa del debate en Facebook, también comenta de dónde proviene la manipulación, y concluye diciendo: “Eso significa que Martí estaba muy avanzado a las opiniones de su época (algunas de las cuales, lógicamente compartiría en todo o en parte) acerca de esta cuestión. Aquí además, probablemente, el Manufacturer, en su artículo racista, utiliza el término ‘afeminado’ en sentido misógino más que homófobo. Es decir, los cubanos son mujerzuelas incapaces de luchar por su libertad”.

Podemos estar a favor o en contra de los argumentos de Martí. Podemos estar a favor o en contra del nacionalismo del luchador cubano. Podemos incluso comprender la crítica que se hace a esa virilidad construida como elemento para enaltecer el carácter nacional, y entenderla como elemento constituyente del machismo latinoamericano e insular.

Pero de ahí a construir una cita falsa, usando términos y contenidos con los que Martí está directamente en contra, va un buen trecho. 

Las lecturas de Martí nunca nos conducen al odio, ni siquiera en aquellos versos en Abdala “es el odio invencible a quien la oprime”, que escribió con solo 16 años. Su idea de la “guerra sin odio”, manipulada por muchos, aún no ha sido profusamente extendida ni en Cuba ni en el extranjero, por lo que la lectura del excelente texto de Fina García Marruz “El amor como energía revolucionaria en José Martí”, pudiera servir de punto de partida.

Fina abunda mucho en las delicadas maneras con que Martí expresaba su cariño y admiración por sus interlocutores, sin importar si fueran hombres o mujeres, y con frecuencia terminaba sus cartas con expresiones de desinhibido amor.

“Él no teme decir esas delicadezas que tantos evitan por una falsa idea de la hombría. ‘Flor de toda ternura, y hermano mío’, llama en carta antológica a su amigo Serra. ‘Haga como si yo lo estuviera viendo’ repite con frecuencia. Y nos sobrecogen siempre un poco esas cartas que escribe desde la oficina de Front Street de Nueva York, que termina con un ‘Quiérame’, ‘Piénseme’, que tienen tanto de contenido como de vehemente, de generoso como de necesitado”.

Quienes deseamos deconstruir el machismo y la homofobia en Cuba (también el racismo y otras opresiones heredadas y regeneradas) tenemos que ir a nuestras fuentes, descolonizar la mirada, y desacralizar todo. Martí incluido. Pero cada elemento de esa lucha debe tener basamentos ciertos, no manipuladoras entelequias que nos debilitan y desacreditan.

 

 

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