Rafael Correa y la continuidad de su especie

El diálogo televisivo entre el político ecuatoriano y la directora del CENESEX sirvió para ver los límites del más rancio machismo latinoamericano.
Rafael Correa y la continuidad de su especie
 

Reproduce este artículo

La directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), Mariela Castro, y el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, sostuvieron un diálogo público recientemente, donde ambas partes debieron tragar buches amargos, al abordar temas de género, familia y diversidad sexual.

Durante el episodio de "Conversando con Correa", el líder, uno de los principales exponentes de lo que se dio en llamar “socialismo del siglo XXI”, hizo gala del más rancio machismo latinoamericano, con sus correspondientes toques de galantería y homofobia.

No la pasó muy bien el macho sudamericano ante las respuestas un poco más elaboradas de la hija de Raúl Castro. Es de suponer que tantas cenas protocolares deben haberla entrenado muy bien para lidiar con personas perfectamente incultas sobre estas temáticas.

Desde el inicio, Correa confunde el nombre del CENESEX, y se refiere al mismo como Consejo Nacional de Educación Sexual de Cuba, para seguidamente lucir muy descolocado al presentar a Mariela como experta en “temas de LGBTI, temas de la mujer, feministas”.

Quizás sea una mirada muy subjetiva mía, pero se sentían que esas palabras no salían de manera fácil de los labios de Correa. Como si tenerlas en la boca le causara repulsión.

De ahí, se inicia una serie de preguntas cuyas erradas formulaciones revelan la básica comprensión del líder sobre los temas a tratar, y su falta de preparación para la entrevista en sí.

Varios quedamos alucinando al escucharle decir “Y si no hay heterosexualidad, ¿cómo continúa la especie?”. No queda muy claro a qué se refiere ¿Acaso durante su mandato en Ecuador le llegaron propuestas para eliminar las relaciones sexuales entre personas de sexos diferentes?

Supongo que sea su formación católica la que le hace preocuparse tanto por la procreación humana, como si el planeta se estuviera despoblando. “Si la homosexualidad fuera la norma general, no habría reproducción, no habría continuidad de la especie”, nos dice muy serio, y con ello parece que ha demostrado la necesidad de la heterosexualidad como referencia normativa.

Y uno se pregunta: ¿cuándo fue que alguien exigió que la homosexualidad fuera una “norma general”? Es obvio que los presupuestos de los que parte están errados.

La idea de desarticular el heteropatriarcado no va de la mano con la falsa idea de instaurar algún tipo de tiranía opuesta equivalente. Bastaría entender las profundas diferencias que existen entre cada una de las letricas de la comunidad LGBTIQ, para entender que ni siquiera retóricamente es posible proponer tales caricaturas.

Llevemos al extremo la preocupación de Correa:

•    Gays y Lesbianas: la homosexualidad sería la norma.
•    Bisexuales: la homosexualidad y la heterosexualidad serían la norma (como ven, son normas excluyentes)
•    Transgéneros: La norma sería que las personas de un género sintieran y se expresaran con los atributos conductuales del otro género.
•    Transexuales: La norma sería que las personas de un sexo sintieran y se expresaran con los atributos conductuales del otro género y realizaran cambios anatómicos para su total plenitud.
•    Trasvestis: la norma sería que las personas de determinado género usen prendas culturalmente asignadas al otro género.
•    Intersexuales: Aquí la norma sería que las personas nacieran con elementos anatómicos de ambos sexos biológicos (!)

Y así podríamos seguir este absurdo. Como se ve, ni siquiera en el caso “malévolo” de que la comunidad LGBTIQ quisiera eso que dice Correa, podría lograrlo, pues no tendría éxito en generar una única “norma general”. Pero parece que el exmandatario no lo logra ver.

Como tampoco logra ver que sus políticas extractivistas y proyectos mineros ponen en mayor peligro a la especie humana que las uniones homosexuales.

Por su parte, las respuestas de la hija del Primer Secretario del Partico Comunista de Cuba estuvieron sobre lo correcto, con excepción de algunas pifias como la inicial, cuando afirmó que “la existencia humana es sexuada, no somos hermafroditas, nos reproducimos de manera sexual”.

Hay que aclarar que los organismos hermafroditas también son seres sexuados, y se reproducen sexualmente. De manera que no queda claro qué quiso decir la sexóloga con eso.

En cualquier caso, vale aclarar que dentro de la comunidad LGBTIQ las personas intersexuales son lo más cercano que podemos considerar como hermafroditas, aunque ese término no se aplica a los seres humanos.

El debate sobre género también fue muy pintoresco, por la pasión que sentía Correa por los “primates más desarrollados” en cuyo caso, asegura “el macho normalmente es el más fuerte, la hembra de menor tamaño, más débil”, para concluir diciéndole a su interlocutora “tú eres una mujer muy femenina, por ejemplo”.

Quisiera ver a Correa en una competencia con varias muchachas de las que estudian en la Universidad de la Cultura Física y el Deporte "Manuel Fajardo", a ver si él es más grande y más fuerte, como su voz de primate superior.

Su respuesta a ese argumento (no muy claramente presentado por Mariela, considero) es que esas son “excepciones”. La tesis de Correa es que para resolver las desigualdades no debemos eliminar las diferencias.
Correa no llegó nunca a comprender que cuando una diferencia se expresa en términos de superioridad (física, moral, intelectual, etc.) se convierte de inmediato en una desigualdad. Mariela tampoco se lo dijo.

Lo que sí dijo, al hablar de las diferencias, es que “hay que reconocerlas todas, no solamente a nivel de género, sexualidad, identidad de género, expresión de género, también culturales, étnicas, lingüísticas, espirituales”. En esta secuencia convenientemente olvidó mencionar las diferencias políticas o ideológicas, que son las que no reconoce nuestra Carta Magna.

Otro error de Mariela, es asegurar rotundamente lo que nos dijeron en la escuela de que “en Cuba no quedó población originaria”. Todavía hoy viven unas pocas comunidades cuyas genealogías se remontan a ancestros indígenas prehispánicos, quienes además, se definen como tales, y portan rasgos propios, venidos directamente de ancestros aruacos (taínos).

Al hablar de matrimonio igualitario, el cual Correa rechaza de plano, Mariela aprovechó para asegurar falsamente que “en Cuba quedan ya blindados los derechos de todas las personas, incluso para poder crear familias, ya sea por la vía del matrimonio o por la unión consensual”, sin hacer referencia a las presiones parlamentarias y religiosas que dieron al traste con ese empeño.

Correa volvió a confirmar que es un estadista con retrógrados conceptos. Por suerte, después de su salida del poder, la Corte Constitucional de ese país dio paso al matrimonio civil entre personas del mismo sexo, el 12 de junio de este año.

El autor de frases célebres como “el aborto es un crimen” o “estas ideologías de género, estas novelerías, destruyen la familia convencional”, debió tragar en seco varias veces en su conversación, en pos de esas especiales “alianzas” que se establecen entre los poderes establecidos, y en las cuales los principios de las partes quedan relegados a un tercer plano.

Unas frases laudatorias finales fueron suficientes para zanjar las desavenencias. A fin de cuentas, ellxs están casadxs, son blancxs, heterosexuales, tienen hijos, dinero, y poder. Lxs jodidxs somos nosotrxs, quienes tendremos que seguir luchando por denunciar cómo esta supuesta “izquierda progresista”, que en realidad es profundamente retrógrada y contrarrevolucionaria, nos niega nuestros derechos.

 

Escrito por Isbel Díaz Torres

Isbel Díaz Torres (Pinar del Río, Cuba - 1976). Graduado de Biología en la Universidad de La Habana. Escritor y poeta. Analista, activista social y defensor de Derechos Humanos en áreas como Medioambiente y comunidad LGBTIQ. Fundador de organizaciones y colectivos autónomos en Cuba como Guardabosques, Proyecto Arcoíris, Observatorio Crítico, y Taller Libertario Alfredo López. Coordinador del Centro Social ABRA.

 

Relacionados