Como prueba irrefutable de su degradación humana y social, en una micromuestra de lo que tienen que vivir la mayoría de los cubanos, sobre todo si dependen en exclusiva de los canales formales del régimen para vivir, los esbirros de la policía y la Seguridad del Estado que día tras día acosan a activistas y opositores son protagonistas de escenas variopintas y banales como la “lucha” por la merienda.
La tarea de vigilar e impedir la salida de su domicilio y el libre tránsito de aquellos que se atreven a disentir conlleva un severo gasto de energía, por lo que aún en crisis económica y tiempos de severa escasez hay que mantener a los represores bien alimentados.
Se aburren y quizás hasta sepan todo el mal que hacen –no está muy claro dada la capacidad intelectual y verbal de muchos-, por lo que mejor mantener sus estómagos en movimiento para que no piensen mucho o vayan a dudar alguna vez.
El “show” de la merienda de los esbirros la noche de este lunes fue captado por las activistas Anamely Ramos y Omara Ruiz Urquiola, sitiadas en el domicilio de la segunda desde que el régimen desalojase a la fuerza la protesta en la sede del Movimiento San Isidro por la liberación de Denis Solís.
“Están discutiendo por cosas tan sublimes como un pedazo de pan y esas cosas tan políticamente importantes”, ironizó Ramos en su grabación de poco más de tres minutos de la escena. Todos los días es lo mismo, agregó.
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En algún momento, los policías apetentes se percataron de que estaban siendo grabados y cesaron los comentarios referidos por las activistas. “Se dieron cuenta, pero no importa. Ya que ellos son constantes en su vigilancia, nosotros también lo seremos en las grabaciones. Dejaron de discutir, pero estaban teniendo una conversación muy importante sobre la merienda, los relevos que llegan, etc.”, explicó la activista e historiadora de arte, frecuentemente acosada y reprimida por el régimen.
Su publicación en Facebook de la escena de la merienda ha motivado numerosas reacciones y comentarios, muchos de ellos ironizando a partir de la comicidad del hecho, que demuestra cómo muchos defienden al sistema no por convicciones o ideología, como al oficialismo le gusta intentar hacer creer, sino por un pedazo de pan y simplezas materiales.
“Pónganle nombre a esa serie que están grabando: Sin panes no hay paraíso”, sugirió el comunicólogo José Raúl Gallego, a lo que la usuaria identificada como Daleth Ledon comentó que otro nombre posible sería “sin merienda no hay vigilancia”.