Jiu-Jitsu contra violación

Es un arte marcial milenaria especialmente enfocado en luxaciones, estrangulaciones y ahorcamientos; diseñado para controlar y neutralizar atacantes de mayor fuerza y peso
 

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Es casi una devoción religiosa. Una puerta se abre ante una habitación cualquiera, anónima; y, justo antes de atravesar el umbral, una pequeña reverencia convierte un salón regular en dojo consagrado. El muchacho de la reverencia entra entonces, cargado de un inmenso maletín lleno de guantes, cabeceros, petos y demás implementos de la practica deportiva. Se llama Javier Peña, tiene 30 años, pesa 150 libras, practica Jiu-jitsu.

¿La habitación? La sala multipropósito del Instituto Hannah Arendt (INSTAR) que,  en la última semana del recién finalizado mes de febrero, ha brindado su espacio y apoyo al proyecto “Jiujitsu contra Violación”.

El jiujitsu es un arte marcial milenaria especialmente enfocado en luxaciones, estrangulaciones y ahorcamientos; diseñado para controlar y neutralizar atacantes de mayor fuerza y peso corporal mediante el control de posiciones y el conocimiento anatómico.

En 1914 llega a Brasil Mitsuyo Maeda, practicante del arte que se encontraba viajando por el mundo exhibiendo las técnicas de este. En Brasil, es hospedado por un reconocido banquero y político y en agradecimiento empieza a entrenar a sus dos hijos mayores en la disciplina. El menor de ellos, Helio Gracie, era de constitución muy delgada y sufría de asma, por lo que le era imposible la ejecución de técnicas basadas en la fuerza. En vez de rendirse y abandonar, empezó el largo proceso de adaptar las técnicas para que su ejecución dependiera más del conocimiento técnico y correcta aplicación, y sin necesidad de una condición física atlética, creando así el Gracie Jiu Jitsu, o Jiu Jitsu Brasileño (BJJ por sus siglas en inglés).

Este “estilo” es especialmente útil para todos aquellos que se encuentran en desventaja física ante posibles atacantes, ya que las técnicas han sido desarrolladas partiendo de la base del funcionamiento mecánico del cuerpo humano y no de la habilidad física del practicante. Además, teniendo en cuenta su enfoque en técnicas de suelo (newaza) se vuelve especialmente útil contra agresores que pretenden establecer control sobre oponentes en el piso, imponiéndose mediante la fuerza bruta y la agresividad. Todo esto lo hace ideal para ser usado por mujeres como defensa contra violación.

"Yo he tenido la suerte - dice Javier - de entrenar siempre con personas mucho más pesadas que yo. Lo cual enseguida te da noción de si lo que tú practicas realmente funciona. - Y aparentemente sí funciona, es muy impresionante como un grupo de movimientos relativamente sencillos resultan en técnicas que permiten, desde el piso y en posiciones muy precarias, torcer brazos y realizar estrangulaciones. "Lo mas importante, creo yo, es dejar de sentirse indefenso; la solución no puede ser ni pesimista (no salir nunca de noche ni sola) ni optimista (creer que nunca nada va a pasar); sino práctica: las mujeres necesitan ser y sentirse capaces de defenderse, y ese es el objetivo del taller". 

Basta ver la cara de las participantes al salir de cada una de las sesiones hacia la calle y sus vidas diarias para ver el resultado. Salen orgullosas, con la cabeza en alto y la vista firme, listas a dejar atrás un miedo más. Salen dispuestas a hacer suyas las calles.

 

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