Jorge Enrique Rodríguez, Jorgito, todavía recuerda la vez que nos encontramos frente al Capitolio en julio de 2014 y le dije: “tengo un trabajo para ti, pero te puede traer problemas”, en ese entonces no trabajaba para el diario español ABC, ni llevaba cinco años como periodista de Diario de Cuba porque esa era la propuesta.
“Empecé en el periodismo independiente sin saber hasta dónde podíamos llegar”, recuerda Jorgito, “empecé desde el coraje, consciente de que me iba a crear muchos problemas”, pero en la cuenta que me saca también están “las cosas bonitas” que le ha traído: “he conocido un montón de gente y hemos aportado un grano de arena a que las cosas en Cuba cambien y que un día haya un restablecimiento de la democracia y la libertad sin llegar a ser opositores activos”, cuenta.
Aquel día que nos encontramos casualmente las cosas para el escritor se habían comenzado a poner “complicadas con la Asociación Hermanos Saíz (AHS)”, que era la organización para la que trabajaba, “y con el panorama cultural en Cuba”, quizás por eso no dudó en decirme que sí aunque me confiese ahora que “no sabía ni qué significaba ni había escuchado el término periodista independiente”, pero había leído sitios como Cuba Encuentro y había estado metido en cuanta polémica cultural se dio en las redes como la llamada “guerrita de los emails” que enfrentó a una parte de la intelectualidad cubana con censores históricos que estaban siendo ensalzados por la TV nacional.
Aunque no lo diga, Jorge aceptó porque le gusta el conflicto: en cada uno de sus reportajes hay un tono de “guapería de barrio”, de tipo marginal con unas cuantas lecturas de poesía encima, el tono de Hip Hop, o el del intelectual que se resiste a abandonar la marginalidad del Canal del Cerro, o del Reparto Eléctrico, de los Sitios en Centro Habana, o de cualquier otro barrio con abakuás, palo monte y santería incluida.
“Creo que Esquife (una revista digital de la AHS) fue el entrenamiento para aceptarte la propuesta”, y recuerda cuando en el 2005 el poeta Andrés Mir le propuso otro trabajo importante, “tuve que perfilar qué cosa es una publicación, para no llamarlo un periódico o una revista, perfilar qué es un trabajo en equipo, qué significa editar, hacer un equipo de redacción, y eso me fue entrenando y fue absorbiendo la parte poética de mí aunque, no con la frecuencia que quiero, sigo escribiendo poesía”, asegura.
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Pese a que empezó en el periodismo independiente haciendo denuncias directas sobre lo que veía mal hecho, no fue hasta el 2016 que “la Seguridad (del Estado) decidió plantarme cara”. En febrero de ese año le prohibieron salir de Cuba, y buscó explicaciones hasta que llegó a Villa Marista “impugnándolos” (esta es una de sus palabras favoritas), para que le dieran una explicación, “y me dijeron que me llamarían en 48 horas las personas que atendían ese departamento”. Después no ha cesado el acoso.
“Para ser justo, no creo que sobre mi ellos hayan sido más represivos que sobre otros periodistas, como es el caso de Ana León, de Cubanet que por cuatro ocasiones consecutivas no la dejaron salir del país. A otros de provincia los meten presos tres y cuatro días, amenazan a sus familias, porque la gente de La Habana flotamos más, aunque está el caso de Adriana Zamora que le tiraron por todos los lados, o el caso de Boris Arenas”.
De todas formas los interrogatorios a Jorge llegaron a ser cada 15 días; en tres meses y medio tuvo que cambiar cuatro veces de alquiler y la última vez estuvo desaparecido casi 24 horas y estuvo a punto de protagonizar un conflicto diplomático.
“Lo de Guantánamo fue por el rumor que hubo de que la Base Naval se convertiría en un puente y yo tenía fuentes de que Guantánamo y Holguín estaban militarizados”. Lo primero que hizo fue un trabajo desde La Habana que provocó que el embajador de Cuba en España le escribiera una carta de protesta al director del diario ABC, “pero ya me habían embullado para ir a Guantánamo, me monté en una Yutong y no me dejaron salir de La Habana”. El reportero logró escribir un mensaje por WhatsApp e inmediatamente la denuncia fue hecha. Entonces el director del ABC le escribió al Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba interesado por el reportero.
Las autoridades preguntaron al embajador español por qué se interesaba por un ciudadano cubano, a lo que este respondió: “del mismo modo que el embajador de Cuba en España se interesa por un periódico español”.
A pesar de todo lo que ha escrito y vivido Jorge no se considera todavía un periodista. “Ahora hago lo mismo que hacía en Esquife, un ejercicio de criterio que me ha permitido conocer otros mundos, hacer pasantías en periódicos extranjeros como La Estrella de Panamá, colaborar con el periódico El Comercio de Perú”, y me convence de que lo más importante ha sido “involucrarme en este gran movimiento que existe en Cuba de opositores, activistas, periodistas independientes que estamos plantándole cara al régimen cubano”.