El expreso político Jorge Luis García Pérez denuncia represalias del régimen de Cuba contra su hermano el sacerdote yoruba Loreto Hernández García, quien no se arrepintió en el tribunal por manifestarse en las calles el 11 de julio.
García Pérez, conocido en la oposición como “Antúnez”, dijo a este medio que el vicepresidente de la Asociación Yorubas Libres de Cuba fue trasladado a otra cárcel de la provincia de Villa Clara en peores condiciones, “como represalia por sus declaraciones en la vista oral del proceso sumario”.
Loreto Hernández, quien enfrenta una petición fiscal de ocho años de cárcel tras protestar pacíficamente el verano pasado en el municipio de Placetas, fue enviado a la prisión de Guamajal, en Santa Clara, donde lo ubicaron en unas celdas conocidas como “las incrementadas” por el rigor del régimen de reclusión en una penitenciaría de por sí severa.
“También he estado en celdas incrementadas en varias provincias. Son el lugar más aislado dentro del aislamiento. Estamos hablando de celdas tapiadas donde no entra la luz del sol, hay humedad y el frío en la noche y el calor por el día te hacen la vida insoportable”, contó a ADN Cuba el expreso político, representante en el exilio del Frente Nacional de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo y la Academia Julio Machado.
“Lo peor es que en estos lugares hay una permanente plaga de mosquitos, roedores, cucarachas que te hacen una eterna compañía”, lamenta Antúnez.
Junto con Loreto recluyeron a Demis Valdés Sarduy, condenado a 6 años por el 11J y en huelga de hambre desde hace una semana, según comunicó a Antúnez un familiar del sacerdote yoruba.
El juicio contra Loreto Hernández y otros prisioneros por las manifestaciones se celebró los días 14, 15 y 16 de diciembre en la sede del tribunal provincial de Villa Clara, conocida como la Audiencia. Para la ocasión rodearon el lugar decenas de policías, efectivos de la Brigada Especial del Ministerio del Interior (“boinas negras”) y agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil.
Rosabel Sánchez Correa, hija del sacerdote, contó en un video que la Fiscalía intentó utilizar a Ángel Luis Marrero Palomino para ofrecer un testimonio falso contra Loreto Hernández.
“Querían que declarara contra mi padre y dijera que le había pagado una gran suma para participar en la manifestación”, explicó Rosabel, maestra de profesión y sin relación con el activismo político.
“Ángel Luis con lágrimas en los ojos desmintió esas patrañas y dijo que en ningún momento ocurrió nada de eso, que él participó en la manifestación de forma libre y espontánea”.
Además, quisieron presionar a otro hermano de Loreto Hernández para que testificara que el dinero ocupado en su casa sería utilizado para pagar a los manifestantes del 11 de julio, lo que fue negado por esta persona.
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La Fiscalía terminó utilizando como testigos principales a oficiales del Ministerio del Interior (Minint). Según Rosabel “los abogados se fajaron como leones porque se dieron cuenta de la incoherencia que había, ningún testigo coincidía con otro en sus declaraciones y se pusieron nerviosos con las preguntas que hicieron los letrados”.
Entre quienes declararon contra los acusados estuvo el teniente coronel Héctor de la Fe Freire, delegado del Minint en Placetas y máximo responsable allí de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y la Seguridad del Estado. Testigos del juicio refieren que “habló con odio” de los procesados e incluso fue requerido por la jueza del tribunal por apuntar con el dedo a los acusados y no dejar que los abogados hablaran.
El último día el sacerdote Loreto Hernández “con gran valentía, firmeza y mucha tranquilidad dijo a la jueza del tribunal que él sabía que estaba pagando un alto costo por ser hermano de Antúnez, pero que no le importaba”, contó su hija.
“Dijo que él no es un líder político, pero sí un líder religioso, y se siente orgulloso de participar aquel día en la manifestación y marcharía otra vez por la libertad de Cuba”.
Además, declaró que “cada día él cree más en sus santos y su religión, porque vio cómo Ángel Luis con lágrimas en los ojos desmintió al régimen. Se siente muy orgulloso de lo que está viviendo y es lo mejor que le puede pasar”.
Cuando terminó de hablar ante el tribunal, el sacerdote yoruba pidió “que Dios bendiga a todos en esta sala”, y las autoridades carcelarias se lo llevaron esposado de manos y pies.