Cubadebate, la mentira de la semana: obsesión patológica con Trump

Cubadebate, esa especie de agujero negro virtual diseñado para tragarse toda la información e impedir que salga cualquier fotón de verdad, tiene una obsesión patológica con Donald Trump. Desde el título del artículo a Cubadebate las cosas le salen mal, porque descalifica lo que pretende publicitar.
Donald Trump
 

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Cubadebate, esa especie de agujero negro virtual diseñado para tragarse toda la información e impedir que salga cualquier fotón de verdad, tiene una obsesión patológica con Donald Trump. El artículo titulado Estudio revela que Trump es probablemente el principal factor de desinformación sobre COVID-19, es una pequeña muestra de esa obsesión.

¿Cuál es el propósito de un estudio en cualquier campo? Demostrar o negar una tesis. Cuando un estudio no puede hacer eso, necesita, entonces, ante lo ojos de sus financiadores, hacer algo. Y desde hace mucho tiempo la academia encontró el camino perfecto: la duda.

Desde el título de Cubadebate las cosas arrancan mal, porque descalifica lo que pretende publicitar. Ningún estudio cuyo resultado conduzca a una sentencia periodística que se desdibuja con el adverbio dubitativo “probablemente”, puede ser creíble. El título correcto, en todo caso, debió ser: “Estudio de Cornell financiado por Bill Gates no puede demostrar que Trump sea factor de desinformación sobre el COVID-19”.

¿Y por qué Cubadebate titula así? ¿Por qué pone esa sombra de duda sobre los resultados del estudio?

Porque si después de analizar “38 millones de artículos publicados en inglés, entre el 1 de enero y el 26 de mayo de 2020, en Estados Unidos, Reino Unido, India, Irlanda, Australia y Nueva Zelanda, así como en algunos otros países de África y Asia”, la única conclusión a la que llega el periodismo de Cubadebate es un “probablemente”, el sentido común, el menos común de los sentidos, indica dos conclusiones fundamentales:

  1. Según Cubadebate, la tesis de que Trump es el tipo más desinformador del mundo no se sostiene
  2. El estudio siembra una seria duda sobre la metodología usada para definir lo que es y no es desinformación.

Vayamos por partes, para analizar tanta duda alrededor del estudio. Primero, si de 38 millones de artículos analizados, 522, 400 tenían información falsa, eso significa que sólo el 1,37 % de lo publicado era falso.

Segundo, si entre la información clasificada como falsa, está el hecho de que “el virus fue creado para crear un nuevo orden mundial” (la apresurada y cacofónica redacción es de Cubadebate), pues entonces ya todo está mal, porque si bien la historia del nuevo orden mundial es considerada una teoría de conspiración, quienes aseveran esto nunca han podido probar que lo sea. Sólo lo niegan usando los medios de comunicación controlados por ellos mismos. Es decir, los acusados niegan lo que se dice de ellos, (algo completamente lógico), pero nunca dan contrargumentos para respaldar su negativa.

Por ejemplo, consideran una teoría conspiratoria el hecho de que el coronavirus  “se trata de un arma biológica diseminada por un laboratorio chino”, pero la única información que existe para negarlo es la que emite el autocrático gobierno del gigante asiático, con la complicidad de los científicos que ellos controlan (no hay que olvidar que el médico que denunció la existencia del virus, fue avasallado por la policía política china, y luego murió repentinamente de coronavirus, esto es un hecho, no una teoría), y si un científico se sale de la versión china, entonces lo descalifican con el mantra sagrado: es una teoría de conspiración. También el otro argumento en el que se respaldan es: los servicios de inteligencia de EEUU no tienen información sobre eso. ¿Acaso esa aseveración es confiable? ¿Desde cuándo los servicios de inteligencia de ningún país son confiables, si su principal labor es ocultarle información a la gente? ¿Acaso Obama no destruyó la credibilidad del FBI con su conspiración para derrocar a un presidente electo? ¿Acaso la CIA no espió la campaña de Barry Goldwater para favorecer a Lyndon B. Johnson?

Lo tercero, y más importante, es que entra en la ecuación Bill Gates. Esto es lo peor de todo, porque una de las partes más activa en el conflicto alrededor de la creación y diseminación del virus, es precisamente Gates, quien a su vez es el patrocinador del estudio. Este simple hecho lo descalifica los resultados. Se llama conflicto de intereses.

¿Por qué?

Porque Bill Gates es un entusiasta promotor de la vacunación a nivel mundial, y porque es un eugenesista confeso, y esas no son especulaciones, son hechos. Ambas cosas invalidan al magnate como alguien creíble a la hora de financiar un estudio que, por demás, sólo busca llevar agua a su molino. Por lo tanto, el hecho de que el “virus fue creado para regular a la población mundial”, puede ser una teoría de conspiración, porque no existen pruebas que respalden esa afirmación, pero el hecho de que tampoco existan pruebas que la nieguen, deja un razonable margen a la duda.

Por supuesto, un medio como Cubadebate, huérfano de análisis, es incapaz de abordar la verdad de los hechos. Se refugian en un “probablemente” para hacerse eco, como papagayo, de un estudio sobre la desinformación, que sólo desinforma. Y como si esto fuera poco, la Alianza de Cornell para la Ciencia (ASC), la organización que lo hace (suena rimbombante, como algo serio, porque la Universidad le ha “prestado” su nombre a la Fundación de Bill y Melinda Gates), se dedica en realidad a la investigación y promoción de pesticidas y cultivos transgénicos.

¿Acaso no resulta sospechoso que una organización como  la ASC, que dice en su página que su propósito es“resolver problemas complejos del hambre en el mundo aprovechando los avances en la agricultura, incluida la biotecnología”, financie un estudio sobre “información falsa”?.

Además, fíjense la fecha del estudio, entre enero y mayo, justo el período de absoluta complicidad entre la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el gobierno chino. ¿Cuántas mentiras comprobadas difundió la OMS en ese período? La más grave de todas: el virus no se contagia de persona a persona.

Entonces, ¿qué validez puede tener lo que diga la OMS? Cubadebate asegura que el estudio de la ASC “con información falsa sobre el coronavirus, (es) un fenómeno llamado infodemia por la Organización Mundial de la Salud”. Lo hacen pretendiendo darle un halo de credibilidad a una organización completamente desacreditada por el manejo de la crisis del coronavirus.

Sin embargo, lo más grave del “probablemente” de Cubadebate es cuando dice, que el estudio de la ASC asegura: “Por tanto, llegamos a la conclusión de que el presidente de Estados Unidos fue sin duda el factor más importante de desinformación”.

Esto evidencia que Cubadebate, al decir “probablemente”, lo que nos está diciendo es que no cree en la certeza del estudio de la ASC. Ese es el colmo de la estupidez periodística. El titular entonces debió ser: "Estudio de la ASC, financiado por Bill Gates, asegura que Trump es el factor más importante de desinformación”.

¿Pero en qué se basa realmente el estudio ordenado por Bill Gates?

En un supuesto impacto de los artículos, que ellos consideran tienen información falsa, en las redes sociales. El estudio asegura que estas publicaciones tuvieron “36 millones de interacciones, tres cuartas partes en Facebook”.

Imagínense, estos números en 5 meses son absolutamente ridículos, si consideramos que Facebook tenía en 2018  “2.23 billones de usuarios activos al mes, con un 68% de los americanos utilizando la plataforma de redes sociales. A pesar de que los americanos dependen mucho de este sitio de redes sociales, más de un 85% de los usuarios de Facebook vienen de fuera de los Estados Unidos y Canadá". Son números intrascendentes para 5 meses, cuando Facebook es una plataforma que “cada 60 segundos publica 510,000 comentarios, se actualizan 293,000 estados, se dan 4,000 millones de likes y se suben 136,000 fotos (…) Cuando Facebook lanzó la opción de 'reacciones' en el 2016 se hicieron más de 300 billones de reacciones en el año”.

Sacar el porcentaje de gente que fue influenciada por Trump en Estados Unidos o el mundo con supuesta desinformación, arrojaría un número tan bajamente significativo, que no vale ni la pena hacer el ejercicio matemático.

Lo que sí vale la pena es preguntarse cuánta gente se ha visto influenciada por información falsa sobre el coronavirus trasmitida como verdadera, y considerada por la ASC en su estudio como válida, a la hora de discriminar entre verdad y mentira. Porque el estudio de la ASC podría hacerse en sentido contrario, bajo otros estándares de credibilidad, y arrojaría, con toda seguridad, mucha información sobre cómo la Media tradicional ha mentido en el tema del COVID-19.

Una de las más populares mentiras difundidas por la prensa, es la de que Trump dijo en una conferencia el 2 de abril que la gente se “podía inyectar un desinfectante”. O podía “tomar cloro”. O muchas barbaridades en ese mismo tono. El presidente dijo, refiriéndose al coronavirus, exactamente esto: “luego veo el desinfectante, que lo elimina en un minuto. Un minuto. ¿Y existe alguna manera de que podamos hacer algo así, con una inyección en el interior, casi una limpieza? Porque ves que eso se mete en los pulmones y hace un daño tremendo en los pulmones. Por lo tanto, sería interesante comprobar eso. Entonces, vas a tener que acudir a médicos. Pero suena, me parece interesante”.

La prensa distorsionó sus palabras, las sacó de contexto y periódicos y televisoras empezaron, en un acto irresponsable y mentiroso, a decir que el presidente estaba promoviendo que la gente se inyectara desinfectante, cuando en realidad estaba dialogando con médicos, preguntando a los médicos si se podía “comprobar eso”. Por supuesto, toda la prensa ignoró que hace décadas los seres humanos en las naciones civilizadas del mundo tomamos cloro todos los días, cuando bebemos agua corriente, porque el cloro se usa como desinfectante en el agua. Y también en las frutas y verduras. Y también en la sangre que se usa en las transfusiones sanguíneas. Así que no resultaba descabellado que el presidente pidiera que se “comprobara” si era posible, y que para eso había que “acudir a los médicos”.

También, como hace la ASC, aseguran que “promovió el uso de hidroxicloroquina, un tratamiento cuya efectividad no ha sido probada”. Trump no promovió nada, sólo dijo que se estaba probando el medicamento y que estaba dando buenos resultados. Eso bastó para que la prensa lo atacara diciendo que “lo estaba promoviendo”. Algunos llegaron a decir que porque tenía acciones en la compañía que fabricaba el medicamento. Meses después, comenzaron a aparecer estudios que avalaban a la hidroxicloroquina. Incluso la prensa ocultó metadata sobre la hidroxicloroquina, que salía de China, de la zona donde surgió el virus, que revelaba la efectividad del medicamento en fecha tan temprana como febrero. ¿Con qué intención? ¿Teoría de la conspiración? ¿Querían esconder que un medicamento tan barato acababa con el virus cuando se aplicaba en etapas tempranas del contagio? ¿Por qué no vimos titulares sobre esto en The New York Times, The Washington Post o CNN?

Ahora bien, cómo puede Cubadebate hablar de mentiras o de desinformación, siendo un medio que se basa justamente en esa premisa. Sólo basta echarle una mirada a los titulares de estos 4 artículos que publica este libelo:

  1. Granma en sus 55: Mezcla de generaciones y unidad de propósitos revolucionarios (Busca justificar que su creación fue para ahorrar recursos , cuando en realidad fue para eliminar el periódico "Revolución", que se les había  ido de las manos con Carlos Franqui y Cabrera Infante, y controlar el manejo de la información como arma ideológica e instrumento para construir una falsa realidad)
  2. Chequea Díaz-Canel Programa de Apoyo a la Capital (¿Apoyo a qué? ¿A las colas interminables? ¿A la falta de alimentos? ¿Al desabasto de todo tipo)
  3. La AHS convoca a tuitazo por la vida y contra el bloqueo este viernes a las 10:00 a.m. (¿Por la vida, en un país donde el gobierno tiene un irrespeto sistémico por la vida de los cubanos? ¿Bloqueo, cuando EEUU le vende millones de dólares a Cuba en alimentos y medicinas todos los años?)
  4. Trump vuelve a transmitir información errónea sobre la COVID-19 desde su cuenta de Twitter (Esto relacionado con los videos de Trump censurados en Twitter y Facebook por abordar el tema del uso de mascarillas y de la hidroxicloroquina. Sobre las mascarillas, aquí le dejo a Cubadebate uno de los estudios más profundos hechos sobre la efectividad de las mascarillas, en el que se revela que sólo la más poderosa de las máscaras, la famosa N95, usada por el personal médico, es eficaz, con una protección del 91%. Algo que explica por qué tanto personal médico se enferma. Y además, también les obsequio cómo la revista médica The Lancet se retracta de una publicación sobre la hidroxicloroquina).

En Facebook, la reacción al artículo de Cubadebate no se hizo esperar, con los seguidores del castrismo tratando de censurar con sus comentarios a los críticos. Es el caso de Melba Valdés, quien dice desde La Habana: “Qué hace tanta gente estúpida metida en este grupo? Por qué los desafectos a nuestro gobierno no ven a Otahola y toda esa basura y nos dejan a Cubadebate tranquilo??? Pregunta seria”.

Quizás uno de los comentarios más contundente, rebatiendo a los troles castristas, es el de Michel Matos, también residente en La Habana, quien dice: “Ahhh ... y sin olvidar que fue vuestro Ministerio de Turismo (de la República de Cuba) quien convidó a venir a extranjeros infectados con aquello que aquí hace sol y hay buen clima... sobre esa responsabilidad quién da cuentas ehhh??!!!

Y desde Miami, Alejandro David Ruiz Villareal, con mucha ironía, escribió: “Estudio revela que la principal causa de desinformación de los cubanos en la isla es el gobierno de Canelón que publica lo que le parece y oculta verdades a su conveniencia. Cínicos”.

A Cubadebate le encaja de maravilla el viejo dicho de que prefiere ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio. Y es que a la prensa castrista toda, le encanta tirarle piedras al vecino, teniendo el tejado de vidrio.  

Para concluir, me gustaría recordar la advertencia del presidente Eisenhower, en 1961. Dijo que se corría el peligro de que una élite científico-tecnológica tomara el control de la políticas públicas. Y creo que es algo que estamos viviendo en estos tiempos, por los contubernios entre un país que busca la hegemonía mundial, como China, un millonario tecnológico, como Bill Gates, y una organización de aparente importancia, como la OMS, cuyo presupuesto depende del bolsillo de Gates y, por lo tanto, está a sus pies, porque, como todos sabemos, el que paga manda. Ahora, pueden decir que es una teoría de conspiración, pero tendrían que demostrarlo.

 

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