Como en muchos otros lugares del país, las alarmas se dispararon recientemente en el residencial barrio habanero de Siboney, en el municipio de Playa, cuando un grupo de vecinos, incluyendo trabajadores de Salud Pública, alegaron haber visto ejemplares del Caracol Gigante Africano en las inmediaciones de la estación de policías, y estos comentarios corrieron como fuego sobre pólvora.
Algo similar pasó al otro lado del reparto, en la zona conocida como La Estrella, lugar donde se aglomeran muchas personas en “horarios pico” para ir o regresar de sus trabajos y centros educativos.
En una de las esquinas de La Estrella, al igual que frente a la estación de policía, existen terrenos yermos y platanales, lugares donde los vecinos de Siboney aseguran haber visto al molusco causante de las alarmas.
Si bien estos terrenos están habitados por otras especies de caracoles, lo cierto es que tras una búsqueda minuciosa, este reportero no logró encontrar ningún ejemplar del Achatina fulica.
“En Siboney no hay Caracol Africano —dijo Julián, trabajador de comunales que barre dos cuadras del residencial— pero en Las canteras eso sí está mina’o y nadie hace na’”.
Las Canteras es lo que se conoce como ampliación Siboney, o Circunscripción Vilma Espín, un poblado que comenzó como un “llega y pon” alrededor de un antiguo vertedero ubicado a cientos de metros de Punto Cero, o del Centro Internacional de Salud La Pradera, y que hoy es un pequeño poblado con electricidad, servicio de agua potable y hasta una escuelita rural.
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“Yo no he visto ninguno, pero cuando el río suena… yo lo que sí sé es que ese caracol se detectó en Cuba hace una pila de años y hasta el día de hoy el gobierno no ha hecho nada”, dijo un joven que no quiso decir su nombre.
El pánico en la población se debe al alto nivel de propaganda de la que es objeto el caracol. Si bien es necesario se alerte al pueblo sobre los males de lo que ya se ha convertido en una plaga, hay que cuidar bien cómo se hace, porque entre los resultados que ha provocado esto, es que los niños del residencial Siboney ya no pueden jugar en la calle sin que los regaños y las miradas vigilante de los padres estén sobre ellos.
“Yo aquí fumigo todos los meses el patio de unas cuantas casas y sí lo he visto, pero tú matas uno y salen cien”, dijo un trabajador de Salud Pública, plantilla del policlínico de Jaimanitas.
Algo paradójico en este caso es que las llamadas organizaciones de masas en Siboney, no han emprendido ninguna acción para confirmar la o combatir la presencia de la temida especie invasora, quizás porque la desidia política se ha apoderado por completo de unos pobladores que en su mayoría, ya no participan de las actividades de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), o de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR).
Lo único cierto, hasta el momento, y a falta de información y transparencia oficial al respecto, es que Siboney es abundante en zonas verde entre parterres, jardines, patios y terrenos baldíos: un lugar en el que de no tomarse acertadas medidas a tiempo, va a ser muy difícil desalojar al Caracol Gigante Africano.