¿Qué pasará con SNET, la red privada que mantiene un pulso con el Gobierno cubano?

 

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Juan es el nombre ficticio de uno de los administradores de SNET (Street Network), una red creada en La Habana y otras ciudades de Cuba a mediados de la década pasada que permite a más de 40.000 hogares compartir contenidos, enfrentarse en videojuegos y socializar en foros y webchats.


Hoy parte de la comunidad SNET, un exponente del ingenio de los jóvenes cubanos para suplir la casi total ausencia de internet hasta 2015, mantiene un pulso con el Gobierno. Las primeras consecuencias han sido una concentración ilegal el pasado día 10, otra convocada este sábado por los líderes de la comunidad, y la respuesta de las autoridades en forma de detenciones temporales, coacciones y amenazas, según denuncian afectados.


Los más de 100.000 usuarios de SNET (cifra estimada) siempre se han mantenido al margen de la política. En esta red no caben contenidos subversivos y tampoco se permite la pornografía -ilegal en Cuba-. Así, han podido operar por más de una década fuera del control gubernamental, algo insólito en un país donde toda iniciativa civil ha de integrarse en el engranaje del Estado bajo la bandera del socialismo.


Sin embargo, el limbo legal que permitía la existencia de SNET tocó a su fin el 29 de julio, cuando las autoridades cubanas dictaron una nueva normativa que amenaza la continuidad de la red tal y como ha operado hasta ahora.


"Esta ley no permite la existencia de redes malladas y transversales, además de restringir la potencia de los equipos inalámbricos e impedir el uso de cables de red que atraviesen calles", restricciones técnicas que en la práctica condenarían a muerte a la red, explica Juan, al que Efe entrevistó por vía telemática tras rehusar una cita en persona al estar, asegura, "vigilado".


Sin embargo, el Gobierno no busca eliminar SNET sino absorberla: esta semana ofreció a la comunidad integrarse en la red estatal, ya sea a través del único proveedor de internet (ETECSA) o los llamados Joven Club de Computación (JCC), una suerte de centros cívicos de barrio para acercar la informática a las nuevas generaciones.


"Todas las personas naturales que tengan su licencia pueden conectarse a los Joven Club. Este servicio irá creciendo a partir del aumento de la infraestructura en todas las provincias", declaró el director general de Comunicaciones del Ministerio de Comunicaciones (Mincom), Pablo Julio Plá, al medio estatal Cubadebate.


Plá argumenta que la incorporación a los JCC controlados por el Estado servirá para que "los jóvenes que pertenecen a una red privada de datos a lo largo del país se conecten y tengan acceso a los servicios que hoy se concentran en La Habana".


Sin embargo, esto no convence a parte de la comunidad. "Cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de tecnología sabe que mucha gente no se va a poder conectar, por la potencia de los equipos, porque no se va a poder utilizar", asegura, también desde el anonimato, otro administrador de SNET en La Habana.


Además, el Gobierno ha pedido a los miembros de la comunidad entregar a los JCC juegos y servicios desarrollados por ellos mismos y ofrece a sus programadores contratos como colaboradores para los clubes.


Esto último "no tiene sentido", pondera el administrador, en referencia a los bajos salarios del sector estatal (unos 50 dólares al mes en promedio) en comparación con los beneficios que obtienen muchos informáticos del país cuando trabajan por cuenta propia.


¿Por qué el Gobierno busca desarticular esta comunidad aparentemente inofensiva? Para el experto estadounidense Larry Press, hay tres motivos: las autoridades la ven como una competencia al monopolio estatal de telecomunicaciones, les saca los colores su capacidad para conectar a usuarios a bajo coste y tienen miedo de que circulen contenidos subversivos.


SNET presentó una propuesta de diálogo para modificar la ley y salvar su red, pero acusan al Gobierno de negarse a negociar, por lo que el pasado sábado más de cien personas -según los organizadores- protestaron frente a la sede del Mincom, algo inusual y arriesgado en un país donde es ilegal manifestarse sin permiso y rara vez se autorizan concentraciones al margen del oficialismo.


Tras la protesta llegó, según los líderes de SNET, la represión policial. "A mí me amenazaron con la cárcel, amenazaron a mis seres queridos y me acusaron falsamente de haber dicho o hecho varias cosas", denuncia uno de ellos.


"A otro lo sacaron de su casa de madrugada y lo mantuvieron detenido hasta la una de la tarde. Y lo amenazaron. Según me han dicho otros con los que he hablado también han recibido amenazas similares. Todos después del sábado", prosigue.


En este tenso ambiente se ha convocado una nueva concentración para el sábado, "esta vez de una manera más masiva, para que se note que el reclamo no es de unos cuantos sino de la mayoría de SNET", según la misma fuente.


La protesta está convocada a las 9 de la mañana (13.00 GMT) frente al Ministerio, con la incógnita de si realmente será masiva o, por el contrario, apenas acuda gente o se desconvoque.
SNET ha sido hasta ahora, en palabras del informático, "el único lugar donde los jóvenes pueden jugar en modo multijugador, socializar y aprender a bajos costos", por lo que sus usuarios la consideraban "casi una casa de familia", especialmente cuando hasta hace muy poco Cuba era un país casi por completo desconectado de la red global.


A día de hoy la isla desarrolla a pasos acelerados un proceso de informatización que en los últimos dos años ha incluido la autorización del acceso a internet desde los hogares y la habilitación de los servicios 3G y 4G en los teléfonos móviles.


Aprovechar estos avances para desmantelar o estatalizar SNET sería "acabar con el sueño de muchos jóvenes cubanos, con una de las más sanas alternativas de ocio en nuestro país, acabar con una enorme familia", lamenta el administrador. 

 

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