Revista católica publica el "testamento espiritual" del cardenal Ortega

En una carta manuscrita de 14 páginas entregada en secreto a su secretario, Ortega defiende al Papa, menciona su paso por las UMAP y critica los "ataques amargos e incomprensiones de mis hermanos cubanos que viven en el exterior"
Cardenal Ortega y Alamino
 

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El cardenal Jaime Ortega Alamino, fallecido en 2019, entregó antes de morir una carta manuscrita a su secretario personal donde defiende al Papa, menciona su paso por las UMAP y critica los "ataques amargos e incomprensiones de mis hermanos cubanos que viven en el exterior".

El documento, fechado el 23 de abril de 2017, mientras el cardenal permanecía en un retiro con los padres Carmelitas en el convento de San Juan de la Cruz, en Segovia, ha sido publicado en la revista Palabra Nueva, precedido de una nota de su secretario personal, el Dr. Nelson O. Crespo Roque.

"He elegido el título Todo es nada, solo Dios para nombrar este manuscrito que me fue confiado por el Cardenal Jaime Ortega Alamino, pues ellas fueron las últimas palabras que Su Eminencia me refirió respecto al mismo, y aun respecto a su vida. Sin embargo, como el Cardenal me entregó el manuscrito en privado (y sellado), y así permaneció hasta después de su muerte, resulta necesario que primero clarifique el contexto en que fue escrito, entregado y conservado --escribe Crespo Roque.

"Corrían los días finales del mes de mayo de 2017. (...). Esa mañana el Cardenal Jaime trajo un sobre sellado con Scotch Tape, el cual puso sobre el escritorio. Era un sobre totalmente “en blanco”, sin indicación alguna. Me llamó la atención el detalle de que no dijera “Reservado”, ni “Confidencial”, ni “Bajo Secreto Pontificio”, los únicos sobres que contenían manuscritos suyos (u otros documentos), que Su Eminencia me entregaba sellados para que se los transcribiera con extrema reserva (el Cardenal Jaime Ortega nunca utilizó una computadora), o para que, luego de su lectura, los archivara bajo condiciones bien precisas. Únicamente en esos casos el Cardenal Jaime usaba a profusión el Scotch Tape para sellar documentos; luego, al entregármelos, me señalaba con su dedo índice la palabra en cuestión (una de las antes mencionadas), y ello sin que articulara palabra alguna (“las paredes tienen oídos”, me decía)", añade el secretario.

En el texto de la carta, y después de relatar sus inicios en la fe católica, Ortega, figura polémica por su rol político de mediador en varias ocasiones, menciona su estancia de 8 meses en las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), adonde fue enviado por el régimen de Fidel Castro.

"Cuando me hablan de los meses que pasé en trabajos forzados, de las penurias de alimentación, transporte y vestido, de los años difíciles de trabajo pastoral en parroquias del campo, nada de eso me parece extraordinario y me da temor que no esté ni remotamente unido a la pasión del Señor", afirma.

El cardenal describe el documento, una especie de testamento espiritual, como "la historia llena de elogios de algunos y de críticas amargas de otros". También se queja de numerosas incomprensiones y pide a Dios que no lo deje que "me enrede en mis defectos, pecados, o molestias sicológicas".

 

Ortega Alamino falleció en La Habana en julio del año pasado, a los 82 años, de un cáncer, tras una vida tratando de establecer puentes entre la Iglesia católica y el régimen comunista. Elogiado por muchos y también criticado por quienes se oponían a cualquier forma de dar oxígeno al castrismo, se trata de una figura indispensable de la historia reciente de Cuba.

Había nacido el 18 de octubre de 1936 en Jagüey Grande (Matanzas) y fue ordenado sacerdote en 1964. Juan Pablo II lo nombró en 1978 obispo de Pinar del Río y en 1981 se convirtió en arzobispo de La Habana. En 1994 fue creado cardenal, el segundo cubano en alcanzar tal dignidad.

Poco antes los obispos cubanos publicaron la carta pastoral El amor todo lo espera, de la que fue uno de sus impulsores y que incluía unas críticas al régimen que levantaron ampollas. En 2011 intercedió para lograr la excarcelación de 75 presos políticos que habían sido detenidos en la llamada Primavera Negra y su deportación hacia España.

Su papel fue clave, así mismo, en las tres visitas papales a Cuba –Juan Pablo II en 1998, Benedicto XVI en 2012 y Francisco en 2015–, si bien seguramente se le recuerde más por ser portador de los mensajes del actual Pontífice a los gobiernos de EEUU y Cuba que facilitaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países en 2015, tras más de medio siglo, y la histórica visita de Barack Obama a la isla al año siguiente.

 

 

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