Un reporte del diario británico The Guardian, reveló este jueves cómo el gobierno del Reino Unido reaccionó a los supuestos ataques acústicos que en el 2016 dañaron la salud de un grupo de diplomáticos estadounidenses en Cuba, en un misterioso caso aún en debate que ha trascendido como el Síndrome de La Habana.
El citado medio tuvo acceso a “correos electrónicos oficiales y los telegramas diplomáticos marcados como sensibles” que dieron cuenta de la reacción oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido (FCO, por sus siglas).
La Ley de Libertad de Información, permitió a la prensa acceder a los detalles de cómo la embajada británica y el FCO “intentaron desesperadamente dar sentido a los acontecimientos”. El personal gubernamental analizó entonces informes de prensa, declaraciones oficiales y “otras comunicaciones” en su intento de darle entender lo que sucedía, que finalmente fue asumido como una “extraña confrontación al estilo de la Guerra Fría”
Los documentos revelaron, por ejemplo, que Anthony Stokes, embajador del país europeo en la Isla, dijo que la prensa había comprado “ampliamente” la veracidad de una declaración cubana en la que el gobierno aseguraba no tenía participación alguna en el asunto. Stokes preguntaba entonces que si no lo hicieron los cubanos, “¿quién lo hizo?”, señala el diario británico.
Asimismo, un telegrama diplomático que se envió desde la capital cubana a Londres— “marcado como sensible”— refirió la expulsión de diplomáticos cubanos en Estados Unidos y la retirada de la mayoría de los diplomáticos estadunidenses de Cuba.
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El telegrama decía que las embajadas “serán castradas solo dos años después de la reapertura”, y describía al canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, como “combativo en tono y entrega”.
El resto de los documentos analizados por The Guardian indican, según el diario, que la diplomacia británica no tuvo una “nueva visión” de asunto durante varios meses, y se limitaron a compartir informes de prensa en los que se atribuía el Síndrome de la Habana a causas psicosomáticas por el estrés, o que el sonido que las víctimas alegaban haber escuchado correspondería a grillos.
Sin embargo, el diario explica que algunos de los documentos a los que tuvo acceso estaban “completamente oscurecidos”.
Tras los incidentes, que fueron reportados entre los años 2016 y 2018, el gobierno norteamericano retiró de la Habana a todo el personal no esencial de su embajada junto a sus familiares, recordó The Guardian.
Aunque se especula que los diplomáticos afectados (también algunos canadienses) fueron víctimas de algún tipo de arma sónica, hasta el momento no se ha encontrado evidencias suficientes que apunten al presunto a ataque.
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En julio de 2019, la Revista de la Asociación Médica de EEUU (JAMA) confirmó que al menos 40 diplomáticos de Estados Unidos que trabajaban en la sede de la embajada de ese país en La Habana, y que presuntamente fueron víctimas de algún tipo de “ataque acústico”, presentaban “cambios en sus estructuras cerebrales”.
Tras analizar resonancias magnéticas de los afectados, los especialistas compararon los cerebros de los sujetos estudiados –23 hombres y 17 mujeres— con el de personas que no estuvieron expuestos al mismo medio de los primeros, y arribaron a la conclusión antes mencionada.
En septiembre, una investigación realizada en Canadá por un equipo multidisciplinario, sugirió la teoría de que síntomas sufridos por diplomáticos de Estados Unidos y Canadá, pudieron resultar de una bomba de fumigación o de spray contra mosquitos.
Alon Friedman, autor principal del estudio, dijo a CBC News que se encontraron toxinas muy específicas en las personas afectadas y que estas “son propias de los insecticidas y pesticidas”, aunque aclaró que se trataba de una hipótesis “que debemos probar por otras vías”.
El gobierno cubano, por su parte, mantiene intacta su posición de que “no hay evidencia, teoría ni resultado investigativo apegado a la ciencia que justifique el término ataque”.